* Descarbonización, desafío muy costoso
* Las encrucijadas en Colombia
El mundo presencia por estos días turbulencias energéticas como no se habían visto en muchas décadas. Y Colombia no es una excepción.
De una parte, en la cumbre del medio ambiente que va a celebrarse en Glasgow a partir del último día de este mes debe ratificarse el programa para alcanzar en el 2050 un equilibrio de cero emisiones netas contaminantes. Es decir, que para ese entonces el balance entre las emisiones de gas carbónico generadas por el uso de combustibles fósiles debe ser contrarrestado con ahorros provenientes de fuentes de energías no contaminantes. Esto implicará desafíos monumentales para todos los países, sobre todo en el cambio de patrones de inversión en lo relacionado con la producción de energía limpia. En ello se ha avanzado, pero queda una tarea gigantesca por desarrollar.
La transición energética de combustibles fósiles a no convencionales no es barata, sencilla ni inmediata. La canasta de combustibles fósiles (petróleo, gas natural y carbón) representa a la fecha el 80% de la matriz mundial de energía utilizada. Según la Agencia Internacional de Energía, para cumplir con las metas de la cumbre del medio ambiente el mundo deberá triplicar lo que viene invirtiendo en energías no convencionales. Lo que representa un reto monumental.
Otra tribulación energética que el mundo está presenciando es el alza inusitada del precio de los combustibles. El valor del crudo bordea los 80 dólares el barril y hay quienes pronostican que pronto llegaremos a los 100 dólares. El precio del carbón, que hace no mucho tiempo se creía en caída libre y una fuente energética en vía de extinción, se ha duplicado. Otro tanto viene sucediendo con el costo del gas natural, ya que la proximidad de la llegada del invierno en el continente norte ha empujado los precios a niveles nunca vistos.
Muchos factores parecen explicar este repunte en el valor de los combustibles. En primer término, el auge de la demanda mundial que definitivamente ha dejado atrás las penurias de la pandemia y que implica un mayor uso de combustibles para atender las crecientes demandas de la economía global, tanto en los sectores industriales como en el transporte nacional e internacional. Otro factor que está detrás de esta llamarada de los precios de los combustibles es el bajo nivel de los stocks, tanto de crudo como de gas natural, que pueden estar actualmente por debajo de un 50% de lo que han sido sus niveles promedio históricos.
La energía se convierte así en uno de los mayores desafíos de la geopolítica contemporánea. Para citar solo un ejemplo: Rusia provee el 40% del gas natural con el cual Europa mantiene la calefacción de sus hogares y la marcha de no pocas industrias que dependen de este combustible. Sin embargo, Estados Unidos ha levantado sus objeciones al llamado North Stream, un gasoducto gigantesco que abastecerá al viejo continente, a través del mar Báltico, del producto de los grandes yacimientos rusos.
Así las cosas, la dependencia europea de Moscú en materia energética será mayor. Rusia, a su turno, sabe que con este crecimiento en el suministro se convierte en una voz geopolítica determinante en el viejo continente.
De mucha importancia también resulta el creciente interés que se está dando por la energía nuclear, generada en plantas de tamaño menor y con mucha más capacidad para controlar los riesgos propios de esta fuente. Todo ello para no repetir tragedias como la de Chernóbil. Francia, por ejemplo, acaban de anunciar un inmenso programa de generación eléctrica hasta el 2030 a base de pequeñas unidades nucleares.
Colombia no es ajena tampoco a estas tribulaciones energéticas. Dos problemas mayores sombrean en este momento nuestro panorama energético. El primero: ¿Cómo va a resolverse el enredo monumental en que ha caído Hidroituango? Todas las noticias que llegan son extremadamente inquietantes en relación con la que, recordémoslo, es la hidroeléctrica que debe proveer el 17% de la energía nacional ¿Cuál será finalmente la suerte de los constructores de esta megaobra, dos de los cuales ingresaron a reestructuración empresarial esta semana? ¿Cuál será la decisión final de la Contraloría sobre las imputaciones fiscales que recientemente abrió a 26 personas naturales y jurídicas involucradas en el proyecto hidroeléctrico, causa fiscal que se encuentra en instancia de reposición? ¿Cómo va a manejar la banca internacional, en especial el BID, este viacrucis que atraviesa la obra? Son preguntas cruciales de cuyas respuestas depende la clarificación del horizonte energético nacional.
El segundo interrogante de nuestro país es su futuro como productor de gas natural. Las reservas de este combustible han venido cayendo peligrosamente ¿Serán exitosas las exploraciones que avanzan en la cuenca del mar caribe? ¿Habrá que construir la regasificadora del Pacífico en Buenaventura para ampliar la capacidad de importación de gas licuado, con un costo que fluctúa entre 800 y 1.000 millones de dólares?
Todas estas son cuestiones fundamentales que deberá resolver el mundo y Colombia en los meses que vienen. Las turbulencias energéticas que vive el planeta no tienen precedentes.