- Crisis sanitaria dispararía deserción estudiantil
- Redoblar medidas de apoyo de las autoridades
En medio de la emergencia sanitaria derivada de la pandemia del Covid-19, una de las mayores preocupaciones de miles de familias colombianas en estos momentos tiene que ver con los estudios de sus hijos, ya sea en la educación preescolar, primaria y secundaria o en las modalidades superiores, es decir la técnica, tecnológica y universitaria.
Si bien el Gobierno ha activado distintos sistemas de apoyo directo a los padres de familia, estudiantes e instituciones educativas de todo nivel, las alarmas siguen prendidas por el riesgo de un alto nivel de deserción o de aplazamiento de años lectivos o semestres. De hecho, semanas atrás algunos voceros de instituciones universitarias alertaban sobre la posibilidad de un 30 por ciento o más de alumnos que podrían interrumpir su calendario académico, ya de por sí muy afectado en el segundo trimestre de este año, cuando arrancaron los esquemas de cuarentena como principal fórmula para frenar la escalada de contagios y decesos por este coronavirus.
Está visto que Colombia, frente a los planes de contingencia aplicados en otras naciones latinoamericanas, fue de los primeros países en suspender las clases presenciales en escuelas, colegios e instituciones de educación superior. Y también es de los que más tiempo ha mantenido las aulas vacías, en gran parte porque sólo después de tres meses largos de iniciado el confinamiento llegó la fase crítica de la pandemia. Incluso, es evidente que en vista de la evolución de la curva epidemiológica en plena mitad del año, muchas escuelas, colegios y hasta universidades ya decidieron que este segundo semestre será mayoritariamente virtual. Es más, aunque el Gobierno había autorizado el reinicio de algunas actividades puntuales en estos claustros, sobre todo a nivel de laboratorios, poco se avanzó en ese sentido.
Esa situación marca tres retos de primer orden para el país. De un lado, debe agilizarse toda la batería de medidas activadas por el Ministerio de Educación para auxiliar a este sector en la coyuntura sanitaria. Por ejemplo, en el marco del Estado de Emergencia Económica ya está creado un Fondo Solidario para la Educación que ha direccionado casi 100 mil millones de pesos para que los jóvenes de más bajos recursos cuenten con el apoyo para continuar con el segundo semestre académico y permanezcan en el sistema. A esta partida extraordinaria se suman casi 800 mil millones invertidos en el programa Generación E que este año llega a 160 mil estudiantes beneficiados. De igual manera, muchos gobernadores y alcaldes han determinado que las universidades públicas de su jurisdicción tendrán gratuidad para el segundo semestre. El Icetex también ha creado líneas especiales de apoyo y crédito para facilitar el acceso y la permanencia de los alumnos en sus carreras, ya sean técnicas, tecnológicas o profesionales. También se activó una línea de crédito condonable a la cual pueden aplicar jóvenes de estratos 1 y 2 que estudian programas de educación para el trabajo y el desarrollo humano.
Paralelo a todo se ello se avanza, en coordinación con las entidades territoriales, en las medidas y el establecimiento de protocolos que permitirán que, a partir de agosto, implementar estrategias para el desarrollo de actividades académicas en casa y con presencialidad en las aulas bajo el esquema de alternancia. Igual se trabaja para dotar a las instituciones de elementos de protección personal para estudiantes, maestros, directivos y personal administrativo. A su turno, gran parte de las universidades y claustros de educación superior privados crearon distintos mecanismos de descuentos, plazos de financiación y otra serie de apoyos a los alumnos para que puedan continuar con sus estudios…
Habrá que esperar algunas semanas para determinar cuál termina siendo el índice de deserción y aplazamiento en la educación superior. No sólo es el problema del dinero de la matrícula como tal, puesto que en muchas familias los padres perdieron sus empleos o han visto reducir de forma sustancial sus ingresos por cuenta de las restricciones derivadas de la emergencia sanitaria. Ello llevaría a una gran cantidad de educandos a suspender sus estudios para entrar a emplearse y ayudar en el sustento diario de sus seres queridos. También está el caso de los alumnos que prefieren no matricularse en este semestre en espera de que la situación epidemiológica se despeje. Y, por último, no se puede negar que la emergencia dejó en evidencia que muchas instituciones no estaban listas para una educación virtual con los suficientes estándares de calidad y soporte tecnológico, lo que decepcionó a muchos…
Visto todo lo anterior, es urgente que se redoble la vigilancia a la cobertura de la educación superior, tanto pública como privada. Un índice alto de deserción y aplazamiento de semestres sería muy grave. Hay que actuar con más contundencia para neutralizar ese riesgo.