Al interior del barrio El Poblado, entre la urbe y algunos viejos árboles está en pie lo último que queda de la ‘Casa Roja’, una de las obras más importantes de Rogelio Salmona, el arquitecto más destacado en la historia de Colombia y de América Latina, que tal vez desaparezca dejando a Medellín sin ninguna herencia de su legado.
Se trata de la también llamada ‘Casa en el Poblado’, la única que queda construida de las dos que hizo Salmona en la capital antioqueña y en la que en los últimos días se ve en su entrada unos carteles que indican que será demolida. Una noticia que ha desatado un S.O.S por parte de la comunidad para preservar esta obra que guarda en cada uno de sus muros décadas de historia sobre el desarrollo arquitectónico de esa zona.
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La semilla
Diseñada para su gran amigo Mario Gutiérrez, la construcción de esta obra inició en 1966, año en el que el arquitecto construía al mismo tiempo las Torres del Parque en Bogotá. “Para esa época, Rogelio ya había realizado algunos proyectos que dejaban ver su postura frente a la ciudad y el paisaje, los cuales en muy poco tiempo, empezaron a ser reconocidos en el mundo de la arquitectura, por ser innovadores, por su respuesta sensible a cada entorno y su arraigo a las tradiciones socioculturales de cada lugar”, señaló María Elvira Madriñan, esposa de Salmona, en un texto que dedicó a la salvación de la casa.
Cuenta María Elvira que la amistad entre Mario y Rogelio fue muy sólida y se mantuvo a lo largo de los años. Durante la época en que Mario se desempeñaba como Embajador de Egipto, empezó a pensar en hacer un desarrollo en el predio de la casa y contactó a Rogelio para que diseñara un proyecto que le permitiera aprovechar una mayor área del lote, manteniendo la casa como parte del nuevo desarrollo. Fue así como los dos amigos volvieron a soñar, como lo hicieron cuando diseñaba la primera casa y fue otra vez la arquitectura, el vínculo para fortalecer su amistad.
Y es que al enterarse de esta lamentable noticia para el mundo de la arquitectura y cultura paisa, María Elvira se unió a esta iniciativa de conservación. “Me enteré de la demolición por fotos que me enviaron y por la gente de Medellín que me ha contactado y me piden que se haga algo. Me duele que se pierda una memoria como esta. Está en nuestras manos poder divulgar y ver si todavía algo se puede hacer”, le expresó a EL NUEVO SIGLO la también arquitecta y quien fue compañera de vida de Salmona.
Para Madriñan la ‘Casa Roja’ fue una pieza clave en el proceso de desarrollo de su arquitectura, “podría considerarse la semilla de sus exploraciones en torno a los espacios abiertos”, ya que esta fue la primera casa que Rogelio hizo con patio, aunque este no tuviera los cuatro muros que lo demarcaran, sino una forma de “c”.
A partir de esta edificación el arquitecto inició una serie de búsquedas de casas con patio, la cual no paró en sus años de labor. “De ella surgen proyectos tan importantes como la ‘Casa Alba’, la ‘Casa Amaral’ y la ‘Casa Franco’, entre muchas más. Sin dejar a un lado proyectos de vivienda de épocas posteriores y muchos de los proyectos institucionales que Salmona realizó, entre ellos la ‘Casa de Huéspedes’, ‘El Cerro Jorge Eliecer Gaitán’, el Museo Quimbaya, por nombrar solo unos pocos”.
Tradición y modernidad
Esta propiedad aún se mantiene en pie después de más de cincuenta años y de una primera demolición en parte de su estructura, pues su propietario tomó la decisión a mediados de los 90 de hacerle algunas reformas en una de sus alas. Cambios que finalmente no se llevaron a cabo. “A pesar de ello, la casa no perdió su magia, ni las condiciones de habitabilidad, lo que le permitió seguir siendo morada”.
Sin embargo, lo poco que queda de esta obra aún devela cómo Salmona concibió “una arquitectura moderna que juega con las estructuras tradicionales, creando un paisaje en el entorno en que está”.
Con materiales artesanales como tablones de ladrillo para los pisos, pañetes para muros y fachadas, madera a la vista para las vigas y cerchas de la estructura de la cubierta que le dan un carácter de liviandad y de ligereza, el arquitecto logra capturar la luz y variedad.
“Si se mira con detenimiento es fácil descubrir en ella influencias de los grandes maestros de la arquitectura universal”, entre ellos Alvar Aalto.
Otro de los atractivos y valores que tiene la Casa Roja es que guarda en su imagen al Poblado que fue hace más de 50 años. “En ese momento ese barrio era distinto a lo que es hoy en día. Había más casas con predios muy grandes. La Casa Roja ayudó al desarrollo del Poblado. Hace parte de esa memoria, de esa historia de la arquitectura de la época. Sería muy triste que desapareciera”.
Un llamado
Durante muchos años Salmona diseñó proyectos inmobiliarios, protegiendo lo que queda de la casa y que pudiera dar respuesta a este lugar, los cuales eran compartidos cada vez que Mario visitaba el país.
Como testimonio de estas búsquedas y exploraciones quedan varios esquemas, de gran valor, en los cuales se leen las intenciones arquitectónicas para involucrar la casa y al mismo tiempo responder a las condiciones ecológicas y ambientales del predio, el cual está rodeado por una quebrada y una vasta vegetación.
A pesar de estos esfuerzos, estos proyectos no se pudieron llevar a cabalidad y los dos genios amigos de la arquitectura, Mario y Rogelio, quienes daban la pelea por esta parte importante de la historia de la ciudad, hoy ya no están.
Por ello, María Elvira, consciente de la reacción tardía por las licencias de construcción que ya se expidieron, invita a los ciudadanos, arquitectos y autoridades municipales, departamentales y nacionales para rescatar esta obra y que se reconozca como bien de interés cultural. “El llamado lo hago desde el corazón para la preservación y que de verdad parte de esa memoria de Medellín no desaparezca”.