La mala educación | El Nuevo Siglo
Foto cortesía Mineducación
Domingo, 2 de Septiembre de 2018
Mario F. Hurtado
El  economista y profesor estadounidense Lant Pritchett, ha estudiado la calidad de la educación en el mundo y tiene una afirmación contundente. Asistir a la escuela no significa aprender

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En el libro “Rebirth of education”, algo así como el Renacimiento de la educación, publicado en 2013, Pritchett hace una serie de reflexiones que se mantienen vigentes y cobran importancia hoy. Sobre todo cuando de nuevo en el Ministerio de Educación quieren cambiar las políticas educativas que se estaban implementando y se busca en cuatro años sacudir todo para que no quede nada. En este contexto de tierra arrasada, las afirmaciones de Pritchett siguen teniendo mucho valor. No podemos seguir creyendo que la ampliación de la cobertura signifique acceso a la educación.

Desde la creación de las Naciones Unidas, en la Carta Universal de los Derecho Humanos el acceso a la educación ha sido una política fundamental. El crecimiento del acceso a la escuela en el mundo ha sido acelerado. Los países latinoamericanos pasaron de una cobertura del 50%, a mediados del siglo XX, a casi el 100% cien años después. En África y el Sur de Asia el salto fue del 20% al 80%.

Hasta 1950 el promedio de escolaridad de un ser humano era de dos años, lo que demuestra que casi toda la historia de la humanidad se caracterizó por el limitado acceso a la educación. En los últimos 68 años este promedio histórico saltó a siete años en los países pobres. Eso quiere decir que ha habido más educación en los últimos 50 años que en 1.000 años atrás.

Jornada Única

Hoy que se habla de la Jornada Única en Colombia, preocupa que cada vez cambien los intereses. A escala de Bogotá, durante la administración de Gustavo Petro se habló de la jornada 40x40, donde se privilegiarían las artes, los deportes, y las actividades que desarrollarán habilidades socioemocionales en esa jornada extendida. Pero la administración de Enrique Peñalosa desmanteló casi todos esos programas y se afirmó que la Jornada Única era para ciencias, matemáticas y lenguaje. Mientras tanto, desde el Gobierno nacional se hablaba de las recomendaciones de la OCDE para ampliar la jornada con énfasis en las áreas básicas. Sin embargo, la nueva administración de Mineducación empieza, en medios, a hablar de la importancia de lo que desmanteló en Bogotá hace tres años.

Preocupa, que no haya una política definida y estructurada sobre lo que se debe enseñar en la Jornada Única, y que la rotación de ministros traiga nuevas ideas cada vez y desmantele los avances que se venían haciendo. Por eso, toma valor el estudio de Pritchett: ir a la escuela más horas no garantiza educación, muchas veces los jóvenes menos educados se encuentran en las aulas cumpliendo con una jornada que nada les aporta.

El autor dice que en muchos países los niños pasan 3, 4, 5 o 6 años de escuela y siguen siendo básicamente analfabetos, incapaces de leer y escribir y ciertamente no leen con la complejidad que se requiere en el siglo XXI y son básicamente negados para los números. En algunos casos, son prácticamente incapaces de realizar operaciones aritméticas e incapaces de aplicar habilidades analíticas y de razonamiento, que deben enfrentar en su vida en el siglo XXI. Los niños llegan al final de su experiencia escolar mal preparados para enfrentar el mundo adulto. Por lo tanto, afirma, que se necesita un renacimiento de la educación.

Recomendaciones

Dentro de las recomendaciones que se tienen para cambiar esta situación, se busca hallar formas de construir una rendición de cuentas del sistema educativo para los ciudadanos, las comunidades, los padres y los niños. Que la escuela brinde la información adecuada para todos y un alto nivel de transparencia sobre lo que en realidad se está realizando y cómo se está trabajando, de tal manera que se crea una presión de desempeño, una cultura de que el aprendizaje es importante y se trabaja por ello.

Hay que pensar en currículos definidos, algo que sigue tardando. Está comprobado que los sistemas educativos exitosos son los que tiene metas claras y donde existe formas de medir esas metas. Eso quiere decir, currículos, contenidos, materiales didácticos, evaluación de estudiantes y de educadores. Por otro lado, la formación docente y cómo se articulan a los sistemas de educación escolar. El profesor debe saber sobre lo que enseña; debe tener pasión por su trabajo; debe tener las herramientas pedagógicas para llevar el conocimiento; y debe tener unas metas definidas. Es  necesario que el educador se evalúe de forma constante y reciba retroalimentación.

Ya hay un gran avance en infraestructura educativa en el país, ahora hay que trabajar porque esos niños que van a acceder a ella, aprendan en la escuela y no sigan siendo analfabetos por culpa de la falta de claridad en las políticas educativas con cada cambio de gobierno.

* Especialista en Educación

@hurtadobeltran  mario.hurtado@hotmail .com

* La opinión del autor no refleja necesariamente la posición del medio y es responsabilidad exclusiva suya.