Carlos III, ¿ante un difícil reinado en Gran Bretaña? | El Nuevo Siglo
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Viernes, 9 de Septiembre de 2022
Redacción Web

Con un espontáneo acercamiento a la gente y el renovado compromiso de servicio que hizo su fallecida madre, Isabel II, cuando tenía tan solo 21 años, el hoy entronizado Carlos III abre una era, con pronóstico reservado, en la monarquía británica.

Heredando de su progenitora y reina en las últimas siete décadas no sólo el trono sino su fortuna privada, un patrimonio colosal aunque insuficiente para rivalizar con los británicos más ricos, tiene ante sí múltiples retos, entre los cuales destaca -por su inmediatez e importancia-, ganarse el aprecio de los británicos y de allí el inesperado gesto de ayer al retornar a Londres, cuando rompiendo el protocolo se dirigió a saludar de mano a las personas que frente al palacio de Buckingham rendía tributo a la fallecida monarca, la única que han conocido las últimas tres generaciones.

Ningún soberano británico había esperado tanto para subir al trono. La llegada ahora del poco querido Carlos III, abre un periodo delicado para una monarquía que resistió a las crisis durante el largo reinado de su madre.

Isabel II fue coronada en 1953 con sólo 25 años, en un ambiente de entusiasmo nacional de un país que aún se recuperaba del trauma de la Segunda Guerra Mundial. Y toda su vida fue una figura muy popular y respetada.

Pero la llegada de su hijo es muy diferente. A s 73 años, es un "anciano" que sube al trono, dice Robert Hazell, profesor de derecho constitucional en el University College London y agrega que “será muy difícil para él tomar el relevo de la reina" y "es probable que la monarquía viva momentos difíciles”.

Consciente del desafío, ayer en su primer y solemne discurso a la nación, Carlos prometió igualar la dedicación al cargo de su "amada mamá".

Isabel II "se comprometió", en un famoso discurso por su 21 cumpleaños, "a dedicar su vida, ya fuera corta o larga, al servicio del pueblo", recordó el nuevo rey. "Yo les renuevo hoy esa promesa de servicio durante toda la vida", agregó, al igual que a “defender los principios constitucionales”.

Antes de ese mensaje a la nación, decenas de personas lo habían recibido con una ovación a su regreso a Londres desde Escocia, donde falleció la monarca. "¡Dios salve al rey!", gritó la multitud, cuando Carlos III bajó junto a su esposa, la reina consorte Camila, del Rolls Royce oficial que los llevó desde el aeropuerto hasta las verjas de Buckingham, donde se izó por primera vez para él el estandarte real.

Dando un largo paseo, el nuevo monarca estrechó muchas manos y recibió de viva voz los mensajes de condolencias y apoyo. Convertido automáticamente en rey a la muerte de su madre, fue entronizado hoy monarca tras del aval del Consejo de Ascensión, reunido en el Palacio de San Jaime y se leyera pública e inicialmente la proclama desde un balcón de Palacio.

En su primer discurso, Carlos III también nombró a su hijo mayor Guillermo, de 40 años, como nuevo príncipe de Gales. Su esposa Catalina será princesa de Gales, título no utilizado desde la muerte en 1997 de Lady Di. Al mismo tiempo expresó su "amor" a su hijo menor, Enrique, de 37, y la esposa de éste, la exactriz estadounidense Meghan Markle, que "continúan construyendo sus vidas en el extranjero".

La familia real mantenía una tensa relación con la pareja desde que abandonaron sus funciones en 2020 y se fueron a vivir a Estados Unidos.

Ayer, el primer acto del rey en Buckingham fue reunirse con la primera ministra, Liz Truss, para quien fue también una primicia ya que no tuvo tiempo de celebrar con Isabel II ninguna de las habituales audiencias periódicas entre los jefes de Estado y de gobierno.

Isabel II era "una de las mayores líderes que el mundo haya conocido", dijo Truss horas antes durante un homenaje en el Parlamento.



Más tarde, la jefa de gobierno leyó un pasaje de la Biblia en un oficio religioso celebrado en honor de la reina en la catedral de San Pablo: "Ninguno de nosotros vive para sí mismo, y ninguno muere para sí mismo, porque si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor".

Las campanas de la gran catedral anglicana sonaron al mediodía, como las de la Abadía de Westminster y otras del país, en honor de la difunta monarca. También se dispararon 96 salvas de cañón en varios lugares del Reino Unido, por los años de vida de la reina.

Mientras británicos y visitantes se congregaban con flores y fotos frente al Palacio de Buckingham, continuaron llegando mensajes de todo el mundo.

El presidente estadounidense, Joe Biden, elogió a una "estadista de dignidad y constancia inigualables", y anunció que estará en su funeral. El emperador de Japón, Naruhito, alabó los "muchos logros y contribuciones" de Isabel II.

Carlos III también se reunió con los funcionarios encargados de preparar el funeral de Estado de su madre, al que asistirán reyes y mandatarios de todo el mundo.

El féretro de Isabel II deberá viajar en los próximos días desde Escocia hasta Londres para ser velada, homenajeada y enterrada en un funeral que no debe tener lugar antes de diez días.

La reina llegó al trono con sólo 25 años y sus 70 años de reinado batieron récords.

Tras la enorme popularidad de la que disfrutaba, el futuro de la monarquía británica se presagia más complicado con Carlos III, menos apreciado por la opinión pública.

Los británicos prefieren a su hijo mayor Guillermo, 40 años, y a la esposa de este, Catalina, que junto a sus hijos pequeños, Jorge, Carlota y Luis, aparecen como una familia más moderna.

El duelo oficial culminará con un último adiós a la difunta monarca en la Abadía londinense de Westminster.

El rey es conocido desde hace tiempo por sus controvertidas, y a veces ridiculizadas, opiniones sobre temas como la agricultura y la arquitectura moderna (que no le gusta).

Aunque sus preocupaciones medioambientales sean ahora ampliamente compartidas, tendrá que mantener una neutralidad férrea, ya que a partir de ahora cada una de sus palabras será escrutada y comentada.

En 2018, aseguró a la BBC ser consciente de que una vez en el trono tendría que abstenerse de tomar posición: "No soy tan estúpido".

Pero esta neutralidad podría ser difícil de mantener de cara a dos situaciones complejas y trascendentales para su reinado: el movimiento independentista de Escocia y la negociación posbrexit para Irlanda del Norte.

Esas son, sin duda, pruebas de fuego para Carlos III que podría seguir el ejemplo de Isabel II, quien como reseñó ayer el editorial de este diario “gobernaba más por el silencio que por lo que decía... consideraba la prudencia y la serenidad como la virtud esencial para mantenerse a tono con los tiempos que le tocó enfrentar”.