Pese a la importancia del río Tuluá en el abastecimiento de agua para 184 mil personas de los municipios -y respectivos corregimientos- de Guadalajara de Buga y San Pedro, y al 99 % de Tuluá, han sido las propias comunidades las que han liderado la construcción de acueductos rurales para tener agua en sus viviendas.
Así, se han construido 33 acueductos veredales ubicados a lo largo de la cuenca hidrográfica, considerada estratégica para el suministro de agua en una parte importante del Valle del Cauca. Sin embargo no están legalizados y son administrados por una asociación comunal con una tarifa simbólica.
En la zona media del río la limitación se relaciona con la cantidad y la calidad del agua. Resulta paradójico que en épocas de lluvias se presenten más cortes del servicio, si se tiene en cuenta que, por condiciones naturales, en la cuenca hidrográfica existe alta amenaza de degradación de suelos y aguas, agudizada por la tala de árboles, la ganadería y el cultivo en las zonas páramo y ladera, lo que conlleva problemas de erosión y contaminación que hacen que en estas temporadas el líquido no sea apto para el consumo humano.
Después de identificar las principales problemáticas, investigadores de la Universidad Nacional (U.N.) Sede Palmira, con el apoyo de la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC), desarrollaron una propuesta metodológica que complementa algunos estudios como los planes de ordenamiento territorial (POT, EOT), los planes de ordenamiento de cuencas hidrográficas (Pomch, Pomca) y los planes de desarrollo municipales, departamentales y nacionales.
“La mayoría de estos estudios no se ha adelantado de forma participativa. Por eso nuestra propuesta fue caracterizar ambientalmente este territorio, de la mano de la comunidad, para evaluar las causas del desabastecimiento del agua”, expone Johanna Ximena Escobar Castaño, magíster en Ingeniería Ambiental de la U.N. Sede Palmira, quien mereció que su tesis fuera laureada gracias a que la metodología que aplicó en su investigación consistió en combinar métodos participativos y lúdicos con tecnologías de punta.
Problemas estructurales
La metodología integra técnicas participativas del análisis del territorio (Transectos Ambientales, Árbol del Problema, Cartografía Social y Análisis Situacional) con herramientas tecnológicas (ArcGIS, un conjunto de software en el campo de los sistemas de información geográfica), lo que permitió estructurar nuevos modelos cartográficos en la estimación de la zonificación biofísica y el riesgo en la cuenca del río Tuluá a nivel macro, y en tres acueductos rurales analizados: Monteloro, Maravelez y Mateguadua.
La magíster menciona que dichos acueductos se seleccionaron porque son los que cubren mayor población y su servicio presenta serias limitaciones administrativas y técnicas, lo cual está ocasionando deterioro en la calidad de vida de los usuarios y abandono de las obras de infraestructura.
Los investigadores partieron de la información suministrada por la Alcaldía de Tuluá, que indica que 25 acueductos (75,8 %) se consideran en situación “grave”, cuatro en “mal estado” (12,1 %) y cuatro (12 %) que se abastecen de pozos profundos en la zona plana.
En las visitas a la zona se constató que cada acueducto rural está compuesto por una bocatoma, un desarenador y un sistema de conducción para la distribución, pero no cuentan con un sistema de tratamiento para la potabilización.
Carlos Alberto Escobar Chalarca, profesor de la U.N. Sede Palmira, señala que después del recorrido identificaron por ejemplo que la estructura de la bocatoma está mal diseñada o ubicada, y que además falta mantenimiento de las estructuras.
También se encontró que el común denominador es la falta de organización, participación y solidaridad comunitaria; un deficiente conocimiento de las normas; baja presencia institucional; muy baja asistencia técnica de las instituciones ambientales relacionadas con estas problemáticas; y falta de sensibilidad ambiental.
Así mismo se detectaron prácticas de ganadería extensiva en una zona que no es apta para ello, tala de bosques, remoción masal (procesos de movimientos y flujos de lodos debido a la acumulación de agua sobre una zona muy pequeña) y erosión avanzada por la presencia de cultivos como eucalipto y pino en la zona de amortiguamiento.
También se ha dejado de sembrar bosque para sembrar piña y otros frutales. “El problema de estas unidades de negocio es el manejo; las entidades responsables deben realizar un mejor acompañamiento y generar metodologías, como sistemas de rotación de cultivos”, recomienda la magíster.
De igual manera advierte que es urgente que la comunidad se organice para gestionar recursos con base en el diagnóstico realizado. Algunos habitantes fueron capacitados en normatividad ambiental y cuentan con una ficha técnica y una propuesta de rediseño para cada bocatoma