Miles de estudiantes marcharon por el centro de Santiago en una multitudinaria manifestación, en una potente señal de fuerza para el nuevo gobierno de Sebastián Piñera.
Después de años de inacción, los dirigentes estudiantiles lograron volver a reunir a miles de estudiantes para protagonizar la primera marcha del nuevo gobierno de Piñera, quien en su anterior administración (2010-2014) enfrentó las mayores manifestaciones estudiantiles en varias décadas.
Reunidos en el parque Bustamante, inmensas columnas de estudiantes avanzaron por varias cuadras de la céntrica avenida Alameda de Santiago, junto al compás de tambores y coreografías de baile, en un ambiente festivo opacado hacia el final con enfrentamientos entre grupos de encapuchados y la Policía.
Apartados de la manifestación, los encapuchados lanzaron piedras, palos y otros objetos a los efectivos de fuerzas policiales que en gran número resguardaban todo el centro de Santiago. Los ataques fueron repelidos por la Policía con abundantes chorros de agua y gases lacrimógenos.
"Marchamos contra la forma y la reforma", rezaba uno de los cientos de lienzos con consignas levantados por los estudiantes, que desde hace años reclaman educación pública, gratuita y de calidad y que ahora han puesto sus ojos en la prohibición de la obtención de ganancias en las entidades educativas.
"A recuperar la educación para el pueblo", decía otro de los carteles de una marcha que elevó el tono de los gritos mientras pasaba frente al palacio presidencial de La Moneda.
Gran convocatoria
Según los organizadores, unas 120.000 personas participaron de esta primera marcha estudiantil, mientras que la Policía cifró la asistencia en unos 30.000 estudiantes.
"Razones para marchar hay miles", dijo el presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, Alfonso Mohor, a la cabeza de la masiva manifestación.
Con todo, sorprendió la gran convocatoria que lograron las organizaciones estudiantiles, que en los últimos dos años no habían logrado convocar a manifestaciones de esta envergadura, tal y como lo fueron las primeras protestas estudiantiles que estallaron en 2011 durante el primer gobierno de Piñera.
Con la promesa de acoger las demandas de los estudiantes y establecer una profunda reforma al sistema educativo que se mantiene como herencia de la dictadura de Augusto pinochet (1973-1990), la socialista Michelle Bachelet sucedió a Piñera a partir de marzo de 2014.
Pero los cambios propuestos por la mandataria, como la gratuidad instaurada para cerca de un tercio de la matrícula y la prohibición de selección de estudiantes en las escuelas, fueron considerados "insuficientes" por los estudiantes, que prometieron redoblar sus protestas en el nuevo gobierno de Piñera que arrancó este 11 de marzo.
Los dardos apuntan ahora a la obtención de ganancias (o lucro) por parte de las universidades privadas. La reforma de Bachelet lo prohibió pero un posterior fallo del Tribunal Constitucional limitó los alcances de la normativa.
El lunes, tras firmar un proyecto de ley para extender la política de gratuidad a cerca de 13.000 estudiantes de institutos técnicos, Piñera negó que tenga planeado echar pie atrás a los beneficios de gratuidad y aseguró que no habrá lucro en la educación.