Definitivamente la campaña arrancó y no de forma menos que sorpresiva para algunos. Sin embargo en la gran encuesta publicada en el día de ayer por algunos medios importantes del país está claro que la ventaja de Germán Vargas Lleras es mucho más considerable de lo que todos aceptaban. De hecho por lo menos en las últimas cinco encuestas aparecía empatado o por debajo de algunos de sus contrincantes, lo que ciertamente parecía extraño tratándose de una persona que ha recorrido el país de cabo a rabo por lo menos ocho veces desde que era senador, luego en su aspiración presidencial y ahora en su condición de ministro y posteriormente vicepresidente.
Eso quiere decir que Vargas Lleras no es un político impostado o de aquellos que juegan al albur como una eventualidad. Porque, con efecto, la política tiene esos dos componentes. Uno, el de la persona que va cuajando su liderazgo poco a poco, ocupando las diferentes tareas del Estado, tanto en el gobierno como en el parlamento, hasta que la experiencia cobra características de importancia tanto para ella como para el país. Es lo que suele llamarse: liderazgo.
La otra política es aquella por medio de la cual una persona determinada se va colocando de acuerdo con las conveniencias, hasta que en una de estas jugadas a tres bandas sale adelante y logra posicionarse como la indicada en cierta coyuntura. No hay en ello, ciertamente, la creación paulatina de un equipo político, ni la aproximación a los diferentes problemas nacionales a partir del Legislativo y el Ejecutivo, sino que se considera que con pasar por diferentes cargos tecnocráticos es suficiente.
Vargas Lleras es, desde luego, de otro talante. Comenzó en la política desde muy temprano, siempre bajo el escrutinio público y todo el tiempo de la mano popular. Por ello hoy no es secreto que esté no solo liderando las encuestas, sino sacando una considerable ventaja al contendor siguiente. De suyo, en los sondeos hacia la segunda vuelta, Vargas Lleras prácticamente duplica o triplica al adversario, dependiendo del caso.
Por lo demás, uno de los datos más importantes del mencionado estudio está en las altas dosis de favorabilidad y las más bajas de desfavorabilidad, lo que significa que Vargas Lleras todavía tiene bastante para dónde crecer en la primera vuelta. Está claro que la elección de su vicepresidente o vicepresidenta será clave para una mayor cantidad de acumulado político. Pero igualmente es de todos conocido que Vargas Lleras seguirá recorriendo el país, seguramente como lo estará haciendo hoy sin los reflectores encima y solamente bajo la idea de reunirse con la gente a escuchar sus inquietudes, como siempre lo ha hecho. Sus adversarios, ciertamente, decidieron que porque venía adelantando con rigor y eficacia todos los programas de infraestructura y de vivienda en el país ello se debía a que estaba en campaña. No repararon, por supuesto, en que más bien estaba cumpliendo todas y cada una de las promesas y que eso es lo que quiere la gente: es decir que el Estado responda con lo que se compromete y no como es tradicional de la política colombiana, prometer para nunca cumplir. Y esto, además, sobre la base de que el Estado en Colombia es prácticamente inaplicable, tanto por la paquidermia burocrática como por la tramitología y la cantidad de obstáculos para poder producir resultados. Lo que, por anticipado, no es problema para Vargas Lleras por lo que ha dejado entrever de su política central: la aplicación efectiva del Estado.
Pero de otra parte Vargas Lleras está alto en las encuestas por la otra arista de su política: la reinstitucionalización del país. Y esto naturalmente porque en los últimos tiempos se ha sufrido tal desgaste institucional que hoy las normas generales ya no parecerían ser los referentes para generar la estabilidad que permita sacar adelante el desarrollo económico con equidad social.
Y ese es precisamente el tercer punto de la política que Vargas Lleras ha venido consolidando, en el sentido de que no hay que hacer populismo para sufragar las sentidas necesidades del pueblo colombiano, tal y como lo demostró en los programas que llevó a cabo. No existe, por ejemplo, queja de corrupción alguna de Vargas Lleras en el ambicioso programa de vivienda, donde se manejaron billones y billones de pesos sin mácula alguna ni negligencia administrativa.
Es por los tres componentes anteriores que Vargas Lleras va punteando en las encuestas. Falta, por descontado, largo trecho. Sin embargo una cosa va de ser presidenciable a querer ser presidente y eso es lo que está demostrándose entre una parte importante de los candidatos que todavía les falta pelo para moña.