HOY se conmemora el arribo del coronel Simón Bolívar a Cartagena el 14 de noviembre de 1812, hace doscientos años. El oficial de 29 años escapa del derrumbe de la Primera República de Venezuela, dejando atrás el horror de los incendios, la sangrienta guerra social, los cadáveres insepultos y los heridos mutilados salvajemente, el levantamiento de los pardos contra sus antiguos amos y a favor del Rey; las luchas intestinas que debilitaron el gobierno, lo mismo que el final desconcertante de la dictadura del generalísimo Francisco de Miranda, su antiguo ídolo al que entrega prisionero a Monteverde, por no seguir luchando con las fuerzas que aún tenían, pese a la pérdida de la fortaleza de Puerto Cabello a cargo del coronel. Le confiscan sus fondos y el equipaje en Curazao, su compañera de entonces llora la desgracia al no alcanzar a embarcarse para escapar juntos. En Curazao lo salva un préstamo de mil pesos que respalda como fiador un tío político. En medio de la infinita amargura de ver frustrados sus planes y perder su riqueza, como dejar a sus seres queridos, no piensa en otra cosa que en salvar su honor. Es asombroso que en medio de semejante derrota y situación tan adversa, se acrecienta la voluntad que lo anima por reivindicarse e intentar forjar un República libre en Venezuela y brindar libertad a los pueblos de Hispanoamérica.
Bolívar, al soportar tan duras pruebas, se transforma, brota en la desgracia el genio y esa formidable capacidad de autocrítica que lo conduce a cuestionar las ideas liberales y utópicas en boga que habían horadado la Primera República de Venezuela, un país que se indigesta lo mismo que la Nueva Granada, con la democracia y la libertad mal entendidas, con la copia al calco de constituciones foráneas, el triunvirato en el Ejecutivo y modelos extranjeros, como el federalismo. Simón Bolívar es un coronel derrotado de apenas 29 años, sin seguidores ni destino aparente, que parece haber madurado de improviso, quien se da a conocer en Cartagena como el primer crítico de las ideas de la Enciclopedia y los revolucionarios franceses, su conciencia de mantuano, amigo del orden en busca del poder total en Venezuela, le hace desertar de las ideas liberales europeas en boga. En el Manifiesto de Cartagena plantea la necesidad de gobiernos que respondan a la naturaleza de las circunstancias, las leyes no pueden ser las mismas en la tempestad y el sosiego. Es elemental fortalecer el Estado. Nace en su mente el democesarismo, el gobierno con poderes capaces de imponer el orden en épocas de guerra o gravísimo conflicto social y de ser preciso apelar a la dictadura. Es el Bolívar original y contrarrevolucionario. Parece tener claro que para combatir la violencia, derrotar a los realistas, someter a los caudillos bárbaros, organizar las nuevas repúblicas se requiere de una voluntad de poder superior: de la dictadura.
No se trata de una dictadura permanente, sino al estilo romano, incluso de los griegos que investían temporalmente de la autoridad suprema a un caudillo respaldado por el pueblo que los capitaneara en tiempos de guerra. La dictadura para salvar la democracia. Y Bolívar, después que recibe un mando subalterno en Cartagena, inferior a sus antecedentes y capacidades, bajo las órdenes del general Pierre Labatut, amigo de Miranda, que consigue refugio en la noble y hospitalaria ciudad amurallada, cuando arranca la Campaña Admirable por el Magdalena, desobedece las órdenes que pretendían inmovilizarlo y mantenerlo al margen. Entonces asume de facto la comandancia en Jefe, es decir, la dictadura, sin la cual no habría podido emprender la Campaña Admirable. Bolívar, por cuatro veces más deberá asumir la dictadura contrarrevolucionaria, bajo los dictados de los principios que menciona en el Manifiesto de Cartagena, en Venezuela del 6 de agosto de 1813 al 2 de mayo de 1814. De nuevo en Venezuela del 6 de mayo de 1816 al fin octubre de 1821. En el Perú del 10 de febrero de 1824 al 1º de septiembre de 1826. Al frustrarse la negociación política y fracasar la Convención de Ocaña, por decreto es abolida la vicepresidencia y el 27 de agosto de 1828 asume la dictadura. Es el democesarismo contrarrevolucionario, antídoto ideológico contra el desorden para estabilizar la República y restablecer la democracia.
En esta fecha memorable El Nuevo Siglo se une a la Sociedad Bolivariana de Colombia que preside Miguel Santamaría Dávila, la Academia de Historia y la Sociedad Bolivariana de Cartagena y las filiales en la región, para rendir homenaje el Libertador Simón Bolívar en el Bicentenario del periplo cartagenero.