Carismática. Sí, así es Mariana Pajón, la “reina del bicicross”, quien a los 29 años acaba de sumar su tercera medalla olímpica y, aunque no fue de oro como la quería, la celebró como si fuera la primera de su carrera.
Cuando asistió a sus primeros Juegos Olímpicos, los de Beijing en 2008 como invitada, pocos sabían que detrás de esa figura menuda y elocuente se proyectaba una deportista que pronto empezaría a brindarle triunfos a Colombia a nivel mundial.
Con el paso de los años y la llegada de los éxitos, la antioqueña se fue ganando el cariño de la inmensa mayoría de colombianos y lo acrecentó con esa sencillez, cordialidad y 'don de gente' que siempre la ha acompañado.
Cuando empezó a cosechar éxitos siempre estuvo presta a dar autógrafos, tomarse una foto con sus admiradores, a conceder entrevistas y a enviar mensajes exaltando la labor de los diferentes medios de comunicación.
A su lado siempre ha estado su hermano Miguel, quien cumple un trabajo discreto pero eficiente y nunca ha sido obstáculo para que Mariana llegue al público, a la televisión, la radio o los periódicos.
Su amor por el deporte lo heredó de su padre, Carlos Mario Pajón, quien incursionó en el kartismo y su progenitora, Claudia Londoño, practicó equitación.
Ama a Colombia como pocos. Por ello exhibe el tricolor nacional con orgullo a donde va. Por eso nadie entiende cómo es que a una deportista del talante de Mariana la amenacen, así como a su esposo, quien nació en Francia pero es tan colombiano como la bicicrosista antioqueña.
Su vida, contrario a lo que se podría pensar, no ha sido color rosa: en su andar ha tropezado con obstáculos que la ayudaron a madurar, a ver la vida desde otro ángulo. Pero como en su carrera deportiva, las veces que ha caído se ha levantado con más ímpetu, o si no, que lo diga su medalla de plata en Tokio luego de dos años difíciles por las lesiones.
Sus inicios
Nació en Medellín el 10 de octubre de 1991, Bicicrocista activa desde 1995. Actualmente pertenece al programa Altius de alto rendimiento de Coldeportes, compite en la categoría Elite Women y hace parte de la Selección Colombia de BMX.
Pero contrario a lo que podría pensarse, esa niña que a los 9 años hablaba con fluidez y tenía objetivos claro en lo que sería su vida como deportista no se inició en el bicicross, sino que lo hizo en la gimnasia, aprovechando su estatura, flexibilidad y destreza.
De acuerdo con sus allegados, aprendió a pedalear cuando tenía tres años y a los cuatro ya realizaba entrenamientos en pista. Incluso, en los siguientes años tuvo que competir contra niños -a los cuales derrotaba-, ya que no había una categoría femenina.
Sin embargo, cuando transitaba por los cinco años sufrió su primera lesión: se fracturó la clavícula. Esto causó que los familiares trataran de convencerla para que practicara otro deporte, pero no lo lograron.
A los nueve consiguió su primer título internacional en Argentina (en el 2000): era la única mujer enfrentando a los hombres. Dos años después, a los 11, viajó a Estados Unidos para formar parte del equipo Dan’s Competition. Ganó trofeos, continuó estudiando y aprendió inglés.
Paralelo a sus actividades deportivas cursó sus estudios en Rionegro, en el colegio Sagrado Corazón Montemayor y luego estudió enfermería.
Previo a su primera gran hazaña, viajó como invitada a los Juegos Olímpicos de Beijing y aunque no estuvo con los deportistas de élite, se fue familiarizando con las justas y aprendiendo.
Antes de cumplir los 20 años ya había sido tres veces campeona del mundo junior y dos más en categoría senior.
Fue la abanderada de Colombia en la Ceremonia de Apertura de Londres 2012, en donde alcanzó su primera medalla de oro olímpica, la segunda en la historia del deporte colombiano después de la conquistada en levantamiento de pesas por María Isabel Urrutia en Sídney 2000.
Sus éxitos continuaron en cuanto torneo participó y llegó a Río de Janeiro dispuesta a repetir su actuación de Londres 2012 y lo hizo: ganó su segunda medalla de oro.
La lesión
El aplazamiento de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 a este año le vino bien, según sus palabras. Estuvo nueve meses sin poder competir a causa de una grave lesión que sufrió en 2018. Si la cita olímpica hubiera sido como estaba programada el año pasado, a lo mejor no hubiera podido asistir y de hacerlo, no habría llegado en su mejor forma.
“Fui de las pocas atletas que le convino que los Juegos Olímpicos fueran aplazados porque me dio tiempo para prepararme y terminar de recuperarme. Me siento muy bien, cada vez más fuerte, cada vez más segura en la pista”, dijo en su momento.
Ya recuperada, apoyada por su esposo el también bicicrosista nacionalizado Vicent Paullard, su familia, los colombianos que la admiran y valoran lo que ha hecho por el país, cuya bandera es exhibida con orgullo en cuando escenario triunfa, llegó a Tokio como una de las grandes esperanzas para alzarse con una medalla y no defraudó.
Ella, la ‘La Hormiga Atómica’, quería la presea dorada para completar tres pero una mínima diferencia la privó de lograrlo. Lloró porque la presea fue de plata y luego tomó la bandera tricolor y la mostró con orgullo, aunque por dentro la carcomía el dolor de, junto su esposo, haber sido amenazada en su patria, la misma a la que lo único que le ha dado son satisfacciones, muchas, muchas alegrías y triunfos.
Sus títulos se cuentan por docenas y no es una exageración. En campeonato mundial, en torneos nacionales de Francia, de Colombia, en copas nacionales, en Juegos Bolivarianos, Centroamericanos, Panamericanos, en donde sea que se inscribe, su nombre queda grabado.
El problema para Colombia es que a sus 29 años no se sabe hasta dónde más pueda llegar. Pero sin importar la decisión que tome, será recordada por ser la primera deportista nacional en sumar tres medallas en tres Juegos Olímpicos, un reto muy grande para las nuevas generaciones.
“París 2024 es en tres años, tengo varios proyectos, quiero seguir pedaleando, pero no sé en cuál bici, vamos a ver”, dijo Mariana Pajón, quien contó que “me encanta el ciclismo de pista y me gustaría explorar”, dijo.
Pero, sin importar cuándo decida dejar de pedalear a nivel competitivo, no solo será recordada por sus logros deportivos. No. Quedará en el corazón de los compatriotas que la admiran, por su forma de ser, sencilla, amable, cordial y siempre dispuesta a regalar una sonrisa, a firmar un autógrafo, a posar para una foto o a conceder una entrevista.
Es la ‘Hormiga Atómica’, como le dicen cariñosamente, o la ‘Reina del BMX’, una mujer que por su carisma cautiva y deslumbra a donde vaya.
Como todo humano tiene virtudes, defectos y hasta cábalas. Una, correr siempre con el número 100 y otra, no usar las medias del mismo color cuando va a competir.
“Un día me equivoqué de medias y quedé campeona mundial, así que pensé, ‘pudo ser por esto’. Desde entonces, en cada competencia corro con medias diferentes, blanco y rojo, negro o blanco”, contó en alguna oportunidad.
Es una deportista de élite (todavía le queda cuerda para desafiar a sus rivales en las pistas), una mujer… pero una mujer fuera de lo común, encantadora como ella sola, siempre humilde, sincera y, ante todo, una guerrera.