El perjuicio para la salud que conlleva el consumo de alcohol es ampliamente conocido. Son numerosas las investigaciones que relacionan este hábito como un factor de riesgo para muchas enfermedades crónicas como la cirrosis hepática, enfermedades del sistema circulatorio e incluso ciertos cánceres.
En los últimos años se ha detectado un nuevo trastorno de la conducta alimentaria (TCA) relacionado con el consumo del alcohol, la alcohorexia, también llamado ebriorexia o drunkorexia. Fátima Servián Franco, profesora en el Grado de Psicología y en el Máster Universitario en Nutrición y Salud de la Universidad Internacional de Valencia (VIU), explicó que “según diversos estudios, se denomina alcohorexia a la conducta de restringir el consumo de alimentos con alto aporte calórico para ingerir bebidas alcohólicas en exceso. Se puede englobar dentro de los trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia nerviosa o la bulimia nerviosa”.
Se trata de un trastorno que se identifica mayoritariamente en mujeres universitarias entre 18 y 24 años que presentan una distorsión de la imagen corporal. En este sentido, la experta señala que “el patrón habitual de este desorden incluye tres dimensiones: consumo de alcohol, desorden alimentario y actividad física”.
La sintomatología que suele presentar, además de contar las calorías de los alimentos y bebidas ingeridas, “se basa en dejar de comer horas o días enteros previo al episodio de la ingesta de bebida alcohólica e incrementar posteriormente la actividad física para quemar las calorías en exceso. Los jóvenes con esta sintomatología tratan de equilibrar la ingesta de alimentos para evitar incrementar su peso corporal", indicó Servián.
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En cuanto a las consecuencias de esta alteración de la conducta alimentaria, la docente de VIU destaca como principales “las graves deficiencias de nutrientes, desorden alimenticio, efecto de la intoxicación aumentada, temor irracional sobre la excesiva ingesta de calorías y el aumento de peso, así como todo lo que estas prácticas conllevan a nivel emocional y conductual”.
¿Cómo se detecta este trastorno?
La experta asegura que el rol de la familia en el tratamiento de los TCA es fundamental puesto que cuanto antes se acuda a terapia con un profesional de la salud mejor pronóstico hay para este tipo de trastornos.
A la hora de identificarlo explica que “el patrón habitual del desorden de la alcohorexia está en contar las calorías de los alimentos, de las bebidas ingeridas o dejar de comer. Ahí vemos que algo está pasando, son señales de alerta y siempre previas al episodio de ingesta de bebidas alcohólicas, así como incrementar posteriormente la actividad física para quemar esas calorías”.
“Para que la familia pueda advertir la alcohorexia debemos tener en cuenta que la prevalencia de este trastorno es mayoritariamente en estudiantes que inician su etapa universitaria y también se ha encontrado que una parte de esta población vive en residencias universitarias. En general, el perfil de riesgo para padecerlo es una mujer menor de 21 años que reside en un colegio mayor, residencia universitaria o piso de alquiler y con riesgo de trastorno psiquiátrico. Además, tienen un patrón dietético restrictivo y eso se traduce en menos presencia de alimentos con alta densidad calórica, se aíslan a la hora de la comida y hay unos cambios comportamentales muy evidentes antes de las salidas nocturnas”, añadió.