“Olvidamos el dolor real de nuestros semejantes”
En un viejo programa de la televisión mexicana que pasaban en Colombia a finales de los años ochenta en el que se presentaban varias secciones de crítica social para destacar comportamientos negativos de funcionarios o de ciudadanos, se terminaba con la pregunta “qué nos pasa” como única reacción frente a esas situaciones absurdas, exageradas o francamente increíbles.
La pregunta es ahora pertinente frente a las reprobables reacciones que en los medios de comunicación y en las redes sociales han podido verse frente al terrible asesinato de la señora María del Pilar Hurtado, que ocurrió a plena luz del día y frente a su hijo menor, en el municipio de Tierralta en el departamento de Córdoba.
Algo anda muy mal en la sociedad colombiana cuando la preocupación de muchos en las redes sociales, especialmente en twitter, no es el sufrimiento del pequeño que llora desgarradoramente por la pérdida de su madre, la tragedia de la señora asesinada o la impunidad arrogante con que actuaron los sicarios, sino la instrumentalización política del cadáver.
Sorprendente la prisa de muchas autoridades, empezando por el alcalde de Tierralta, de apresurarse a negar que la señora María del Pilar Hurtado fuera una líder social. A ese mandatario no le importó que la asesinada fuera una madre de familia, o el daño sicológico virtualmente irreparable que ha sufrido su pequeño hijo, o el simple hecho de que una ciudadana haya sido asesinada a plena luz del día en el municipio en el que él es la primera autoridad de Policía. Su único afán era negar la presunta condición de lideresa social. Como si un punto más o menos en la tenebrosa estadística de asesinatos de líderes sociales fuera a revertir la situación dramática de los huérfanos de la señora Hurtado.
El twitter que es una red en la que a menudo aparece lo peor de la nacionalidad colombiana, no decepcionó. Los comentarios iban desde el de algunas activistas de la extrema derecha que simulaban lamentar el asesinato de doña María del Pilar únicamente para recordar que las Farc habían cometido hechos similares y de paso atacar a la JEP, hasta el de los del otro espectro ideológico que utilizaban su aparente dolor por el execrable homicidio para simplemente culpabilizar al gobierno nacional e insultar al Presidente de la República.
Cada uno intentando echarle el muerto al otro o justificando veladamente los asesinatos de hoy por la crueldad de los de ayer, en una instrumentalización absoluta de la muerte y una deshumanización absoluta del prójimo. Nadie piensa en la tragedia del asesinato como lo que en realidad es, un fracaso de la humanidad. Todos piensan en el muerto como un objeto arrojadizo para reclamarle responsabilidades políticas a alguien o para evadir las propias, o, a lo sumo como una cifra estadística.
Sorprende semejante comportamiento en un país cuya gente presume de su sentido religioso y de su preocupación por los niños. Rezan mucho u oran, según sea el credo que profesan, pero se han olvidado del dolor real de los semejantes que son crucificados a diario.
@Quinternatte