Con pasmosa preocupación observo la manera con que las élites de poder (gremios, empresarios, sindicatos, académicos etc) y los políticos abordan el tema de la reforma tributaria.
Más allá de defenderla o atacarla, que por cierto tiene tanto de bueno como de malo, lo cierto es que como lo ha informado el periodista Sebastián Nohra suficientemente bien documentado, el país atraviesa por la peor crisis económica de su historia reciente gracias a la inefable pandemia. Ni en la crisis económica del presidente Samper por cuenta del proceso 8.000 contábamos con tan elevado gasto público, tan dominantes impuestos, tantos subsidios, tanta deuda pública y tan grande déficit fiscal.
Los de clase media volvieron a ser pobres y gracias a la anacrónica y obsoleta legislación laboral, a la falta de visión de país y a la enorme carga tributaria, el sector productivo está exhausto, en los huesos financieros, sin ahorros, sin acceso a crédito y sin fuerzas para sacarnos de la crisis. Además, legítimamente asustados por lo que se les pueda venir en el 2022.
Y las élites y los políticos en la carpintería. En ver el punto y la coma, el inciso, la deducción, la exención o la tasa. Que si el IVA del 19% o del 20%, que si tributan estos o aquellos, que si tocamos o no la gigantesca canasta familiar y un largo etc…
No hay voces que ante semejante crisis estén pensando en volverla una oportunidad de cambio. De rupturas de paradigmas. Una crisis de colosal tamaño no se soluciona mediante el sistema tributario sino con una adecuada concepción de la hacienda pública.
La Hacienda combina dos elementos esenciales del Estado: la nación y el territorio. Es decir, la manera de explotar eficiente y económicamente el suelo, subsuelo, los mares, el espectro, la órbita geoestacionaria, en función de la gente.
Este no es tiempo de reforma tributaria sino de cambio de paradigmas. Para tapar el hueco fiscal ponemos más plata, pero para ser sostenibles y poder desarrollarnos debemos cambiar el modelo de la hacienda pública.
Yo creo en un modelo descentralizado territorialmente, con gobiernos locales asimétricos y gasto público proporcionado en mejora de la calidad de la prestación de los servicios públicos. Todo eso lo explico en detalle en www.visioncolombia2022.com.co
Esto es, un modelo que atendiendo las realidades socioeconómicas, así como las históricas de los entes territoriales pueda permitir que cada uno de ellos se de su propia forma de gobierno y pueda establecer sus propios tributos. Que el territorio y no el Estado sea el centro de gravitación del sistema tributario y la prestación de los servicios públicos, entre otras cosas.
@rpombocajiao