Debo reconocer que hace mucho no conducía largas distancias por las carreteras de nuestro país. Sin embargo hace poco tuve la oportunidad de hacerlo y mi experiencia fue, aunque suene paradójico, encantadora pero a la vez bastante estresante.
Fue un orgullo como colombiano percibir un desarrollo evidente en la infraestructura colombiana, en comparación con tiempos pasados, aunque aún nos falta mucho para poder competir internacionalmente en esta materia.
A su vez, fue decepcionante ver la falta de cultura de los ciudadanos en su comportamiento al conducir. Si se preguntan a qué me refiero con esto, les señalo algunos ejemplos.
No se respeta el carril de alta velocidad (en Colombia es el izquierdo), que en todo el mundo se utiliza únicamente para adelantar vehículos y/o permitir el paso de aquellos que van a una velocidad mayor. No, en nuestro país este carril es invadido por cualquier vehículo, incluyendo camiones, volquetas o buses de transporte público sin importar que su velocidad obstruya y congestione el flujo durante cientos de kilómetros generando bloqueos inigualables.
Pero mi decepción no viene únicamente de la falta de educación vial. No se puede esperar mayor avance en este tema cuando esa educación no se ofrece. Tampoco, cuando los límites de velocidad siguen siendo los mismos y los mínimos no existen aunque las carreteras hayan mejorado; es necesario que éstos se adecuen de forma realista a los avances tanto de la infraestructura como de los vehículos.
Lo mismo sucede con los peajes. No solo son muchos los que hay que atravesar, sino que además limitantes en las opciones que ofrecen para hacerlo. En lugar de aportar a una mejora en el flujo de las carreteras, éstos se convierten en un obstáculo más. Hay que ver cómo en muchos otros países ya se obtiene un tiquete al ingresar a una autopista y se cancela al salir de la misma una suma proporcional a la distancia recorrida.
Y es también triste que se materialice entre los colombianos el refrán que dice "allí donde fueres haz lo que vieres". Mientras en nuestro país nos comportamos de esta manera, sorprende ver que cuando los colombianos salimos al exterior en un abrir y cerrar de ojos cambiamos la manera de actuar y respetamos las reglas del orden tanto en calles como en carreteras. Si hay que hacer colas para entrar a algún lugar las hacemos como es debido, si hay máximos o mínimos de velocidad las cumplimos, hay respeto por los demás y nos comportamos en forma ordenada.
¿Cómo es entonces que en nuestro país, aquel que más deberíamos respetar, nos comportamos al revés?
Quizás sea porque perdimos el respeto a nuestras autoridades, de pronto porque en otros países éstas son más efectivas a la hora de hacer cumplir las normas o quizás sea simplemente otra consecuencia más de comportamientos corruptos. Necesitamos más compromiso ciudadano, más autoridad y verdadera educación. Requerimos que nuevamente se implante en la educación las clases de urbanidad y civismo. Solo así no sólo podremos educar mejor nuestras juventudes, sino que también podremos rescatar nuestros valores y nuestro comportamiento en sociedad