“La vida es y será una porquería, ya lo sé. En el quinientos seis y en el dos mil dieciocho también. Que siempre ha habido choros, Maquiávelos y estafaos- Contentos y amargaos, valores y dublé- Pero que el siglo veintiuno es un despliegue- De maldá insolente ya no hay quien lo niegue-Vivimos revolcaos en un merengue-Y en el mismo lodo todos manoseaos.
Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor- Ignorante, sabio, choro, generoso, estafador. ¡Todo es igual, nada es mejor! ¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!
Siglo veintiuno, cambalache, problemático y febril -El que no llora no mama y el que no roba es un gil. ¡Dale nomás, dale que va- Que allá en el horno nos vamos a encontrar!- Lo mismo un burro que un gran profesor!- No hay aplazaos ni escalafón- Los inmorales nos han igualao- ¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!”
El 20 de julio de 2016, en esta columna, pronostiqué el futuro del gobierno de Macri, y todo a raíz del cacerolazo que los argentinos el 14 del mes hicieron rechazando el costo de la canasta familiar y de servicios públicos, producto de la gestión del minhacienda Alfonso Prat –Gay. Desde esa época se sabía lo que iba a ocurrir: ¡“Mi buenos Aires querido!”, pero, por supuesto, no soy arúspice, solamente me guía la lógica política, la misma que siempre me ha inspirado.
Dos nuevos ministros, desde ahora, están causando perjuicio a la imagen del Dux Iván: el de hacienda que supone que el país es su finca y el de defensa que sigue pensando en el argumento de la fuerza; son suposiciones propias de la malicia indígena, pero motivadas por el tango que invoco como prólogo.
La amenaza de la reforma fiscal hace pensar en las teorías de Keynes, planteamientos que demuestran el error del supuesto neoliberal que Carrasquilla quiere reactivar, sosteniendo que es el IVA el que puede incrementar el empleo y dejar que la ley del mercado, la oferta y la demanda, ¡regule el costo de la vida! Liberar la inversión privada. Reducir la intervención económica del Estado. Eso es lo que ahora está arruinando a la Argentina y cuya única solución es una cooperación monetarista de los EE.UU. Se repite la crisis de 2001.
Por su parte, el señor Botero, curiosamente, está asumiendo la competencia que les corresponde a los ministros del Interior y de Justicia, y tomando el mando de la fuerza de policía, ha promovido la persecución del consumo de drogas y estupefacientes, con abierta oposición a la doctrina constitucional. (Sentencia, C-221/94) Y no es que se patrocine ese vicio, lo que se critica es que se aúpe el ejercicio de la coacción para suplantar la educación: la fuerza de la razón y no la razón de la fuerza.
A todo este prólogo hay que sumarle la disidencia de las “fuerzas” políticas, ahora alejadas del marqués de Carabás.