Amylkar D. Acosta M. | El Nuevo Siglo
Martes, 2 de Febrero de 2016

EXPECTATIVA

Adiós a las armas

“La paz tiene sus costos y los asumirá el país”

 

Después  de más de 50 años de una guerra que ha asolado al país, especialmente al desolado campo colombiano, estamos ad portas de firmar  el “Acuerdo general para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera” entre el Gobierno y las Farc, en La Habana. El Presidente Santos fijó el 23 de marzo de 2016 como fecha límite para que ello sea una realidad. Desde entonces,  cada día que pasa del calendario nos acerca ineluctablemente a la nueva realidad de un país en paz, sin conflicto armado, una vez que las Farc y ojalá el ELN también le digan ¡adiós a las armas!

 

Este será el nuevo escenario que deparará el próximo cuatrienio a los gobernadores que han asumido la conducción de los destinos de sus departamentos desde el pasado 1 de enero.  Así, como no hay guerra buena tampoco hay paz mala y así como la guerra tuvo ingentes e inconmensurables costos, también la paz tiene sus costos. Estos deberán ser asumidos por el país, pero también por parte de la comunidad internacional, que celebra el hecho de que el conflicto armado más antiguo del mundo toque a su fin.

 

Bien ha dicho el embajador de los EE.UU, Kevin Whitaker, que su Gobierno “apoya los esfuerzos por alcanzar la paz inclusiva y sostenible…Estuvimos en Colombia en tiempos de guerra, estaremos con Colombia en tiempos de paz”. De hecho, EE.UU. ha comprometido a través de USAID US $700 millones como su cuota inicial para financiar programas que le permitan al Estado colombiano hacer presencia en los territorios afectados por el conflicto armado y propiciar la reconciliación entre víctimas, ex combatientes y la sociedad toda.

 

Como lo ha sostenido el Alto Comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo, el proceso de negociación que se adelanta en La Habana tiene como objetivo principal la paz territorial, lo cual conlleva un nuevo arreglo de la arquitectura institucional. Indiscutiblemente el abordaje apropiado del post conflicto habrá de contribuir a cerrar las brechas interregionales e intrarregionales corrigiendo la desigualdad de trayectorias entre unas regiones y localidades con respecto a otras. Para ello es menester actuar de consuno por parte de las autoridades, en el entendido de que el Gobierno es uno sólo y por ende es menester el alineamiento de los diferentes niveles e instancias de gobierno y la articulación de sus políticas públicas.

 

Espacios como el que brindan el Consejo Interinstitucional del Post conflicto, la Comisión de Ordenamiento Territorial y el Comité Ejecutivo Nacional para la Atención y Reparación integral de las Víctimas, creados en el Plan Nacional de Desarrollo Todos por un nuevo país, deben ser aprovechados a fondo por parte de las regiones. Y, desde luego, el Ministerio para el post conflicto, cuyo titular Rafael Pardo, esta llamado a cumplir un rol de la mayor importancia en esta nueva etapa de nuestra vida republicana.

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