Según la National Sleep Foundation de Estados Unidos, los bebés duermen entre 14 y 17 horas diarias, un niño de tres a cinco años duerme entre 10 y 13 horas, un adolescente de ocho a 10 horas, un adulto de siete a nueve horas, y una persona mayor entre siete y ocho horas. Es perfectamente normal que las personas mayores de 60 años duerman menos horas que un joven o un niño, y además que duerman esas horas de manera espaciada, con siestas diurnas.

Sin embargo, dormir menos de las horas adecuadas tiene varios efectos negativos en el organismo: debilita el sistema inmunitario y reduce la memoria y la capacidad de atención, lo que puede producir accidentes como caídas. Una mala calidad de sueño también incrementa la posibilidad de padecer enfermedades como diabetes de tipo 2, enfermedades cardiacas, pérdida de memoria, deterioro cognitivo y demencia.

Esto, en ocasiones es producido por el insomnio, uno de los trastornos del sueño más comunes en las personas mayores. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el insomnio como la dificultad para conciliar o mantener el sueño o tener un sueño poco reparador.

“El diagnóstico del insomnio se da cuando el paciente reporta dificultades para conciliar o mantener el sueño y se asocia con otros síntomas diurnos como fatiga, somnolencia, alteración cognitiva o desórdenes en el estado de ánimo”, explicó Eliana Dueñas, médica especialista en medicina familiar y una de las conferencistas invitadas al XV Congreso Internacional de Envejecimiento y Vejez.

El insomnio puede ser transitorio (episodios aislados); de corta duración (menos de tres semanas) e insomnio crónico, cuando tiene una frecuencia de al menos tres veces por semanas durante más de tres meses. Este trastorno también se clasifica en insomnio de conciliación, cuando la persona demora más de media hora entre acostarse y quedarse dormido; insomnio de mantenimiento o insomnio medio cuando la persona se despierta varias veces y le cuesta volver a quedarse dormida. El insomnio medio puede producirse por factores en personas mayores como ansiedad, depresión, dolores crónicos como los de la artritis, o los de un cáncer, o la nicturia, la necesidad de orinar ocasionada por alteraciones en la próstata o la vejiga.

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Hoy en día existen varias terapias para el insomnio que van desde la evaluación, pasando por terapias conductuales para modificar patrones de comportamiento, hasta los tratamientos farmacológicos con medicamentos hipnóticos para producir somnolencia y conciliar el sueño, entre ellos benzodiacepinas y antidepresivos.

Cada medicamento tiene ventajas y desventajas, y el médico evaluará cuál es el más adecuado y en qué dosis debe ser administrado, según el tipo de insomnio y la condición clínica de cada paciente.

Para hacerle frente al insomnio o a los diferentes trastornos del sueño es importante que siga estos pasos para obtener una buena higiene del sueño:

Higiene del sueño

Las buenas prácticas en ambiente, tiempos, rutinas, comidas y bebidas favorecen tener un sueño regular y reparador.  

• Mantener horarios regulares para dormir y despertarse.
• Dormir en una habitación oscura, fresca y silenciosa.
• Evitar consumo de cigarrillo, alcohol, café y té, seis horas antes de acostarse.
• No beber líquidos para evitar micciones nocturnas.
• Comer ligero en la noche.
• No hacer la siesta.
• Hacer ejercicio físico regular en las mañanas.
• Tomar el sol de 15 a 30 minutos al día.  
• No leer, ver televisión o usar el celular en la cama y apagarlos antes de dormir.

Congreso Internacional de Envejecimiento y Vejez

Conferencistas de 17 países de Norteamérica, América Latina y Europa se reúnen en el XV Congreso Internacional de Envejecimiento y Vejez para hablar de diversos temas de relacionados como covid y vacunación, nutrición, genética y envejecimiento, enfermedad cerebro vascular crónica, enfermedad de Alzheimer, trastornos del sueño, incontinencia urinaria, osteoporosis, cáncer, fractura de cadera, envejecimiento activo, ciudades amigables y servicios de geriatría, entre otros. Los especialistas resaltarán la importancia de la prevención, la atención y el control como claves para que las personas mayores lleven una vejez saludable.