Cinco claves para una reforma a la Policía en Bogotá | El Nuevo Siglo
“El policía debe tener muy claro cómo debe actuar ante una situación específica y el ciudadano debe conocer cómo debe ser esa actuación”, afirmó la ministra Alicia Arango. /Archivo ENS
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Lunes, 14 de Septiembre de 2020
Redacción Política

Tras los graves disturbios de la semana pasada en Bogotá y otras ciudades del país, uno de los temas más debatidos de los últimos días ha sido si debe procederse a aplicar una reforma de fondo a la Policía, cuyo papel se encuentra bajo la lupa.

Más allá de la evidente politización del tema, al final de cuentas sí está en camino una reingeniería a esta institución, aunque con la diferencia de que algunos sectores insisten en que esta debe ser drástica y aplicarse por los cruentos sucesos de la semana pasada, pero el Gobierno replica que los ajustes ya venían planeándose desde mucho tiempo atrás y van en la dirección de fortalecer el nivel operativo y de eficacia que ha venido demostrando en los últimos dos años.

EL NUEVO SIGLO consultó con expertos sobre cuáles deberían ser los énfasis de esa reforma, pero aplicados específicamente a la Policía que presta su servicio en la capital del país, ya que su misión es una de las más delicadas en cuanto la ciudad concentra casi el 20% de la población, por lo que las exigencias en materia de seguridad y convivencia ciudadanas son muy particulares.

Aquí hay al menos cinco aspectos clave sobre los cuales vale la pena abrir el debate en ese sentido, pasando de la polémica política a la propuesta objetiva.

  1. Más inteligencia en seguridad ciudadana

El volumen de capturas de delincuentes comunes en la capital del país es alto. Sin embargo, se requiere mayor trabajo en cuanto a la desarticulación de las estructuras criminales, es decir, golpear todos los eslabones que intervienen o se lucran de tal o cual ilícito.

Para esto es determinante apuntar a no solo capturar y encarcelar al ladrón o el jíbaro de esquina, sino identificar toda la estructura de intermediarios, compradores, vendedores, reducidores y cabecillas, así como de sus redes de apoyo, mecanismos para movilizar los recursos, estrategias de lavado de activos y testaferrato… En fin, desarticular la red delincuencial por completo.

Más que un golpe de mano, se requiere de una labor de infiltración e identificación cautelosa y eficaz. Es decir, de mayor capacidad de inteligencia por parte de las autoridades, ya sea humana, técnica o tecnológica.

Más que un golpe de mano, se requiere de una labor de infiltración e identificación cautelosa y eficaz. Es decir, de mayor capacidad de inteligencia por parte de las autoridades, ya sea humana, técnica o tecnológica.

En el campo específico de las células de las milicias guerrilleras y de otros grupos ilegales que operan en la capital del país, este es un tema pendiente.  

Es claro que para los habitantes de los centros urbanos complejos, como Bogotá, que se ven asediados continuamente por delitos comunes cometidos por los Grupos Delincuenciales Organizados (GDO), resulta un alivio cada vez que las autoridades anuncian la captura de personas que pertenecen a estructuras criminales comunes.

Pero mayor sería el beneficio si se fortaleciera la inteligencia local para desarticular estas estructuras, cortando sus nexos con los Grupos Armados Organizados (GAO) y residuales (GAO-r). Es decir, la guerrilla del Eln o las disidencias de las Farc.

Como quedó comprobado la semana pasada, las protestas por la muerte de un ciudadano en un confuso operativo policial en Villa Luz, fueron rápidamente infiltradas por organizaciones que están preparadas para orquestar disturbios, vandalismo y terrorismo. Grupos radicales que se coordinan a través de redes sociales y otros medios. Algo que se expresó este fin de semana, pero que ya se había advertido en los paros de noviembre y diciembre.

“Lo que sucedió recientemente no fue sino una manifestación de violencia y de vandalismo articulado, sistemático y organizado”: Carlos Holmes Trujillo

“Lo que sucedió recientemente no fue sino una manifestación de violencia y de vandalismo articulado, sistemático y organizado”, dijo el sábado el ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, anotando que “el carácter organizado y sistemático de lo que hemos vivido recientemente, es producto también de las infiltraciones del Eln, de las disidencias de las Farc y otro grupos de anarquistas y terroristas”.

En este orden de ideas, muchos sectores están urgiendo mayores esfuerzos institucionales para fortalecer la inteligencia policial en la ciudad con el fin de golpear de manera eficaz estas estructuras, obteniendo material probatorio sólido que impida que los implicados se libren de la acción de la justicia.

Al respecto, hace poco el exministro Juan Carlos Pinzón, presidente ejecutivo de Probogotá, consideró, por ejemplo, que la capital "no debe esperar a que el Gobierno aumente el pie de fuerza, sino que tenga su propio personal de seguridad. Lo que hay que hacer es asignar recursos para más inteligencia, cámaras, movilidad de policías y crear frentes urbanos, además de darle más apoyo a la Fiscalía".

  1. Pie de fuerza

Y ya que se toca el tema del pie de fuerza, este es otro de los flancos clave que debería cubrir una reforma al accionar de la Policía en la capital del país. En julio pasado el secretario de Seguridad de Bogotá, Hugo Acero, dijo que el Distrito solo tiene 14.280 policías, 40% menos del pie de fuerza que se requeriría.

El funcionario precisó que la capital, que llegó a tener 19.000 policías, hoy tiene solo 16.800 efectivos. En promedio, la ciudad tiene 184 policías por cada 100.000 habitantes, 40% menos de los 300 por cada 100.000 habitantes que recomienda Naciones Unidas. Según eso, debería contar con al menos 23.300 policías, es decir, 9.000 más de los que están operativos.

La ciudad tiene 184 policías por cada 100.000 habitantes, 40% menos de los 300 por cada 100.000 habitantes que recomienda Naciones Unidas

Este punto requiere inversión. Semanas antes de la declaración de Acero, el concejal de Bogotá, Rolando González, de Cambio Radical, señaló que varios de sus colegas veían con preocupación que en el Plan Distrital de Desarrollo el presupuesto para seguridad era irrisorio.

En diálogo con EL NUEVO SIGLO le hizo “un llamado a la Administración distrital para que gestionara de manera urgente unas adiciones presupuestales que le permitan a la Secretaría de Seguridad ejercer acciones concretas frente al terrorismo y frente a los fleteros en la ciudad”.

Lo cierto es que el tema es claro: se requiere, sí o sí, más pie de fuerza. Una petición reiterada pero poco atendida, por lo que la alternativa sería que el Distrito ponga más recursos directos para este propósito.

  1. ¿Guardia civil?

Otro elemento que está sobre la mesa es la posibilidad de crear una especie de “Guardia civil” bogotana, es decir, un cuerpo de seguridad civil, diferente a la Policía y al rol típico de las Fuerzas Militares.

El tema es polémico, porque la historia reseña que precisamente la Policía llegó a ser lo que es hoy a partir de los cuerpos municipales y nacionales, que en 1891 se nacionalizaron, pero siguieron muy politizados, situación que jugó un papel incendiario durante ‘el Bogotazo’, el 9 de abril de 1948.

Ello obligó a la refundación de la institución en 1950 y su  incorporación al Ministerio de Guerra en 1953, como cuarto componente del Comando General de las Fuerzas Militares. En 1960 fue separada de las Fuerzas Militares, ganando autonomía y definiéndosela como una organización “de carácter civil, con régimen y disciplina especiales”.

En diciembre pasado, el presidente Iván Duque lanzó la política marco de Convivencia y seguridad ciudadana, una de cuyas líneas de acción se denomina “más recurso humano para el control en las calles”. Esta contiene, entre otras iniciativas, el Servicio de Policía Cívica Local.

Duque lanzó la política marco de Convivencia y seguridad ciudadana. Esta contiene, entre otras iniciativas, el Servicio de Policía Cívica Local.

Se define que “con el fin de fortalecer la convivencia ciudadana se promoverá que los alcaldes organicen el servicio de Policía Cívica Local, conforme a la Ley 4 de 1991” con carácter “permanente, voluntario, no remunerado y bajo la coordinación y el control de la Policía Nacional”, aunque el Concejo de cada ciudad podrá, con “previa autorización de la Dirección General de la Policía Nacional”, crear “plazas de policía cívico - locales remuneradas”, que en todo caso “sus integrantes no podrán portar armas”.

“Las funciones del servicio de Policía Cívica Local definidas en la ley tienen relación con diversas materias relevantes para la convivencia, tales como vigilar la salubridad, el ordenamiento físico, el uso del espacio público, el tránsito peatonal, vehicular y de servidumbre, la defensa y conservación del medio ambiente urbano y rural; apoyo a la Policía Nacional en la conservación del orden en los sitios públicos y abiertos al público, atención de emergencias o desastres”, según el documento.

Sin duda un tema que convendría estudiar más a fondo. No en pocas capitales del mundo, sobre todo en Europa, existen estas fuerzas especializadas, que se diferencian claramente de las policiales típicas.

  1. ¿Policías por localidades o comunas?

La combinación del aumento del pie de fuerza con el refuerzo de las labores de inteligencia podría tener su complemento en una distribución más eficaz de los uniformados en las zonas de la ciudad, específicamente por localidades.

La combinación del aumento del pie de fuerza con el refuerzo de las labores de inteligencia podría tener su complemento en una distribución más eficaz de los uniformado

De esta forma, los efectivos policiales, ante universos delincuenciales muy focalizados, pueden tener un mejor conocimiento del terreno, crear lazos de confianza con la comunidad y experimentar mayor permanencia en esos lugares que desemboquen en facilitar la desarticulación de las estructuras delincuenciales que operan en sus respectivos sectores.

Sería un paso adelante en los modelos ya desarrollados de los Centro de Atención Inmediata (CAI) y de los Cuadrantes de Policía, que ahora están siendo replanteados, con el fin de que el rango operacional ya no sea tan zonificado, sino por el universo mismo del delito que se esté persiguiendo.

  1. Mejorar la formación policial

Como se lo dijo a este medio este fin de semana el exministro Juan Carlos Esguerra, que hizo parte de una comisión de estudio de reforma policial en el gobierno pasado, respecto al caso del ciudadano fallecido en Villa Luz tras el operativo policial, “lo que se presentó fundamentalmente es una falla humana, una falla humana muy grave, una falla humana que hay que sancionar, corregir, para evitar que se vuelva a presentar, por supuesto”.

Con todo, apuntó, “no creo que tenga que ver con la formación que están recibiendo los policías ni que esa formación sea equivocada. Me parece que la Policía es muy juiciosa a la hora de instruir a quienes entran a la institución sobre el uso de la fuerza, de los elementos de la fuerza, puesto que es la fuerza del Estado y no puede convertirse en violencia y que ellos deben en esa materia ser prudentes. Posiblemente haya que apretar clavijas aquí o allá, pero no creo que eso requiera de una reforma estructural”.

En todo caso, el Gobierno viene implementando desde el año pasado una estrategia de transformación de la Policía que, expuso también este fin de semana la ministra del Interior, Alicia Arango, “tiene pilares muy importantes como la formación y capacitación de los miembros de la institución en derechos humanos y la necesidad de garantizar el disfrute de esos derechos. Queremos que cada día sea mejor la relación de la policía con los ciudadanos y eso incluye el respeto por los derechos humanos”.

“Se está profesionalizando el modelo de vigilancia en el cuadrante, es decir, en las estaciones y los CAI, para que se perfeccione y se dé una mayor trazabilidad de cada actuación de los uniformados”: Arango

“Se está profesionalizando el modelo de vigilancia en el cuadrante, es decir, en las estaciones y los CAI, para que se perfeccione y se dé una mayor trazabilidad de cada actuación de los uniformados”, manifestó Arango, agregando que también se están estandarizando los procesos y protocolos bajo los cuales deben actuar los miembros de la Policía Nacional. “El policía debe tener muy claro cómo debe actuar ante una situación específica y el ciudadano debe conocer cómo debe ser esa actuación”, afirmó.

"Modernización, en marcha"

El proceso de modernización de la Policía Nacional está en marcha desde hace tiempo y es parte de la Política de Seguridad y Convivencia adoptada por el Gobierno, que ya tiene resultados concretos. Así lo declaró este fin de semana el ministro de Defensa Nacional, Carlos Holmes Trujillo.

Manifestó que ese plan incluye aspectos como su fundamento “en derechos humanos, en legalidad, en diálogo ciudadano, en confianza ciudadana, en la profesionalización de la Policía, en el mejoramiento de los procesos de selección, en los protocolos de actuación y todos los elementos necesarios para que tengamos una Policía que responda a lo que son las expectativas legítimas de los colombianos”.

Subrayó que “ese proceso de modernización ya tiene reflejos concretos”, citando como ejemplo “las investigaciones exprés, cambiar el sistema de cuadrantes rígidos por cuadrantes flexibles, por cuadrantes móviles; mirar las zonas de calor en las todas las ciudades; atacar aquellos centros, mediante la acción legítima de la Policía, donde se concentre la acción del microtráfico en distintas ciudades”.

“Es decir, es un proceso en marcha y, por supuesto, el presidente tiene la disposición de estudiar cualquier iniciativa que le sea presentada”, puntualizó.

¿Muchas tareas ajenas?

Por diversos motivos, a veces por distribución de las tareas del Estado, otras por asuntos meramente presupuestales, a la Policía se le han terminado asignando tareas que, para algunos observadores, distraen a la institución de la que debe ser su función primordial: perseguir a la delincuencia en los centros urbanos.

A la Policía se le han terminado asignando tareas que distraen a la institución de la que debe ser su función primordial: perseguir a la delincuencia en los centros urbanos

Así, por ejemplo, las direcciones de ámbito operativo en la estructura de la Policía Nacional son las de Antinarcóticos, Antisecuestro y Antiextorsión, Carabineros y Seguridad Rural, Inteligencia Policial, Investigación Criminal e Interpol, Protección y Servicios Especiales, Seguridad Ciudadana, Tránsito y Transportes, así como la gestión de Policía Fiscal y Aduanera.

Ya la Política Marco de Convivencia y Seguridad Ciudadana contempla que en el mediano plazo se desmonte gradualmente la Policía de Tránsito para que los uniformados que prestan allí sus servicios pasen a tareas de seguridad y vigilancia, con lo que las autoridades locales deberán conformar un nuevo esquema de tránsito civil que garantice el cumplimiento de las normas de tránsito.

En esa misma línea, las funciones administrativas en las estaciones de Policía serán desarrolladas por personal en retiro y patrulleros para que los uniformados puedan salir a cumplir labores de vigilancia en las calles; y la Policía dejará de integrar esquemas de seguridad y pasará de lleno a cumplir funciones de vigilancia (dejando esta función a la Unidad Nacional de Protección).

Otra área que dejará estar dentro de las funciones de la Policía será la atención de espectáculos y otros certámenes con aglomeración de público. En esos eventos la presencia policial será complementaria y excepcional.
Que la Policía deje de estar en esas presentaciones, como conciertos y partidos de fútbol, es una idea que viene impulsándose de tiempo atrás.