Biden asumirá el poder y el presidente saliente un nuevo juicio político | El Nuevo Siglo
AFP
Sábado, 16 de Enero de 2021
Redacción internacional

Termina una movida semana en Washington marcada por un nuevo juicio político al presidente de Estados Unidos Donald Trump y se inicia una que promete ser aún más agitada cuando el miércoles el demócrata Joe Biden asuma el poder para enfrentar grandes retos y en medio de temores por posibles disturbios. Aquí algunos de los acontecimientos más importantes de estos 15 animados días en la política estadounidense.



1. Impeachment

A una semana de terminar su mandato, el presidente Trump se convirtió esta semana en el primer Jefe de Estado estadounidense, en la historia del país, en ser sometido dos veces a un juicio de destitución. El nuevo proceso de “Impeachment” que fue aprobado en la Cámara por 231 votos a favor y 197 en contra pasará ahora al Senado.

Si el Senado lo condena antes de que deje el cargo este  20 de enero, será destituido, pero se prevé que la corporación no tome decisión alguna antes de esa fecha. Por otra parte, si lo encuentra culpable del cargo que  le imputan la Cámara Alta podría incluso prohibirle que vuelva a ocupar esa dignidad, pero tendría que hacerlo en una votación adicional porque las dos situaciones no estas ligadas.

Así las cosas, tras el traslado de la aprobación en la Cámara de Representantes, el Senado puede celebrar un juicio sobre si condenar a Trump incluso después de que finalice su mandato, que es lo que parece más probable que suceda en este momento y cuando los republicanos ya no serán mayoría.

Enjuiciar a Trump en sus últimos días en el cargo no estaba en la lista de tareas pendientes del Congreso. Pero como se recordará el Congreso se reunió para confirmar los votos emitidos por los grandes electores de cada Estado y proclamar a Joe Biden como el próximo presidente, pero manifestantes interfirieron con el conteo y la sesión tuvo que posponerse.

Cuando empezaron, el presidente Trump se dirigía a los partidarios que reclamaban a la corporación un conteo justo, considerando las acusaciones de fraude que denunció el partido del mandatario.

A medida que avanzaba el debate sobre la primera impugnación republicana, cientos de esos partidarios irrumpieron en el Capitolio y obligaron a los legisladores a salir del recinto. Cinco personas fallecieron como resultado de los disturbios, pero los miembros del Congreso regresaron horas después y confirmaron la victoria de Biden.

2. Divisiones republicanas

Llamó particularmente la atención que 10 representantes republicanos votaron a favor del juicio político del presidente y que al menos tres senadores han expresado su intención de apoyar la moción en Cámara alta, qué son Lisa Murkowski de Alaska, Ben Sasse de Nebraska y Patrick J. Toomey de Pennsylvania.

Asimismo, el líder republicano del Senado, Mitch McConnell, indicó que no descarta votar para condenar a Trump en un juicio político en su contra. "Si bien la prensa ha estado llena de especulaciones, no he tomado una decisión final sobre cómo votaré y pretendo escuchar los argumentos legales cuando se presenten en el Senado", dijo McConnell.

Varios informes de prensa dijeron el martes que McConnell, un firme aliado de Trump durante cuatro años apoyaba la decisión de los demócratas de someterlo a un "impeachment", considerando fundada la acusación de "incitación a la insurrección", y que está sustentada en el trino que lanzó el mandatario antes de los condenables hechos.

La oficina de McConnell confirmó sin embargo el miércoles que no volverá a convocar al Senado hasta el martes 19 de enero, la víspera de la toma de posesión de Biden, lo que significa que es prácticamente seguro que Trump cumplirá su mandato.

McConnell cumplió fielmente la agenda de Trump y ayudó a asegurar su absolución después de su primer "impeachment" por parte de la Cámara Baja en diciembre de 2019, pero discrepó públicamente de los intentos del presidente de revocar los resultados electorales al punto que afirmó que la medida marcaría una "espiral de muerte" para la democracia estadounidense.

McConnell se dispone a perder el control del Senado ante los demócratas, que la semana pasada ganaron una doble segunda vuelta en el Estado de Georgia.

3. Popularidad del presidente

Pese al proceso y a los hechos enunciados, el presidente Trump sigue gozando de una amplia popularidad y a cuatro años de las próximas elecciones, al menos el 40% de los votantes republicanos afirman que respaldarían al mandatario en su nueva aspiración, lo que sin duda es un buen plante.

La Constitución de EU estipula que "ninguna persona será elegida para el cargo de presidente más de dos veces", pero no hay nada sobre los mandatos que deben ser consecutivos y el exjefe de personal de la Casa Blanca Mick Mulvaney asegura que "definitivamente lo pondría en la lista de personas que probablemente se postularán en 2024".

A Trump claramente le encantan los mítines de campaña y recibió más 74 millones de votos en las elecciones, un total récord para un candidato republicano y más aún para uno que uno que no ganó las elecciones, lo que demuestra claramente una base significativa de apoyo entre el público estadounidense que seguramente no será desaprovechada.



El presidente recibió al menos 10 millones de votos más que en 2016 y obtuvo alrededor del 47% del voto popular, lo que significa que retuvo el apoyo de casi la mitad del electorado, lo que le da un poder para desempeñar un papel que otros presidentes de un solo período derrotados como Carter y Bush no han desempeñado.

Por otra parte, sus más de 88 millones de seguidores en Twitter (antes de que su cuenta fuera bloqueada) le daban un megáfono para ser una voz influyente del partido, lo que potencialmente lo convierte en un determinador de liderazgos entre los republicanos en ascenso.

Su preponderancia en el partido podría convertirlo, pese a las críticas por los acontecimientos de los últimos días, en el jefe natural de su colectividad y tendría la capacidad de incidir en los senadores republicanos al punto que no sería extraño que sus copartidarios buscaran su bendición.

4. Polarización

Ahora bien, esta popularidad llevará a que cuando Biden asuma la presidencia, lidere una nación profundamente dividida. Aunque antes de las elecciones del pasado 3 de noviembre muchos medios auguraban una aplastante victoria de Biden a la presidencia, la realidad arrojó una votación sumamente apretada en la que el candidato demócrata se impuso por tan solo el 4.47% sobre el presidente Trump y en algunos estados clave la diferencia fue de apenas unos cuantos miles de votos.

Tal es el caso de Georgia en donde la diferencia a favor de Biden fue de tan sólo 12.000 votos, Wisconsin menos de 20.000, Arizona, 23.000 y Pennsylvania, donde Trump perdió por no más de 81.000 sufragios.

Esta misma paridad se ve reflejada en la representación en el Senado en donde, como se mencionó el partido del mandatario electo consiguió sus dos últimas curules y logró un total de 50 escaños, los mismos del partido republicano.

Aunque esta situación le permitirá a la nueva administración controlar, en la práctica, las decisiones e iniciativas que allí se tramiten, considerando que la futura presidenta de la corporación, la vicepresidenta electa Kamala Harris tendrá el voto para resolver los empates e inclinará la balanza a favor de los demócratas, refleja una profunda división social.

Una situación similar ocurrió en la Cámara de Representantes en donde, aunque los demócratas tienen una mayoría un poco más holgada, 222 contra los 211 de los republicanos, sigue siendo muy pareja sobre todo considerando que antes de las elecciones esta diferencia era mucho mayor.

En concreto el partido demócrata perdió 10 escaños que pasaron a manos republicanos e hizo la mayoría muy ajustada. Biden deberá lidiar con una polarización de la que no se tienen precedentes recientes, para lograr, como ha prometido, establecer puentes y gobernar para todos los ciudadanos.

5. Posesión de Joe Biden

Con 21.000 soldados de la Guardia Nacional desplegados en breve y barrios enteros atrincherados, Washington se encuentra bajo una fuerte vigilancia antes de la ceremonia de investidura del presidente electo.

"Estamos preocupados por los riesgos de violencia durante las numerosas manifestaciones previstas en los próximos días en Washington y frente a los edificios gubernamentales en los estados", que podrían atraer a individuos armados, explicó el jueves el director del FBI, Christopher Wray.



Durante una reunión con el vicepresidente saliente, Mike Pence, Wray mencionó "una cantidad importante de discusiones inquietantes en internet".

"Actualmente, vigilamos las llamadas a manifestaciones armadas y acciones de aquí a la investidura", de las que hay que evaluar cuáles son amenazas serias, afirmó.

La policía y el ejército están siendo muy criticados por su falta de preparación durante la manifestación del 6 de enero que acabaron con la invasión del Capitolio.

Según un reciente informe interno del FBI, citado por medios estadounidenses, un "grupo armado identificado" se prepara para "asaltar" edificios gubernamentales en los 50 estados de EU y en la capital en los próximos días y hasta la investidura del presidente demócrata.

El FBI menciona especialmente al movimiento Boogaloo, que aboga por la guerra civil para derrocar al gobierno, y cita amenazas creíbles en los estados de Michigan y Minnesota.

Varios estados tomaron medidas de precaución movilizando a efectivos adicionales de las fuerzas del orden para proteger las sedes de gobierno.

Las tropas movilizadas en Washington son más de las que hay desplegadas en Irak y Afganistán juntos, según indicó el jueves el general Daniel Hokanson, jefe de la oficina de la Guardia Nacional en el Pentágono.

La misión de los reservistas está limitada, sin embargo, a un apoyo logístico a la policía y solo estarán autorizados "en último recurso" a realizar detenciones, según el Departamento de Defensa.

6. Divisiones demócratas

Sin embargo, las divisiones también se dan el partido del mandatario electo. Para nadie es un secreto que, durante cuatro años, los demócratas estuvieron unidos en la misión de derrotar al presidente Trump, sin embargo, después de la elección de Biden se han puesto de manifiesto las enormes diferencias entre las facciones progresistas y moderados de la colectividad, así como las disputas generacionales e ideológicas entre sus legisladores, activistas y su base social.

A raíz de la victoria, las divisiones, que se habían mantenido ocultas ahora están comenzando a estallar abiertamente y a este respecto la representante Alexandria Ocasio-Cortez dijo en su momento que las próximas semanas marcarían la pauta de cómo los activistas liberales recibirían a la administración entrante y su colega en la cámara y copartidario Conor Lamb aseguró que esperaba que el equipo de Biden gobernara como había hecho campaña: con los progresistas a distancia.

Aunque el líder del ala progresista, el senador Bernie Sanders aspiraba a ocupar el cargo de Secretario de Trabajo, Biden eligió al alcalde de Boston, Marty Walsh, quien si bien es visto con buenos ojos por distintos sectores del partido marca una diferencia con los sectores menos moderados.

Las luchas internas entre los demócratas son de vieja data, una que surge perennemente, a veces atribuida a diferencias generacionales o regionales es que los demócratas más jóvenes y urbanos quieren atención médica universal y exigen justicia racial, mientras que los suburbanos más viejos los hacen callar, preocupados de que asusten a los votantes indecisos suburbanos blancos que los centristas consideran fundamentales para lograr las mayorías.

La coalición demócrata, en otras palabras, es enorme y está compuesta por personas con objetivos en competencia y mutuamente excluyentes, personas que, al final, probablemente no siempre se agradarían entre sí y que lo único que los unía era su animadversión por el presidente Trump pero que no es suficiente para estructurar una nueva administración.

7. Retos

No cabe duda de que estas divisiones internas y la polarización social dificultarán a Biden gestionar los desafíos históricos que enfrenta como la lucha contra la pandemia del covid-19 y dar el empuje que prometió a la política ambiental para lo que ya nominó al exsecretario de Estado John Kerry como “superministro” del tema.

Frente a la pandemia, Biden ha prometido aumentar los recursos federales a los centros comunitarios de vacunación y clínicas de salud móviles para acelerar la campaña de vacunación contra el covid-19.

"Vamos a aprovechar todos los recursos del gobierno federal para establecer miles de centros de vacunación comunitarios", dijo desde su bastión en Wilmington, Delaware el viernes. El plan del futuro presidente también dispone la movilización de 100.000 trabajadores de salud para dar las vacunas.

Frente al tema ambiental Kerry será el enviado presidencial para el cambio climático que tendrá un puesto en el Consejo de Seguridad Nacional. La designación confirma la relevancia que la futura administración le otorga a la problemática, ya que concibe el asunto como un problema urgente que afecta la seguridad nacional y que guiará la política exterior estadounidense.

Kerry aseguró que una vez asuma el cargo, su país regresará al Acuerdo climático de París del que es uno de sus principales arquitectos y afirmó que “EU pronto tendrá un gobierno que trate la crisis climática como la amenaza… que es” y agregó que regresa “al gobierno para que EU vuelva a encarrilarse para abordar el mayor desafío de esta generación y las que vendrán.

8. Es la economía…

Finalmente, el gran reto que deberá afrontar el nuevo mandatario es el de la recuperación económica. Biden presentó esta semana un paquete de ayuda económica que apunta a sacar a EU de la peor crisis desde los años 30, cuando las cifras de desempleo empeoran por la pandemia de coronavirus.

"Es necesario gastar dinero ahora", dijo el presidente electo sobre el plan que promete "miles de millones de dólares".

Un nuevo paquete de estímulo de 900.000 millones, con dinero directo a los hogares estadounidenses, fue aprobado a fines de diciembre. La cifra es insuficiente según el futuro presidente, que dijo varias veces que se trata de ayuda "a cuenta".

"Necesitamos más de una ayuda directa a familias y pequeñas empresas", añadió.

Los estadounidenses, que desde inicios de enero reciben 600 dólares por persona en función de sus ingresos, podrían recibir, por lo tanto, un nuevo cheque.

Sin embargo, muchos dudan que Biden logre alcanzar los indicadores económicos logrados por Trump antes de la pandemia quien, si no hubiera aparecido en el mundo impactando fuertemente a Estados Unidos, hubiera podido ganar las elecciones a lo grande y sin mayores preocupaciones gracias a su política que logró los niveles de desempleo más bajos de la historia (inferior al 3%) y un incremento récord en las cifras de consumo gracias a sus medidas de impuestos que aumentaron el poder adquisitivo de los estadounidenses de manera considerable.