Recelo por codependencia entre Norcorea y China | El Nuevo Siglo
Foto archivo Agence France Press
Martes, 29 de Agosto de 2017
Pablo Uribe Ruan
Kim Jong Un lanzó un misil que sobrevoló una isla japonesa el lunes. Tras el hecho, Tokio reanimó el debate sobre su carrera armamentista. Lo cierto, pese a esta serie de movimientos, es que Pekín y Pyongyang son aliados y siguen comerciando, además de refugiar a miles de ciudadanos norcoreanos

______________

A comienzos de agosto, Corea del Norte lanzó cuatro miles balístico que aterrizaron en el mar de Japón. Tres de ellos cayeron en una zona pesquera. Casi un mes después, otro misil sobrevoló la isla de Hokkaido, noroeste, en una nueva amenaza más para Tokio, que no encontró otra opción que armarse tras más de 50 años de una política de paz, consensuada con Washington.

El régimen de Kim Jong Un ha vuelto a retar a Estados Unidos, Japón y Corea del Sur. Ayer, tras las declaraciones de la Casa Blanca, que exhortó a la ONU a imponer sanciones “más fuertes”, Pyongyang anunció que en efecto había lanzado un misil en la madrugada del lunes, por lo que Washington insistió que evaluaba “todas las opciones”, que incluyen la militar.

La escalada balística de Kim no cesa, sino que cada vez se intensifica con nuevas acciones de Corea del Norte. Japón y Corea del Sur, sus vecinos, no les ha quedado más remedio que recordar viejas guerras y empeñarse en rearmarse, caso de Tokio, o llamar a  las filas a sus reservistas, como Seúl.

El primer ministro japonés, Shinzo Abe, criticado por su ambigua posición, esta vez dijo que el nuevo lanzamiento de Pyongyang “era una amenaza grave, grave y sin precedentes, y socava de manera significativa la paz y la seguridad de la región”. Además, prometió tomar “todas las medidas posibles para proteger la vida del pueblo japonés”.

No es la primera vez que da este tipo de declaraciones. Abe, un primer ministro conservador y de pocas palabras, ha subido el tono en contra de Kim. Poco a poco, ha ido mentalizando a los japoneses que llegó la hora de abandonar el discurso pacifista. En 2015, presentó una ley, aprobada en el Congreso luego de una pelea a puños entre los senadores, que estableció la posibilidad de que el ejército japonés participara en acciones en el exterior.

Abe insiste en tomar medidas. No se sabe de qué tipo, pero van en la línea de Donald Trump, su aliado. Sin embargo, Washington no ve con buenos ojos la carrera armamentista de Japón. Si bien ha sido su aliado tras la Segunda Guerra Mundial y actúa, como Corea del Sur, de acuerdo s sus directrices, a Trump le preocupa que Tokio se salga de las manos. Que saque a relucir su instinto imperial.

No deja de ser cierto que en Japón como en Corea del Sur hay escepticismo sobre el nivel de compromiso de Trump ante una eventual confrontación con Corea del Norte, armado hasta los diente con armas nucleares, a diferencia de Seúl y Tokio. Esto ha llevado a un escenario de polarización en ambos países, cuyos partidos opositores exigen o se oponen a una mayor inversión en el aparato militar.

La incógnita china

Entretanto, China sigue callada. Exigió, después de dos días de declaraciones, que las partes mantuvieran la calma. No más. Es como si el “estado de cosas” no fuera tan problemático para reaccionar, por una conveniencia silenciosa que Pekín no se atreve a expresar públicamente.

Los hechos acreditan que China ha jugado por ambas bandas. En 2016, el entonces Secretario de Estado John Kerry llegó a un acuerdo con el ministro de exteriores chino buscando endurecer las sanciones contra Corea del Norte. Un año después, Pekín anunció que prohibiría las importaciones de Carbón  a su vecino, por cerca 1.000 millones de dólares, según Isabel Hilton, en el portal The Prospect.

Pese a los anuncios, China ha seguido comerciando con el régimen de Kim. Es más, ha habido un aumento considerable. Según China Dialogue, el primer trimestres de 2017 las exportaciones entre ambos países aumentaron un 54,5% y las importaciones también subieron 18,4 por ciento, demostrando una cohabitación innegable.

China no parece dispuesta a dejar en el ostracismo a su aliado, quien depende en un 90 por ciento del comercio con ella, fuente de suministro de servicios bancarios, internet, petróleo. La ONU, y Estados Unidos, habitualmente exigen que se bloqueen las cuentas bancarias de funcionarios norcoreanos, pero están en China bien aseguradas por Pekín. Aunque la relación va más allá de lo económico. Expertos dicen que el tratado de 1961 entre China y Corea del Norte exige toda tipo de protección diplomática a los norcoreanos, en caso de un ataque.

La “co-dependencia inevitable” puede ser la mejor manera de definir esta relación. Este término, usado por Hamilton, es explicado por ella de la siguiente manera: “si los labios se han ido, dice el refrán, los dientes están expuestos. Si Corea del Norte colapsa, una nación unificada bajo los términos de Corea del Sur, un aliado de Estados Unidos, sería el vecino inmediato de China”.

Corea del Norte y China tienen una frontera viva. Por allí pasan, sobre todo, miles de norcoreanos que en muchos casos son explotados sexual o laboralmente del otro lado. En la mayoría de los casos huyen del régimen del régimen de Kim, pero no ven otra opción que irse al norte, a China.

La ciudad a la que llegan es Dandong. Ubicada al suroeste, allí hay una enorme plataforma comercial. Expertos como Hamilton dicen que Pekín intenta que Kim Jong Un copie ese modelo, para dar un salto económico. “Los agricultores pueden vender sus excedentes en forma privada y algunas fábricas pueden hacer sus propios arreglos de suministro y producción”, escribe la académica.

Pero no todo es como en Dandong. Cada vez, la relación entre China y Corea del Norte es más regular. El presidente Xi Jin Ping ha visitado Seúl pero no Pyongyang. Aunque la continua relación comercial muestra que los lazos siguen siendo muy fuertes, por el interés silencioso de Pekín de alejar a Estados Unidos de sus fronteras.

Mientras, Japón se arma y los surcoreanos llaman a las reservas militares. La región sigue gobernada por una fría tensión nuclear que puede terminar si Pekín, exclusivamente, decide mostrar sus verdaderas intenciones.

 

Síganos en nuestras redes sociales:

@Elnuevosiglo en Twitter

@diarionuevosiglo en Facebook

Periódico El Nuevo Siglo en Linkedin