Más allá del hecho de lograr un escaño el Parlamento de Westminster, el triunfo conservador es un hito: después de medio siglo imponerse en la circunscripción de Hartlepool, el llamado ‘muro rojo’ por ser un bastión laborista.
La victoria de la candidata conservadora Jill Mortimer con 15.529 papeletas, casi el doble de los conseguidos por su adversario laborista Paul Williams (8.589) es histórica también por la alta votación que obtuvo en esta zona del noroeste de Inglaterra, que fue considerado un test para el primer ministro Boris Johnson y su partido (tories) tras la plena entrada en vigor del Brexit, con la salida del país del mercado único europeo y la unión aduanera el pasado 1 de enero.
Es la primera vez desde la creación de este puesto en 1974 que esta localidad del "muro rojo", zona históricamente izquierdista del desindustrializado norte de Inglaterra, elige a un diputado de derechas.
El primer ministro Johnson se desplazó a esa localidad inmediatamente para celebrar con la vencedora y todos los conservadores británicos este triunfo. In situ recordó que en 2016 Hartlepool votó por el Brexit.
"Gracias a él podemos hacer otras cosas" como "enfrentarnos a la Superliga europea y (...) actuar de forma un poco diferente en lo que respecta a la vacunación contra el covid-19, que ha sido tan importante y hemos podido realizar más rápidamente que otros países europeos", afirmó Johnson, al celebrar este primer triunfo en las elecciones bautizadas como el “superjueves” por aupar varios comicios el mismo día: el escaño por el Westminster, la alcaldía de Londres, representantes a 5 mil concejos así como a los parlamentos de Escocia y Gales.
Incluso antes de que se hicieran públicos los resultados oficiales, un globo gigante representando a Boris Johnson con el pulgar levantado en señal de victoria fue colocado ante la oficina donde se contaban las papeletas.
La abrumadora victoria en esta antigua ciudad portuaria industrial da al primer ministro Johnson una mayoría aún más amplia en el Parlamento y aumenta la presión sobre el líder laborista Keir Starmer.
Después de que se anunció su triunfo Mortimer dijo que fue un "resultado verdaderamente histórico y un día trascendental" y agregó que pondrá todo su empeño y experiencia para “traer mayor inversión, generar trabajos, aprendizajes y regeneración en la ciudad”.
De 56 años, esta abogada de la Universidad de Teesside quien decidió hacer esa carrera cuando ya tenía dos de sus tres hijos, fue elegida en mayo de 2019 como concejal de Raskelf y White Horse Ward en el distrito Hambleton de North Yorkshire. Ese mismo año fue candidata en los comicios generales del Reino Unido. Y ahora se convirtió en la primera conservadora y la primera mujer que devuelve a los ‘tories’ el mando en ese tradicional bastión laborista.
- Noticia relacionada: Histórica victoria de conservadores en bastión laborista
Demoledor para la izquierda
La aplastante victoria de la candidata conservadora abrió de inmediato un juicio de culpas en las filas del laborismo dirigido por Keir Starmer, quien lo primero que atinó a decir era que de antemano había advertido que dicha elección sería una “prueba difícil”.
Pero la pérdida de otro bastión izquierdista además de ser un duro revés, reavivó las disputas internas en la oposición al conservador Boris Johnson.
A la espera de otros resultados electorales como en Escocia, una prueba de fuego tanto para el premier Johnson como para los independentistas, y dando por descontado que en la alcaldía de Londres será reelegido el laborista Sadiq Khan, el primer fruto del "superjueves" electoral cayó como una bomba el viernes.
Hartlepool, que lleva eligiendo diputados laboristas desde que se creó la circunscripción en 1974, cambió de bando y votó a un conservador para representarlo en el Parlamento de Westminster.
Tras haberlo demolido en las legislativas de 2019, Johnson le quita así un ladrillo más al denominado "muro rojo", las zonas históricamente laboristas del norte de Inglaterra que en las últimas décadas sufrieron de lleno la desindustrialización y votaron masivamente por el Brexit en 2016 (casi un 70% en Hartlepool).
Elegido como líder del Partido Laborista hace un año tras la histórica derrota sufrida por su predecesor, el muy izquierdista Jeremy Corbyn, el centrista Keir Starmer no lo ha tenido fácil.
"Hemos perdido cuatro elecciones generales y ahora tenemos unos resultados muy decepcionantes", reconoció. Enseguida agregó "Esto va mucho más allá de una remodelación o de las personalidades, se trata de centrar el Partido Laborista en el país y asegurarnos de que cerramos la brecha entre el Partido Laborista y los trabajadores", afirmó.
Starmer tuvo que liderar la oposición en medio de una crisis sanitaria marcada por los llamados a la unidad nacional y un gasto público histórico en ayudas a empresas y empleados inusual para un gobierno conservador.
La elección también se produjo en un momento en que el éxito de la campaña de vacunación contra el covid-19 está impulsando la imagen del gobierno de Johnson, anteriormente muy criticado por su gestión de la pandemia.
Más importante aún, el laborismo sigue sufriendo las consecuencias de la salida británica de la Unión Europea. Tras la victoria del Brexit, el partido careció de una posición clara sobre esta cuestión crucial.
Su cúpula conserva una imagen proeuropea poco apreciada por un electorado obrero probrexit que se ve en cambio seducido por Johnson y sus promesas de mejorar la calidad de vida en las regiones del norte.
Según el experto electoral John Curtice, los conservadores han ganado una media de 12 puntos frente a los laboristas en las zonas probrexit en comparación con las últimas elecciones locales.
"Esto demuestra la falta de progreso de los laboristas para reconectar con la clase trabajadora desde las elecciones generales de 2019", explicó en la BBC.
- Le puede interesar: Superjueves, prueba de fuego para independentismo escocés
Inspirarse en Biden
El ala más izquierdista del Partido Laborista saltó inmediatamente a criticar a Starmer.
Esta vez "no es posible culpar a Jeremy Corbyn", lanzó la diputada Diane Abbott, pidiendo al nuevo líder centrista que "cambie su estrategia".
El diputado Lloyd Russell-Moyle aconsejó a Starmer que se inspirara en el nuevo presidente estadounidense, Joe Biden, que "invitó a la izquierda a sentarse a la mesa en lugar de ponerla en la picota" y habla tanto con "liberales como con obreros".
Por el contrario, el también laborista Steve Reed consideró que su partido debe continuar la transformación "con más fuerza y rapidez" para recuperar la confianza.
Peter Mandelson, exdiputado por Hartlepool y aliado clave del ex primer ministro laborista Tony Blair en los años 1990, achacó la victoria conservadora a "dos c: covid y Corbyn y un poco de Brexit", asegurando que el exlíder sigue alejando a parte del electorado.
"Que una ciudad como Hartlepool, que ha sido laborista durante medio siglo, esté ahora en manos de los conservadores es desgarrador", dijo el responsable laborista de Comunidades Locales, Steve Reed, lamentando un "resultado demoledor".
Los recientes ataques de Starmer sobre la integridad de las élites políticas británicas, salpicadas por las revelaciones de conflictos de intereses con los empresarios y la controvertida financiación de la lujosa reforma del apartamento de Johnson en Downing Street, no han dado sus frutos.
Ahora está presionado para recuperar la iniciativa y, pese a sus declaraciones del viernes, la prensa británica prevé que reorganice rápidamente la dirección del Partido Laborista.
Cuando hace uno año Strarmer tomó las riendas del laborismo prometió levantarlo tras el fracaso electoral de su predecesor Jeremy Corbyn en las legislativas de 2019, cuando perdió numerosas localidades del "muro rojo" frente a los conservadores. Hoy las cosas se le han complicado porque no la logrado convencer.