DECANTADA la euforia del triunfo y acabados los discursos populistas, los que permitieron regresar al peronismo al poder argentino, Alberto Fernández y su fórmula vicepresidencial Cristina Kirchner, tienen desde este martes (cuando se vuelvan los inquilinos de la Casa Rosada) el desafío mayúsculo de cumplir la mayor promesa de campaña: encontrar un delicado equilibrio entre el pragmatismo que demandan las necesidades financieras y económicas del país y la reagrupación de fuerzas progresistas en la región.
Este martes, en la Casa Rosada, el liberal Mauricio Macri no sólo entregará el poder a Alberto Fernández, sino que escribirá una nueva página en la historia de Argentina: ser el primer presidente civil no peronista y electo democráticamente que puedo terminar su mandato en los últimos 30 años y deja el cargo con un 40% de votos en su ‘intentona’ reeleccionista, lo que lo posiciona como el futuro líder de la oposición.
Consciente de ello, centró su mensaje de despedida a la Nación en señalar que pese a la grave crisis económica que vive el país, coletazo de los dos anteriores gobiernos precisamente de Cristina Fernández de Kirchner, su gestión no fue de ‘tierra arrasada’ como la califican los hoy opositores peronistas. Y, por ello, hizo un balance pormenorizado de sus cuatro años al mando para demostrar que deja un país mejor al que heredó en 2015.
“Hemos valorado nuestras instituciones, nuestra democracia es más fuerte, nuestra justicia es más independiente, nuestra prensa es más libre, nos integramos al mundo, estamos más seguros frente al delito y la política es más decente”, declaró Macri en su mensaje radiotelevisado.
Sin soslayar la grave crisis en las finanzas y la economía nacional, producto básicamente de los menores ingresos de la nación por las exportaciones de soja, entre otros, el saliente mandatario presentó los avances en infraestructura, cultura de poder y calidad democrática, desarrollo humano, economía, relación con el mundo, y seguridad y narcotráfico.
Recordó, así mismo, que para poder reactivar la economía y darle oxígeno a las finanzas nacionales recurrió al salvavidas del crédito del Fondo Monetario Internacional, cuyo segundo desembolso no se verificaría ante el anticipado rechazo al mismo del presidente electo y su anuncio de reprogramar los vencimientos de la abultada deuda ya adquirida, la que aseguró está “decidido a honrar”.
Argentina recibió en 2018 un crédito de 57.000 millones de dólares a tres años, de cuyo último tramo de 11.000 millones, aún pendiente, Fernández anunció que desistirá a cambio de que lo "dejen crecer" para sacar adelante una economía en recesión y con alta inflación.
Pensando en ello fue que Fernández eligió como figura clave de su gabinete a un académico heterodoxo que plantea postergar el pago de la deuda en el Ministerio de hacienda. Se trata de Martín Guzmán, de 37 años, colaborador en Nueva York del Nobel de Economía Joseph Stiglitz.
"Es imperioso reperfilar los vencimientos. No sólo debe incluirse el capital sino también los intereses. Argentina necesita una negociación bastante más elaborada y compleja que la de otros países", dijo el nuevo ministro tras ser presentado el viernes por el mandatario electo.
En un primer paso para su estrategia económica, Alberto Fernández llamó a los empresarios argentinos a invertir en el país al igual que a los sindicatos y a los movimientos sociales les pidió una tregua de 180 días.
Para el analista Matías Carugati, la economía es su principal desafío. "A Alberto Fernández se lo eligió para que vuelva a poner la economía en crecimiento. Argentina está estancada desde 2011 y ya llevamos dos años consecutivos de recesión".
"Se habla mucho de un pacto de precios y salarios entre los distintos sectores: Estado, empresas, sindicatos y organizaciones sociales. Podría ayudar, pero obviamente si está acompañado de una política económica consistente", dijo Carugati.
Por su parte el analista Juan Gabriel Tokatlian considera que “Argentina afronta una situación económica y social muy delicada…la política programática va a ser por necesidad y es muy improbable que Fernández pueda dedicarse a temas internacionales".
Fernández (quien fuera jefe de gabinete de Kirchner) tiene a su favor que el peronismo es mayoría en la Cámara alta, 41 senadores de 72 que lo conforman y bajo el nombre de Frente de Todos darán el oxígeno a los polémicos proyectos que presentará el gobierno, y el más inmediato según develó el mandatario electo, es la despenalización del aborto.
En cuanto a la política internacional y ante el avance de la derecha en Latinoamérica, la dupla centro-izquierdista de los “Fernández” (Alberto y Cristina) ha enfocado su discurso bajo la óptica de que las protestas sociales registradas en varios países son “reclamos progresistas”.
"América Latina se está rebelando contra la derecha. Nosotros -Cristina (Kirchner, quien asumirá la vicepresidencia), yo y nuestro gobierno- vamos en el mismo sentido que la gente. Latinoamérica nos mira con expectativa. Ganamos y en América Latina se desató una demanda social que parecía dormida", dijo Fernández, amigo de los expresidentes brasileños Lula da Silva y Dilma Rousseff, así como de Evo morales, a quién ayudó a salir de Bolivia hacia su asilo en México.
Bajo ese planteamiento ha señalado que se propone desarrollar una agenda progresista en la región y se dice plenamente identificado con su par mexicano, Andrés Manuel López Obrador.
Otro paso importante que dará la dupla Fernández es el viraje de 180 grados hacia Venezuela, ya que no reconocerá a Juan Guaidó como presidente interino y aboga por una “salida negociada” de la crisis en dicho país, en línea con la posición de México y Uruguay.
Pero, como ya lo reseñamos, será la economía la que cope la agenda inmediata y a mediano plazo de Fernández y su vicepresidenta. Y, en medio de toda la expectativa por el cambio de rostros y el estilo de mando, continúa rondando en el ambiente si realmente será Cristina Fernández de Kirchner el poder tras el trono, al igual de lo que vivió Rusia años atrás con el enroque de la dupla Putin-Medvedev.
Obviamente el entorno del mandatario electo niega dicho escenario, pero a muchos argentinos les cuesta creer que Cristina Kirchner, con su personalidad avasallante y con gran peso en un sector del peronismo, se conforme con un papel secundario. Se abre un compás de espera para poder descifrar quién en realidad tendrá los hilos del poder en Argentina.