Carlomagno y las guerras mundiales | El Nuevo Siglo
Domingo, 20 de Octubre de 2019

Con el Golpe Militar de Rojas Pinilla (1953) los desterrados fueron el Presidente Laureano Gómez y mi papá, lo que significó para mí un internado, a los nueve años, en N. Y. y ver, dos veces a la semana, películas de la Segunda Guerra Mundial -USA contra Alemania- en las que los héroes eran los americanos. Una sola vez, pude oír a un oficial alemán que dijera, dolido, “¿Con quién está Dios?”, dando a entender que creía que tenían la razón. Lo que me tranquilizó considerando que mis dos abuelos eran germanófilos. Poco después pude leer dos libros que aclararon mis dudas: Luchamos y Perdimos y Piloto de Stuttgart. En ambos libros vi las razones de la lealtad alemana: por las valiosas cualidades definitorias de su país – tradición, la ética y disciplina militar: herencia de Carlomagno.

Ahora, conociendo la historia, es fácil entender lo que pasó en el siglo XX: después de un período de prosperidad y desarrollo asombroso europeo (fines del Siglo XIX), los celos y el orgullo de algunos mandatarios de Europa terminaron por “prenderle fuego” al vecino: Primera Guerra Mundial.

Poco después, un demente -gracias a la irresponsabilidad y cinismo de los autores de Versalles- jugó al monopolio con las vidas y los derechos humanos con una manipulación de las personas y su lealtad. Todo esto terminó sacrificando millones de vidas. Y el dictador alemán perdió a su Patria: terminó desviando el propósito de la confrontación hacia la barbarie -inexplicable, imperdonable- con el beneplácito de los líderes de la aterradora ideología nacional socialista de su país.

El poder de este monstruo se debió, en gran parte, al “conductismo”, entre muchas estrategias: aplicado a los niños de colegio el poder de las revistas a colores, llevando a una generación a creer en la necesidad de la guerra Segunda Guerra Mundial (con más de sesenta millones de muertos). Mientras tanto, Roosevelt F. D. -con el mismo cinismo y soberbia del dictador alemán- terminó llevando a la guerra a Estados Unidos por una incursión aérea del Japón, provocada por él, en una isla americana para fortalecer la Economía Norte Americana.

Lo triste de esta historia es que el mundo, hoy, otra vez, está jugando con candela: las circunstancias son semejantes, aunque los líderes son otros: los medios de comunicación, con un “conductismo mercantilista” y criminal, más sofisticado, poderosos económicamente -sin ética alguna- están jugando a una política mundial anti-natura. Borrando del mapa los principios y valores occidentales. Estos saben que no hay peor mentira que una verdad a medias y así, jugando con la palabra ideología, están acabando con la familia, la verdad humana: la sociología, la antropología, la metafísica, las virtudes humanas. La idea es acabar con la población latinoamericana y negra. Y convertir el aborto de los pobres en un gran negocio de órganos humanos. Acabando con el amor generoso, respetuoso y fértil, en favor de la desaparición de quienes no les parecen útiles. Acabando con nuestra identidad nacional y nuestros valores. Borrando del mapa la lealtad patria.