- La lección de Trump
- ¿Santos, a contrapelo de la historia?
Venezuela da un inesperado giro a la izquierda con la llegada al poder del comandante Hugo Chávez, frustrado golpista, que se presenta en ese momento como nacionalista independiente y campeón contra la corrupción. La quiebra de los partidos de orden, que habían sido derrotados y sustituidos por el “chiripero” que lleva al poder a Rafael Caldera, deja el sistema como expósito; lo mismo que el pase a primer plano de políticos de segundo orden de las colectividades tradicionales desequilibra la relación de fuerzas políticas. Entre tanto, el verbo fácil y promesero del ex oficial y aprendiz de dictador, Hugo Chávez, se gana el apoyo de las masas. La zanahoria de repartir entre los humildes las regalías petroleras se convierte en dogma popular.
Pocos estaban enterados de que, tras bambalinas, Fidel Castro impulsaba el modelo chavista bajo el dogma del socialismo del siglo XXI, ni que el cambio político de 1999, con el ascenso al poder del agitador venezolano modificaría el mapa político de la entonces potencia petrolera.
En veinte años de influjo chavista y entrega de millones de dólares a los partidos de izquierda, se agudiza la crisis política regional. La Argentina se hunde en el populismo del peronismo de izquierda. El Brasil, bajo la demagogia de Lula, altera las cifras de la economía y bajo cuerda favorece la corrupción en su país y en la región, como agente de empresas como Odebrecht. Venezuela se convierte en el infierno de la izquierda, bajo el gobierno de Maduro y la hambruna generalizada, la frustración, la amargura y la penuria de las masas determina que millones de seres abandonen el país. El gobierno se sostiene por cuanto sus fuerzas armadas y milicias se han convertido en tropas de ocupación. Crisis económicas similares se repiten en otros países bajo el signo del socialismo del siglo XXI.
El fracaso político y económico de la izquierda continental determina que la miseria golpee como nunca en los países que gobierna, lo mismo se cumpla la ley del péndulo, dándose así el giro político a la derecha y centro derecha. Los pueblos tenían la nostalgia de recuperar el orden y la libertad, dentro de la democracia y la libre empresa. Y lo lograron. Esos fueron los casos, entre otros, de Chile con Piñera, Argentina con Macri, Brasil con Temer y Perú con Kuczynski.
El giro global más importante a la derecha ha sido el de los Estados Unidos con el triunfo de Donald Trump, quien cautivó a los estadounidenses con la tesis de recuperar a Estados Unidos como potencia y hacerse respetar en el mundo. Su estilo ha suscitado duras y agrias polémicas, más los resultados económicos son formidables. Lo mismo se repite en varios países de Europa, donde la derecha llega al poder.
En Colombia se le entrega un primer mandato presidencial a Juan Manuel Santos, para que siga la tarea política de la derecha de derrotar la subversión y restablecer el orden. En vez de seguir ese rumbo y derrotar militarmente y para siempre a las Farc, toma la vía de la involución política y la negociación. El gobierno más que un acuerdo de paz, firma una capitulación en La Habana, que le abre las puertas al premio Nobel de Paz. Al tiempo, el pueblo colombiano en un plebiscito que convoca el propio Santos determina que gane el No, que implicaba no avalar lo firmado con la guerrilla. Desde entonces, la Nación reclama un giro a la derecha, que se inicia con potencia inusitada por la acción de Cambio Radical, del Centro Democrático y de los conservadores, que consiguen frenar varias de las peligrosas concesiones habaneras en el Congreso.
Hoy las encuestas e investigaciones de opinión muestran el desencanto de las masas por los partidos políticos en Colombia, que subsisten por cuanto el sistema legal los favorece con la personería jurídica, los avales, la reposición en metálico de los votos y múltiples ventajas, lo que ha derivado en una política sin principios que solo busca negociar ventajas con los gobiernos de turno.
El reto histórico del momento político consiste en que las fuerzas de centro derecha y derecha tengan gestos de grandeza y entiendan que es preciso restablecer la plenitud democrática y fortalecer sus instituciones. El gobierno, en una lectura equivocada de la historia, sigue el coqueteo con la izquierda, a sabiendas que en el mundo y en Colombia, a contrapelo de la política oficial, se produce un giro a la derecha el cual se verá reflejado en las próximas elecciones, ya que la audiencia de derecha se fortalece a diario.