- El Marco Fiscal de Mediano Plazo
- Desde ya, Acuerdo pospandemia
El Gobierno presentó, el viernes, el esperado Marco Fiscal de Mediano Plazo (MFMP). Este documento se atendía con gran expectativa, pues las proyecciones del anterior habían quedado hecho trizas con la irrupción de la pandemia. Y porque se trata de un documento altamente técnico, ordenado por la ley, que debe describir con todo detalle la situación fiscal de corto y mediano plazos de las finanzas públicas del país.
El marco fiscal de mediano plazo (MFMP) debe anteceder a la presentación anual del presupuesto nacional ante el Congreso .Es como el telón de fondo de la gestión de la hacienda pública. Sus capítulos contienen los radares que deben guiar la política de gasto público, de endeudamiento y de la tributación. De allí su importancia.
Ahora bien: acontece que el Gobierno no divulgó en su integridad el Marco Fiscal de Mediano Plazo (2020-2030) en esta ocasión, sino un power point con 39 láminas donde se resumen las grandes conclusiones del documento completo que, seguramente, se publicará más adelante. Como todo power point responde algunos interrogantes, pero deja otros en el aire.
El primer interrogante que debía responder el MFMP y que todo el mundo esperaba después de que se suspendió la vigencia de la regla fiscal, era éste: ¿hasta cuánto ascenderá el déficit fiscal en este “año horrible” del 2020? La respuesta del Marco Fiscal es ésta: hasta el 8,2% del PIB a nivel central, y si se tiene en cuenta el déficit en que incurrirán las entidades territoriales, hasta el 9,2%.
En la presentación del power point el viceministro de Hacienda (a la presentación del Marco Fiscal no asistió el Ministro de Hacienda sino los viceministros) dejó sin embargo flotando en el ambiente una salvedad importante y crucial: los déficits anunciados podrían aumentarse si los recaudos tributarios caen más de lo esperado y si los gastos extraordinarios para contrarrestar los efectos de la pandemia son superiores a los proyectados, dijo. Es decir, el déficit del 8,2% puede quedar pulverizado en cualquier momento.
La recuperación económica deberá comenzar en el 2021: el déficit de las cuentas públicas empezará a declinar; el endeudamiento alcanzará el 5,1% del PIB; el crecimiento económico se recuperará hasta el 6,6% positivo el año entrante (algunos como Fedesarrollo consideran demasiada optimista esta proyección); igual sucederá -nos dice el power point- con el endeudamiento que también iniciará un proceso descendente como proporción del PIB; y otro tanto acontecerá con el déficit de la cuenta corriente del comercio exterior, que tenderá a estabilizarse en los niveles del 3% del PIB.
Todo el mundo estaba esperando una respuesta a una incógnita que aún está por responderse con claridad: ¿cuánto está gastando realmente el Gobierno colombiano en atender los imprevistos de la pandemia? Y ¿lo que está gastando es mucho o poco con relación a lo que están destinando para el mismo propósito otros países de igual o menor desarrollo que el nuestro?
Infortunadamente esta pregunta que es clave (como que está en la esencia de las dos declaraciones constitucionales de la Emergencia económica y social que el Gobierno ha expedido) no encuentra en el power point sino una respuesta muy escueta. Que no alcanza a ser satisfactoria frente a las muchas preguntas que el país y el Congreso se están formulando frente a una cierta opacidad que parece rodear las cifras que Colombia está destinando para atenuar los efectos de esta pandemia.
En efecto: en el cuadro número 22 del famoso power point se dice lacónicamente que para la emergencia está gastando 2,5% del PIB y 0,3 % para la capitalización del Fondo Nacional de Garantías. Si estas son las cifras definitivas, es evidente entonces que -en comparación con otros países similares- estamos destinando muy pocos recursos para contrarrestar la calamidad mayúscula que vivimos.
Finalmente, en el Marco Fiscal de Mediano Plazo, o mejor, en su sintética presentación en power point, se dice que las finanzas públicas del país necesitarán una reforma tributaria que recoja al menos 2% del PIB (en cifras redondas 20 billones de pesos), pero que la discusión de dicha reforma sólo podrá iniciarse cuando pase la pandemia.
Si tal es la opinión gubernamental, deberían convocarse cuanto antes un grupo de expertos y a los partidos políticos, como se está haciendo en España, para que desde ahora se inicie la búsqueda de un gran “acuerdo fiscal” pospandemia. De lo contrario, ese plausible propósito quedará en la incertidumbre del próximo gobierno.