- Los retos de la industria en Colombia
- Un nuevo perfil de oferta y demanda
Está visto que la pandemia del Covid-19 tiene una evolución estacional muy territorial. Es decir, que no afectó al mismo tiempo a todo el planeta, sino que comenzó por Asia, de allí pasó a Europa, después golpeó fuertemente a Norteamérica y ahora tiene a los países latinoamericanos como el epicentro de la emergencia sanitaria. Esa característica es la que explica por qué mientras en los dos primeros continentes (salvo algunas alertas tempranas por el riesgo de rebrotes focalizados del virus) ya las actividades productivas e incluso sociales se están retomando con celeridad, en el nuestro la situación es distinta. De hecho, es claro que Estados Unidos (el país más afectado en número de contagios y decesos) y Canadá están en pleno proceso de reactivación, una vez superaron hace un mes el pico del virus, en tanto que en Suramérica ese proceso avanza mucho más lento ya que aquí no se ha llegado todavía al punto más alto de la crisis epidemiológica.
Sin perder de vista ese marco circunstancial, debe entenderse la ansiedad que producen en muchos lugares del planeta las imágenes de esta semana en varios países europeos que reabrieron sus fronteras marítimas, terrestres y aéreas, reanudando de inmediato la recepción masiva de turistas, cuya llegada a aeropuertos, puertos y terminales viales ha sido celebrada como la evidencia de que la tragedia del coronavirus ya está quedando atrás y la etapa de la pospandemia comenzó definitiva e irreversiblemente.
Es claro que para países como Colombia, en donde el sector turístico se ha convertido en la última década en uno de los más dinámicos en materia de recursos y empleo, esas imágenes festivas europeas generan una natural inquietud y ansiedad en torno a cuándo se podrá reactivar este sector, tanto a nivel de destinos internos como de llegada de viajeros internacionales. Dada nuestra realidad epidemiológica es evidente que, por ahora, este rubro debe esperar. De hecho pese a tener junio tres puentes festivos, continúa restringida la aviación comercial, el transporte intermunicipal e interdepartamental, cerrados los centros vacacionales, con operación restringida la hotelería y todo la industria de productos, bienes y servicios asociados. Ya hay algunos protocolos de bioseguridad en estudio respecto a la reapertura gradual y cautelosa de algunas de esas actividades, pero sólo hacia julio o incluso septiembre, antes no sería muy posible.
La reanudación del turismo es clave e incluso se considera una prueba fehaciente de esa “nueva realidad”. Es más, ayer la Organización Mundial del Turismo celebraba lo que ocurre en Europa y otros países en donde el virus ya no es una amenaza a gran escala. Incluso el titular de la organización señalaba que “el turismo mundial no ha estado nunca tan unido como ahora”, tanto para evaluar el impacto del Covid-19 como para buscar la forma de reiniciarse de una manera responsable y basada en lo mejor que puede ofrecer el sector: innovación, colaboración y sostenibilidad. Es más, se trajo a colación que el Comité Mundial de Ética del Turismo, un órgano independiente convocado por la OMT, subrayó la importancia de aplicar estrictamente los cánones de responsabilidad sanitaria a la hora de levantar las restricciones de viaje. El llamado, igualmente, es a reinventar el turismo y encontrar el equilibrio entre las necesidades de las personas, las del planeta y la prosperidad. Un modelo más sostenible en lo económico, lo social y lo ambiental.
Volviendo al plano interno es obvio que el Gobierno, en medio del plan de contingencia, ha enfatizado las líneas de ayuda al sector turístico. Desde el Ministerio del ramo, Procolombia, Fontur y otras entidades del orden nacional así como departamental y regional se han canalizado muchas acciones y cuantiosos recursos, tanto para apoyar a las empresas y centenares de miles de empleados directos o indirectos de esta rama económica, como para delinear la estrategia de reactivación a corto, mediano y largo plazos. De esta forma se han implementado esquemas de créditos de emergencia a las empresas, flexibilizaciones tributarias y administrativas de amplio espectro así como programas de apoyo directo al empleo sectorial, entre otras medidas.
Es imperativo que la industria se adapte a la “nueva realidad” pospandemia, no sólo desde el punto de vista de las exigencias sanitarias y la fortaleza empresarial, sino en cuanto a facilitar la conectividad aérea, marítima y terrestre; recuperar la confianza del viajero local e internacional hacia nuestros destinos; agilizar el valor agregado a los planes y ofertas; mejorar en competitividad tarifaria, marketing, herramientas digitales y la cultura del servicio; perfilar mejor al nuevo consumidor y su capacidad de compra y aspiraciones; estrategias de fidelización e integralidad de los destinos… tanto en los rangos de turismo tradicional como en el verde, de salud y otras modalidades sostenibles.
Como se ve, son muchos los retos que tiene Colombia en materia turística. Retos que deben empezar a trabajarse desde ya porque, una vez pase la fase crítica de la pandemia, hay que moverse rápida y eficientemente.