* Rechazo de la gente a las reformas
* Indignación colectiva por la inseguridad
La aprobación del presidente de Chile, Gabriel Boric, llegó esta semana a su nivel más bajo desde que asumió el poder el 11 de marzo de 2022: apenas 24% mientras que la desaprobación llegó a 70%.
Se desploma la aceptación y la popularidad del primer gobierno “progresista” de Chile tras más de tres décadas de mandatos de centroderecha y centroizquierda. Boric ha sido incapaz de cumplir su agenda de cambios radicales en lo económico y social. Lo desestabiliza la incompetencia de muchos funcionarios, la incapacidad de construir una coalición política fuerte y, sobre todo, la creciente inconformidad popular ante la expansión del crimen y la inseguridad en el país.
Boric, un dirigente estudiantil, alcanzó figuración e importancia en la política chilena en medio de los grandes disturbios y de la cadena de acciones terroristas que ocurrieron entre octubre de 2019 y marzo de 2020. Tuvo papel protagónico en los diálogos y negociaciones con el gobierno de Piñera que abrió paso a una Convención para reescribir la Constitución y electoralmente se puso al frente de una coalición de partidos de nueva izquierda que lo llevó a la presidencia, a la edad de 36 años, el mandatario más joven en la historia del país.
La primera gran pérdida de su capital político se produjo con el doble fracaso de la reforma de la Constitución. Ató su suerte personal, así como la de sus reformas, a la primera convención constitucional, la de 2021, integrada en su mayoría por activistas de izquierda que produjo un texto radical, que integraba la esencia de su proyecto y que fue rechazado en referéndum en 2022. El segundo gran desgaste ocurrió a finales de 2023, por un mega escándalo de corrupción cuando se descubrieron millonarios contratos de entes oficiales con ONG de personas cercanas a Boric y a su gobierno.
Lo que se percibe ahora, en la mitad de su mandato, es que su agenda de profundas transformaciones en favor de las minorías, el medio ambiente, la equidad y la justicia social, se quedó en el discurso. A una pobre capacidad de ejecución se une la debilidad política de un gobierno que no tiene mayorías en el legislativo. Pesa también que lo que en su momento se consideró un “estallido social” que aportó el “momentum” para su elección, se percibe ahora como una intimidación alevosa y violenta contra la sociedad, rechazada por la mayoría de los chilenos.
La zozobra por los ímpetus estatistas del presidente afectó la confianza de los inversionistas y detuvo el crecimiento de la economía. La ambiciosa colección de reformas de los primeros días se redujo a las de salud, pensiones y tributaria, todas con problemas, todas con grandes contradictores. El Congreso se ha resistido a crear más cargas impositivas, a llevar el sistema de salud al dominio estatal y a transferir al gobierno el manejo del sistema pensional.
Como Ecuador, Uruguay, Argentina, Paraguay, entre otros países, Chile padece la invasión progresiva de mafias y carteles del narcotráfico que, junto con grupos indígenas radicales, generan grave inseguridad. Causó especial conmoción en los últimos días el asesinato de tres carabineros en la “macrozona sur de Chile”, escenario del conflicto con la comunidad mapuche y también durante los últimos años de ataques incendiarios, asaltos, quema de iglesias y de viviendas.
A mitad de camino el gobierno de izquierda de Chile guarda similitudes con el de nuestro país: más promesas que realizaciones, baja ejecución, resistencia de la población a las reformas, escándalos de corrupción. Pero también mantiene importantes diferencias, en especial el talante democrático de Boric en las relaciones con sus adversarios políticos, su respeto y acatamiento de las decisiones que le son adversas, compromiso y respaldo pleno a los carabineros y la fuerza pública en busca de rescatar la seguridad y su enérgica condena a regímenes totalitarios como Venezuela y Nicaragua.
Chile realizará el próximo octubre comicios municipales que servirán para medir fuerzas y aceptación popular de los partidos y para precisar cuánto afecta electoralmente a Boric el enorme y preocupante desprestigio que hoy muestra en las encuestas. Si puede mirar con optimismo la otra mitad de su gobierno y si tiene fuerza política para hacer en los próximos dos años, al menos parte de lo que no logró realizar hasta ahora.