“Desde un niño chino hasta uno iraquí disfruta de sus obras” | El Nuevo Siglo
Botero es uno de los artistas nacionales más importantes a nivel internacional. Sus obras han recorrido numerosos museos y han sido acogidas por varios parques y calles de diferentes países.
Foto Hernán Díaz - Banco de la República
Domingo, 10 de Abril de 2022
Redacción Cultura

De una disciplina intacta con la que ha consolidado una obra que conquista a todas las generaciones, es como define a Fernando Botero el documentalista colombiano Jorge Mario Álvarez, que lanzará en los próximos días una producción que recorre la vida del pintor y escultor antioqueño.

En línea con la celebración de los 90 años del natalicio del artista contemporáneo, EL NUEVO SIGLO habló con el documentalista sobre los primeros pasos en el arte del maestro y su evolución en cada brochazo o trazo a lo largo de su trayectoria.

EL NUEVO SIGLO: ¿Cómo fueron esos primeros encuentros de Botero con el arte?

JORGE MARIO ÁLVAREZ: Él era un niño que tenía un talento natural. Desde pequeño hacía unos dibujos maravillosos. Yo conocí su cuaderno de zoología donde dibujaba caimanes, culebras y mariposas. Eran unos cuadernos hermosos y perfectos para un niño de 12 años. Pienso que desde esa época ya tenía una vocación por el dibujo porque se veía que disfrutaba hacerlos.

Ya más adelante, su tío Joaquín lo llevaba a la plaza de toros porque él quería ser torero. Allí hacía unas acuarelas sobre los toros; teniendo 13 años, eran unas acuarelas muy bien jaladas, incluso una de ellas la exhibió donde vendían las boletas y un día pasó y don Rafael, que era el dueño del almacén, le dijo que había vendido una y eso fue una emoción grandísima, se metió la plata en el bolsillo y salió corriendo para la casa y en el camino se le perdieron las monedas, entonces casi que ni le creyeron que la había vendido. Fue logrando algunos triunfos.

Él salía con los amigos a pintar, en las afueras de Medellín, paisajes de los puestos de las casas. Fue una vez a la plaza de mercado y se puso a pintar a una persona y a esa persona no le gustó que lo dibujara, entonces le quitó el papel y se lo arrugó. Desde ahí empezó a dibujar sin modelos, todo lo que pinta y hace es de memoria.

ENS: ¿Cuándo nace esa voluminosidad que tanto caracteriza sus obras?

JMA: Para eso pasó mucho. Él primero quiso ser como Picasso y hacía unas figuras estilizadas. En una oportunidad, cuando terminó el bachillerato, se fue a vivir a Tolú, a Coveñas, donde hizo unas pinturas maravillosas muy influenciado por Picasso, y las expuso en una galería en Bogotá, del fotógrafo Leo Matiz. Las vendió todas, le fue muy bien, pero eran unas pinturas estilizadas, todavía no había voluminosidad.

Las pinturas voluminosas las descubrió en México. Él estaba pintando una guitarra y le hizo un hueco pequeño y ese hecho magnificó la guitarra, la volvió voluminosa. Entonces empezó a descubrir esas formas, que él dice que no son gordas, sino una exaltación de la forma, del volumen. Empezó a avanzar en el descubrimiento de la pintura que hace actualmente.

ENS: ¿Cómo fue la evolución de los brochazos o los trazos del maestro a lo largo de su carrera?

JMA: Él fue evolucionando mucho en su estilo de pintar, de cómo era dar la pincelada, el brochazo en el color. Pero siempre con figuras grandes, voluminosas, con rostros, manos, hasta que fue llegando a lo que hace ahora, que se dedica a pintar como más puro en las formas, ha desarrollado mucho el color y la composición.

Él tuvo influencia de muchos pintores. Por ejemplo, cuando era dibujante, hizo las ilustraciones en el Suplemento Literario de El Colombiano, cuando tenía 15 años, y en esas piezas se ven influencias de artistas mexicanos, de Picasso y de otros pintores de esa época. Un pintor se va dejando influenciar por el uno, por el otro, pero va cogiendo su propio estilo, su camino. Todos son como pasos en esa búsqueda de su estilo, de lo que lo hace diferente a los demás.

Pero en esos dibujos uno nota el talento que tenía. Un muchacho que no estudió en una academia, que fue completamente autodidacta, que no tuvo profesores, todo es producto de su extraordinario talento, de la observación de la realidad y de los estudios que hacía, porque él era un gran lector.

ENS: ¿Se podría decir que Botero es un rebelde del arte?

JMA: No sé si rebeldía sea la palabra, porque él ha sido muy consecuente con sus ideas y con lo que piensa del arte, ha tenido una búsqueda en un sentido. Ha ido desarrollando su estilo, aunque en su manera de ver la vida tiene un pensamiento progresista, rebelde e innovador, pero uno ve que su arte es más clásico, él dice que no ha dado una pincelada sin que tenga una relación con la historia del arte. Entonces, su pintura es muy clásica, claro que en su estilo único, que lo hace diferente. Ese estilo que llegó a descubrir, de la exaltación del volumen.

Algunas veces ha mostrado una posición política o crítica. Ha hecho muchas pinturas sobre la violencia en Colombia, que son desgarradoras, la gente desplazada, las madres llorando frente a los niños muertos. 

ENS: ¿Cuáles son esos temas de los que nos habla su acervo artístico?

JMA: Todo lo que pinta está inspirado en el Medellín de los años 30 y 40, de su infancia y juventud. Uno no ve obras modernas, donde haya edificios, autos, ni paisajes de otros países, sino que todo está inspirado en Antioquia.

Pocos momentos se ha salido de esa cotidianidad. Casi toda su obra es de la cotidianidad, de las señoras con sus vestidos con boleros, los señores de sombrero y bigote, las comidas, los espacios por donde él se movía. A través de su pintura ha hecho una especie de biografía, de ese mundo de su infancia y adolescencia.

ENS: ¿Qué ha representado la obra de Botero para el arte moderno colombiano?

JMA: El maestro Botero es uno de los más grandes artistas colombianos, si no el más grande. Aunque hay artistas muy buenos en el país, lo que pasa es que el maestro es el que más reconocimiento internacional tiene. Su obra ha sido vista en museos de todo el mundo, su estilo es reconocido.

Las obras de Botero no hay que explicarlas, sino que la gente las entiende con solo verlas. Por eso, desde un niño chino o hasta uno iraquí se para frente a una de sus obras y se la disfruta, se la goza, porque le transmiten a uno paz y le provoca a uno vivir dentro de esos cuadros.

Lo mismo sus esculturas, que procura que se hagan bajitas para que la gente pueda compartir con ellas y acariciarlas, que sean sus amigas. Todo eso tiene también el arte del maestro Botero, que es un arte que cualquier ser del planeta lo disfruta, transmite una belleza plástica, de color, de composición. Todo eso lo hace a él tan grande, con tanto reconocimiento en el mundo.



ENS: ¿Cómo resultó inmerso en el mundo de Botero?

JMA: Llevo haciendo un documental desde hace 10 años. Lo inicié en el 2012, cuando el maestro Botero cumplió 80 años, que se le hizo una celebración apoteósica en Medellín y empecé a grabar todo el evento. Ahí tuve la fortuna de llegar a él y hacerle una entrevista. A partir de ese momento empecé a hacer el documental, profundicé la investigación, hice entrevistas a sus hijos.

El documental está centrado en su infancia y juventud, en cómo hizo él para formarse en Medellín, un pueblo conservador, donde ver arte era casi que imposible, donde ser artista era como ser el bobo del pueblo, como dice él, y se muestra también que tuvo una mamá que lo apoyó toda la vida y que si él quería ser pintor que lo fuera. Todavía no se ha definido exactamente cuándo se va a transmitir, que será por Caracol, probablemente salga el 19 de abril, que es el día del cumpleaños de Botero.