QUEDAN tres meses para que ciudadanos repiensen el voto para las elecciones regionales del 27 de octubre.
Tiempo para reflexionar sobre el valor de reinventar sucias costumbres de hacer política.
El elector debería reflexionar sobre trascendencia social y territorial de elegir 32 gobernadores, 1099 alcaldes, 32 asambleas departamentales, 1099 concejos municipales y ediles de juntas administradoras locales.
Jornada electoral prioritaria y determinante para el rumbo de regiones y pueblos.
Es votar por quienes definirán el rumbo de nuestras poblaciones y su desarrollo.
Justa democrática marcará la opción que quiere el ciudadano entre tener o no corruptos al frente de las administraciones.
Corrupción en política anda viva y haciendo de las suyas.
Marrulleros, sonsacadores, comerciantes de votos, candidatos sin ética, ni moral, ni dignidad, ni respeto por dineros públicos, podrían estar entre los aspirantes.
El quid del asunto es detectarlos a tiempo y sacarlos de escena.
Viejos árboles de la corrupción y clientelismo donde se negocian votos no deben tapar el bosque de la nueva política.
Definir entre seguir con los mismos sinvergüenzas que tienen regiones saqueadas, olvidadas y pobres, o elegir en urnas a las mejores mujeres y hombres candidatos.
Darle cachetada social a corruptos para dar paso a gente buena y decente.
No quejarse tanto de lo que hoy tenemos en las regiones. Mejor actuar con firmeza, criterio y dignidad. Los colombianos de bien que son la mayoría no deben ponerle precio a su voto, deben hacerlo por el bien colectivo.
Denunciar prácticas dolosas en provincias y capitales es parte del compromiso ciudadano.
Jugar limpio en política también va con el elector.
El ciudadano también debe dar ejemplo de cordura, rectitud y respeto. Hay que leer, estudiar y entender las propuestas de candidatos antes de tomar una decisión.
No ir a sufragar a la ligera por cumplirle a la democracia. Es necesario hacerlo a conciencia.
Expulsar a quienes han contaminado la política y la hacen oler feo.
Erradicar de partidos y movimientos políticos e independientes a tanto sinvergüenza, es responsabilidad de todos.
El país no lo puede liderar un presidente de la República sin el respaldo de gobernadores, alcaldes y concejales honestos y comprometidos.
El presidente Duque no puede hacer solo la tarea. Requiere de los mandatarios regionales y de concejales íntegros, trabajadores y buenas personas, para alcanzar los objetivos.
No más alcaldes y gobernadores capataces o mandamás.
Fin a la era perdida de funcionarios depredadores de los dineros públicos.
Que acabe saga de ‘mayordomos’ acechando recursos de la inversión social.
Punto final al largometraje de tanto rufián y asaltador disfrazado de dirigente.
Donde afloran la corrupción, donde alcaldes y gobernadores andan en la picota pública, es urgente desconfiar y no equivocarse en el voto.
Una nueva Colombia donde no se roben recursos destinados a comedores comunitarios, a la nutrición y alimentación de niños, a construir escuelas, puestos de salud, vías de acceso en pueblos y veredas.
Tres meses para decidir si queremos lo mismo para luego quejarnos.