Como en el casino, los dados ruedan sobre la mesa a ver que sale. Así está la elección del próximo presidente de Colombia. Puede salir cenas o unos, no hay nada claro, así los técnicos encuestadores traten de descifrar sus muestras entre 2 a 4 mil encuestados, para lo cual la inmensa mayoría de la gente no conoce a ningún encuestado y menos a ellos los han llamado.
Como decía Álvaro Gómez, las encuestas son como las morcillas, se comen pero no se ve como se hacen. El hecho es que ambos candidatos tienen posibilidad de triunfo. Gustavo Petro como resultado de 30 años de política tradicional, un sujeto del establecimiento que ha pasado por varios cargos del Estado, como concejal, funcionario público, diplomático, representante, senador, alcalde y ahora quiere ser presidente. Ha transitado por varios movimientos y partidos de izquierda: M19, Alianza Alternativa, Polo Democrático, Colombia Humana y Pacto Histórico. Es igual a muchos expresidentes colombianos que han seguido la misma trayectoria y tradición, solo que este tiene un ingrediente más, que ha empuñado armas contra el Estado y se le conocen delitos graves de los que ha sabido salir airoso. Igual que muchos políticos corruptos se le ha visto recibir coimas (dineros de dudosa procedencia), ha malgastado en politiquería dineros públicos, con acusaciones de corrupción en Bogotá en su pésima gestión como Alcalde suspendido. Y todo ello bajo la bandera de la izquierda y ánimos de llevar este país a una aventura igual a la venezolana a nombre del “cambio”.
En la otra orilla está un outsider, un hombre mayor que es la antítesis del anterior: un empresario que ha hecho fortuna gracias a su esfuerzo y trabajo, ha ayudado a mucha gente en su departamento generando empleo y favoreciéndolos con viviendas de bajo costo e intereses. Un hombre víctima de la violencia con el asesinato de su hija por parte de los que empuñaron armas como Petro para sacarle plata por vía del secuestro.
Este hombre de provincia, que fue concejal de su pueblo natal Piedecuesta (Santander) y alcalde de Bucaramanga, propone acabar con la corrupción y controlar el gasto del Estado, tarea difícil pero posible. Es una incógnita lo que podrían ser los resultados de salir electo, pues bajo el sistema democrático y constitucional que tiene este país, el Presidente necesita contar con el Congreso y éste es manejado por los partidos. De manera que su discurso evolucionara en la medida que busque gobernabilidad, pero ello no es obstáculo para alcanzar el éxito de su promesa básica.
Situaciones así se presentan en la democracia y de verdad que ayudan a la reflexión del pueblo que debe votar con madurez y conciencia. Los dados están rodando y esperamos que salgan cenas para el bien de nuestro país, para el presente y futuro de las nuevas generaciones y la estabilidad institucional y democrática. Rodolfo Hernández surgió de esa necesidad de cambio, pero desde la orilla del bien. Esperemos que así sea.