¿Qué nos pasa? | El Nuevo Siglo
Jueves, 18 de Octubre de 2018

“Últimos tres gobiernos anuncian y no cumplen”

 

UNA pregunta que hacen a menudo inversores extranjeros sobre Colombia es por qué la constante de anunciar proyectos y ejecutar tan poco.

Les inquieta voracidad del gasto, sobrecostos en infraestructura y lo muy poco que se entrega terminado y sin focos de corrupción.

Banqueros de inversión que ponen sus ojos en economía nacional no encuentran relación costo-beneficio en las publicitadas megaobras.

Señalan que cada gobierno, cada año, hace alarde de gigantescas inversiones en obras públicas que en más del 50% no se cumplen, se roban la plata y nunca son ejecutadas.

Consideran que ese es un mal que aqueja a varios países emergentes que aún no logran superar ancha brecha entre ricos y pobres.

A más corrupción en contratación, más difícil que haya redistribución, renta justa y equitativa. Los Estados así son más propensos al fracaso y a cometer peculado y estafa en manejo de recursos públicos.

Preocupa a fondos de inversión extranjera estrecha relación que hay entre corrupción y sistemas de gobierno endebles e incapaces de ejecutar con transparencia las inversiones.

No les cabe en la cabeza que el país haya sido incapaz, por ejemplo, de construir el Túnel de la Línea, entre Tolima y Quindío.

Lo último es que hacen falta otros $600 mil millones para que tal vez, en 2020, esté en funcionamiento esa estropeada obra. No hemos podido, nos quedó grande y los últimos tres gobiernos, anuncian y no cumplen.

La opinión de accionistas extranjeros que invierten en Colombia o que ponen su mirada en nuestra economía, es válida y necesaria.

Son finalmente los inversores quienes padecen falencias de un mercado pobre en competitividad y absurdo en infraestructura.

Nos ponen a reflexionar sobre el papel que ha jugado el Estado en últimos tres gobiernos, lamentables en ejecuciones y muy activos en promesas.

La característica de últimos jefes de Estado ha sido promover una danza de billones para obras civiles, y fracasar en su ejecución.

Una fiesta de locos donde se oye de todo y se concreta muy poco.

El pasado fin de semana estuvo en Armenia el presidente Duque. Esa región padece el más alto nivel de desempleo nacional, aumento de inseguridad, de suicidios, de atracos callejeros y de pobreza absoluta.

Desde Bogotá nos vemos forzados a viajar al Quindío, Risaralda y Caldas por vías de hace 100 años. Debería darle vergüenza al Ejecutivo.

Transportadores de carga asumen cada día millonarias pérdidas por cuenta del pésimo estado de la vía entre el centro del país y Buenaventura. Un caos, un peligro siempre atravesar el Alto de La Línea.

Para completar oscuro panorama, por aire sólo vuela Avianca al aeropuerto internacional El Edén, que más parece un helipuerto, incómodo, sucio, con una precaria zona de comidas y con precios por las nubes.

Un trayecto por esa aerolínea Bogotá-Armenia puede costar arriba de 600 mil pesos. Eso es infame ¿Dónde están los cielos abiertos? ¿Esa es la economía naranja? ¿Y dónde anda el ecoturismo?

Mucha corrupción, demasiada palabrería, muy pocos resultados.