Debemos entender la libertad como la facultad que tiene cada individuo de construir su propio proyecto de vida y asumir las responsabilidades que cada una de sus decisiones trae, sin exigirle a ningún tercero que repare los daños que pueda llegar a causar.
Para trabajar en los proyectos de vitales de cada ser humano es necesario poder utilizar medios materiales. Incluso quienes tienen como proyecto solamente el uso del intelecto necesitan usar algún recurso físico: papel, tinta, oficinas, sillas, mesas. Estos medios materiales son escasos, es imposible que la totalidad de los individuos los use al mismo tiempo.
Para solucionar este problema definimos que existían unos derechos a utilizar algo y poseerlo, y lo llamamos derechos de propiedad. Como dos personas no pueden comerse una manzana al mismo tiempo, definimos que alguien debería tener el derecho de propiedad sobre la manzana. También puede pasar que alguien quiera usar un pedazo de madera para construir un barco y otro para construir una casa, no se pueden construir las dos cosas con la misma madera. La mejor manera de solucionar esta controversia sin afectar la libertad de las personas es estableciendo derechos de propiedad sobre esa madera.
Pero, ¿Cómo se obtiene la propiedad? ¿Cómo se asigna la titularidad?
Existen dos formas principales: la propiedad es de quien primero la encuentre (siempre y cuando no fuera de alguien antes) y por medio de transferencias voluntarias. En nuestros tiempos es casi imposible encontrar algo que no le pertenezca a alguien, entonces nos regimos por la segunda. Para obtener la propiedad alguien debe voluntariamente transferírmela o bien porque le doy algo a cambio (se la compro) o porque me la traslada sin contraprestación (donación o herencia). El poseedor está dispuesto a transferirme su propiedad en el momento en que esta ya no contribuye a construir el proyecto de vida de esa persona en ese momento.
Sin propiedad es imposible construir un proyecto de vida y en consecuencia no existe la libertad.
La propuesta del presidente electo Gustavo Petro de obligar a vender las tierras que él considera improductivas es un atentado de muerte en contra de la libertad en Colombia. Para explicarlo es importante diferenciar entre las tierras que fueron adquiridas de buena fe y su propietario anterior las transfirió voluntariamente, a aquellas que fueron obtenidas por medio del uso de la violencia. Solo me referiré a las primeras.
Los poseedores de estas tierras le están dando el mejor uso posible conforme a la construcción de su proyecto de vida. Para que exista el derecho a la propiedad el poseedor debe ser libre de elegir qué hacer con ella y solo deber ser coartado si su uso afecta a los demás. Quitársela porque el uso que se le da no concuerda con las expectativas de otro individuo (Petro) es un atentado en contra del derecho de propiedad. Para robarla no es necesario ocuparla a la fuerza, basta con destruirla a través de impuestos exagerados para obligar a vender, como lo planteó esta semana la ministra electa Cecilia López.
¿Quién define qué la propiedad es o no productiva? El único que tiene la información para hacerlo es su dueño, y siempre cuando para él deja de ser productiva terminará transfiriéndola voluntariamente a quien pueda aumentar su productividad. El Estado lo único que debe hacer es garantizar unas reglas de juego que permitan conservar la propiedad y hacerla lo más productiva posible.