La posibilidad de una revocatoria del Alcalde se incrementa. Si bien es cierto que en la izquierda Petro lidera la campaña para removerlo, la realidad es que los inconformes con la gestión del burgomaestre superan a los de izquierda y cada día aumentan debido a sus actuaciones, empezando por todos aquellos que se movilizan en carros y son reacios, por comodidad o por la gran dificultad que esto supone, a desplazarse en transporte público.
Quienes utilizan los buses lo hacen por física necesidad. Basta observar una estación de Transmilenio para verificarlo: al pasajero lo apretujan, lo roban y hasta lo apuñalan. Un metro, que sería la solución adecuada, no parece contar con las simpatías del alcalde que le pone toda clase de trabas. Medellín cuenta con un metro desde hace más de 20 años, tiene tranvía y teleféricos a los barrios. Bogotá, la capital de la República, tiene un sistema caótico e insuficiente de buses. La solución que se le encuentra a esta situación no ha sido un tren metropolitano, aumentar el número y la preparación de la Policía de Tránsito y construir nuevas y suficientes vías, sino tratar, mediante medidas coactivas, de disminuir el número de carros en circulación y que los ciudadanos circulen en bicicleta, como en una bucólica población del norte de Europa. Alguien comparaba la situación con la de la persona que tiene un sombrero que le queda pequeño y en lugar de ampliarlo deciden rebanarle la cabeza.
Peñalosa quiere ahora embutir un Transmilenio, de la calle 26 hasta la 200 por la carrera Séptima. Una vía de tres carriles en cada sentido, dos de los cuales ocuparían los buses (¿dónde meterían las estaciones?) y solo quedaría una para los carros. No se sabe dónde viajarían los vehículos desplazados de la Séptima. La Circunvalar quedaría más atascada que hoy, igual la avenida Caracas. La séptima, con sus hoteles de lujo, modernos edificios de oficinas y residenciales, se tugurizaría. Más de un millón de ciudadanos que se movilizan hacia el norte, inclusive más allá de la última parada de los buses, quedarían en un limbo.
La ciudad sin carros es una utopía. Todo aquel que mejora su situación económica aspira a tener una moto y luego un carro, no una bicicleta, aunque sea para pasear a la familia el fin de semana.
Estos son solo algunos de los que votarían por la remoción del alcalde Peñalosa. Luego tenemos la inseguridad. A pesar de lo que dicen las estadísticas del Alcalde, cada día hay más atracos, más paseos millonarios, más robos de viviendas y de celulares, más apuñalamientos. Después de leer los periódicos y ver los noticieros, sale uno deprimido. Ahora, el medio ambiente... Se acabó el espacio.