Las relaciones binacionales | El Nuevo Siglo
Domingo, 6 de Noviembre de 2022

La apertura de la frontera con la vecina República de Venezuela, desde luego, es un proceso gradual; integrantes de la Cámara de Comercio de Cúcuta informan que ese proceso va un poco lento y que el restablecimiento del comercio formal no se ha ido normalizando porque continúa el transporte de mercancías por los pasos ilegales -más conocidos como trochas-, con lo cual se busca burlar los costos aduaneros. La verdad es que la línea fronteriza se encuentra en manos de la ilegalidad que controla el paso de personas y toda clase de mercancías con peajes ilegales desde hace mucho tiempo, inclusive desde antes de la ruptura de las relaciones diplomáticas entre los dos países.

Ese no es un hecho reciente y, por tanto, no es consecuencia de la suspensión de las relaciones, por lo que de tiempo atrás viene reclamando la atención prioritaria de las autoridades de ambos países, en particular de los cuerpos de seguridad y de la fuerza pública. Quienes transitan por esos puntos fronterizos hablan de la complicidad de integrantes de tales organismos a un lado y otro de la zona de frontera.

Esa situación irregular, al parecer, motivó el encuentro de los presidentes Petro y Maduro con el fin de adoptar medidas eficaces para evitar que la zona de frontera siga en manos de poderosas fuerzas transnacionales. En el comunicado conjunto del mencionado encuentro se habla de “cooperación operacional a lo largo de la frontera común para el trabajo coordinado en la lucha contra el delito transnacional que pone en riesgo la seguridad fronteriza de ambas naciones”. Luego habla de “crear mecanismos conjuntos para la protección de las fronteras y las personas” y del “reimpulso a nudos críticos” en las diferentes modalidades de transporte, entre otros puntos. Ojalá esta declaración de propósitos se haga realidad a corto plazo.

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Con el triunfo de Lula da Silva en el Brasil ha vuelto al debate público el tema del giro a la izquierda de América latina. Yo no creo mucho en esos giros ideológicos como se plantean, porque el pueblo raso no es de izquierda ni de derecha. El pueblo lo que juzga es si los gobiernos son buenos o malos en función de satisfacer sus necesidades básicas. Los que pueden tener tendencias ideológicas son los dirigentes de los partidos.

El resultado de las elecciones en el Brasil estuvo muy ajustado, como que Lula ganó por un escaso 1.8 por ciento de los votos depositados, lo que significa que la opinión pública en el vecino país se dividió casi por mitades, que las encuestas no alcanzaron a captar de manera suficiente. El resultado revela que algo positivo ha hecho Bolsonaro en su gobierno para obtener esa votación, pero Lula pudo haber sido mejor gobernante en áreas relacionadas con la lucha contra el hambre y la pobreza. Bolsonaro pudo haber cometido errores que incidieron en el resultado electoral, como el manejo de la pandemia y la solidaridad con Putin. Lo que parece ser cierto es que los gobiernos que tuvieron la responsabilidad de manejar la pandemia están perdiendo las elecciones.