Nuestra capital Bogotá, quiérase o no, se ha convertido en una metrópoli con todas las circunstancias que este calificativo significan. Una población que solamente se conocerá oficialmente terminado el censo. Los que aquí vivimos disfrutamos de todo lo bueno, lo malo y lo regular que ofrece la ciudad. Solamente con el argumento derivado de la experiencia diaria y con la experiencia de haber estado aquí durante varias décadas nos atrevemos a augurar el resultado del censo; la ciudad no parece que tuviera menos de ocho millones de habitantes. Lo podremos confirmar cuando sepamos en realidad cuántos somos los que gozamos, sufrimos dirán otros, de todo lo que se nos ofrece o que nosotros mismos nos ofrecemos; una ciudad no es solamente lo que sus habitantes perciben sino la sumatoria de lo que cada uno de los bogotanos ofrece para conformar el carácter de este conglomerado que se supone recoge todas las cualidades y defectos de todo el país.
Admiramos la aventura de los descubridores y conquistadores de estos territorios, los que llegaron con Cristóbal Colón, caminando por nuestra bella geografía sin saber a ciencia cierta para dónde iban, soportando toda clase de aventuras siempre inspirados en una meta sin saber cuál era. Llegaron algunos a lo que luego se llamó la Sabana de Bogotá; remontar el Magdalena y ascender por la Cordillera Oriental sí tuvo que ser una tremenda aventura. Aquí don Gonzalo Jiménez de Quesada dispuso en un territorio bello en una planicie de las montañas con agua en abundancia, sentar sus reales y fundar lo que es una urbe para unos insufrible y para otros una ciudad amable, generosa con los brazos abiertos para todo el que quiera venir ya sean personas o manifestaciones de la cultura de éstas.
Por algo un viajero insufrible, don Miguel Cané, escritor y político argentino, llamó a esta querida ciudad la Atenas Suramericana, maravillado por la cultura de sus habitantes así como por la cantidad de librerías que encontró. Este título todavía lo lleva y por él es conocida en el mundo. Lo cierto es que lo que sucede en Bogotá en materia de música, teatro, literatura, arte, ciencias, la buena cantidad de centros de cultura colegio y universidades mantienen nuestra bien ganada fama de centro en donde se cultivan las bellas artes y costumbres.
Durante estos días la ciudad ha sido testigo de la exposición de una colección de excelentes reproducciones de obras pictóricas de afamados pintores mundiales que son albergados en uno de los museos más famosos del mundo, El Prado de Madrid. La Plaza de Bolívar, centro y corazón de la nación la ha albergado en una exhibición magnífica con obras muy bien expuestas las cuales solamente se pueden admirar y ver en Madrid y ahora en Bogotá. Es necesario reconocer el esfuerzo tanto de El Prado como de la ciudad de Bogotá que ofreció como escenario la Plaza de Bolívar, lugar que está siempre en el corazón de los colombianos y visitantes.