Durante el periodo de la posguerra en Inglaterra, Winston Churchill y su partido habían sido derrotados en las urnas por el partido laborista que tenía cono líder a Clement Atlee, quién ocuparía el cargo de primer ministro en reemplazo de Churchill. El señor Atlee llegó al poder con una agenda socialista, de estatización de la economía y crecimiento del Estado.
Por esos días se publicó en la revista Readers Digest una versión resumida del libro del premio nobel de economía Friedrich Hayek “Camino de Servidumbre”, en donde explicaba bastante bien los pasos que seguían las sociedades para fracasar. Sir Antony Fisher, un empresario y ex piloto de la RAF leyó con atención el texto de Hayek y ya preocupado por el camino que estaba cogiendo el Reino Unido, decidió que lo mejor era montar un partido político. El partido de los empresarios. Sin embargo, antes de hacerlo buscó a Hayek quien por esos días era profesor en la London School of Economics.
El premio nobel en su oficina le dio un consejo que cambiaría la historia de la defensa de la libertad. Le dijo que no participara en política electoral, que los políticos todos debían renunciar a sus principios y a sus ideas para poder acceder al poder en el juego de componendas que tiene la política, le advirtió que podría hacer muy poco por la defensa de las ideas de la libertad en ese campo, que lo mejor era crear centros de pensamiento que firmes a las ideas, sin cálculos políticos y sin el afán de acceder al poder podían hacer un verdadero cambio profundo y cultural en el clima de ideas de una sociedad. Fisher salió de su oficina y creó el Institute of Economic Affairs uno de los tanques de pensamiento más importantes del mundo y luego fundó el Atlas Institute que se dedica a apoyar la difícil tarea de las diferentes instituciones de la sociedad civil que se dedican a defender a libertad en el mundo.
La historia de Fisher y Hayek es muy apropiada para analizar lo que está ocurriendo hoy en Colombia. La mayoría de los políticos renunciaron a sus principios (si es que los tenían) para en tiempo récord entrar a armar una mayoría aplastante al servicio del presidente electo Gustavo Petro. No hicieron una sola exigencia ideológica, no le sugirieron renunciar a algunas de sus malas ideas que fabrican miseria y condenan al hambre, simplemente tranzaron a cambio de algunos puestos burocráticos y hasta algo más.
En Colombia no tenemos (salvo admiradas excepciones) políticos con firmeza ideológica, lo que elegimos cada cuatro años es un zoológico de lagartos que se venden al mejor postor para no perder su mejor negocio que es el Estado. No son entonces los políticos los llamados a defender y recuperar la libertad en Colombia, la tarea es de las instituciones de la sociedad civil como los tanques de pensamiento que sin buscar el poder logran hacer un cambio profundo en la sociedad. Para cambiar a Colombia no hace falta cambiar a los políticos, sino a los ciudadanos que los elijen. Dejemos de apoyar políticos y empecemos a apoyar centros de pensamiento.