Colombia está enferma por varias razones. Está enferma por el alto grado de corrupción en que nos encontramos; enferma porque la ética y la moral están en crisis; enferma porque la inseguridad que vivimos tanto en las ciudades como en el campo está llegando a su máximo límite; enferma por que los líderes están escondidos sin asumir la responsabilidad que tienen; enferma porque tenemos una mayor pobreza y desigualdad; enferma porque en las distintas ramas del poder público no hay ejecuciones o hay muy malas administraciones; enferma porque la desconfianza se agudiza y la polarización se profundiza…En fin, ¡enferma porque la apatía e incertidumbre la llevan a la sala de cuidados intensivos!
Tenemos que ser conscientes que si no paramos los conflictos y nos ponemos a trabajar por un mejor futuro, en breve llegaremos al fondo del abismo y en ese momento ya no será tan fácil rescatar al país de la descuadernada en que nos encontramos.
Por otra parte, varios sectores de la economía están en crisis o en grave riesgo, y así lo demuestran las caídas observadas en algunos sectores de la industria, el agro y la construcción, la disminución en la confianza del consumidor y las aún muy altas tasas de interés.
Y, como si lo anterior fuera poco, nos enfrentamos a los retos de estabilidad regional y global, pues está claramente demostrado que conflictos que se presenten en cualquier parte del mundo pueden generar presiones importantes en nuestro país, como sucede con el costo de los combustibles, los fertilizantes y los alimentos, por mencionar solo algunos.
Llego el momento de parar la polarización y buscar un acuerdo nacional para trabajar unidos por un mejor mañana. Tenemos que superar nuestras diferencias, abandonar los fanatismos, entender y respetar al otro y construir un sueño común que nos permita contar con una agenda nacional y regional que permita sanar a nuestro país enfermo.
Tenemos un lindo país dotado de una gran riqueza medio ambiental y recursos naturales, por unas gentes dotadas de gran inteligencia y capacidad emprendedora, con buenos trabajadores y lo único que nos hace falta es la claridad de la responsabilidad de la hora presente y la voluntad de llegar a grandes acuerdos en beneficio de todos.
No quisiera ser negativo y pesimista, pero la verdad es que si no generamos conciencia de la enfermedad que estamos padeciendo difícilmente vamos a ponernos de acuerdo para corregir el rumbo y trabajar por un país donde impere la equidad, se restablezca el orden, se recuperen los valores perdidos, se fortalezca la institucionalidad de un país de derecho, cerremos las brechas entre el desarrollo y la pobreza, donde integremos las dos Colombia que las separa el abismo de la desigualdad y la injusticia social, donde recuperemos la seguridad de las ciudades y el campo y donde derrotemos la corrupción y el delito y hagamos un país donde impere la justicia y la rectitud.
Siempre los médicos nos han dicho que el primer paso para sanarnos es identificar la enfermedad y sus causas y a partir de allí definir el tratamiento que restablecerá nuestro estado de salud. Es por esto que en esta oportunidad, bajo el llamado a reconocer que nuestro país está enfermo, he querido con el optimismo que siempre me caracteriza, llamar la atención en este primer paso que debe conducir a construir juntos el menor tratamiento.
Si lo logramos y trabajados con objetivos comunes nuestros descendientes se sentirán orgullosos de sus padres, líderes y dirigentes, no desilusionados como hoy se ve en un porcentaje muy alto de nuestra ciudadanía y país.