¿Qué han significado ocho meses de pandemia? El virus amenazante que llegó para recordarnos lo efímera y frágil que es la vida, trajo un efecto positivo e inesperado: nos catapultó al presente, nos despertó de la abstracción del pasado y le quitó el seguro imaginario al futuro.
Al mirar el presente a los ojos, muchas situaciones y personajes idealizados que copaban nuestros imaginarios y las horas de nuestros días, se desplomaron. En otras palabras, despertamos de los efectos adormecedores de la manipulación social, la polarización política y la voracidad económica y nos descubrimos en el aquí y en el ahora, en nuestra realidad más inmediata, la familia.
Esta nueva realidad, que nos situó a bordo de nosotros mismos no pudo ser mediada, en un principio, por ningún dispositivo electrónico, ni controlada por el efecto ensordecedor de las redes. Fue real, inesperada y sorpresiva.
Ahora estamos más conscientes de nuestras falencias e interpelados para hacer emerger los dones individuales y colectivos. Hemos sido invitados, por lo descarnado de la situación, a apropiarnos de nuestro destino. A ser timoneros de la supervivencia. La opción es individual. Podemos esconder la cabeza en la tierra como avestruces, atrincherarnos tras las paredes de nuestras casas y convicciones o volver a creer en la capacidad de elegir ser adaptativos y libres de tanta manipulación.
Dadas las inesperadas consecuencias de la pandemia y la amenaza a la propia supervivencia, no son pocos los que intentan generar nuevos nichos de poder político, instrumentalizando el miedo y la incertidumbre de la población. Buscan culpables, crean enemigos comunes, incendian a partir de los sentimientos de impotencia e incertidumbre del ciudadano y envuelven las necesidades más inmediatas de la población en exigencias históricas e inabarcables. Debilitan a las autoridades y a las instituciones.
La falta de información clara y veraz debilita la confianza en quienes tienen como tarea orientar al mundo y derrotar la pandemia.
Al principio, por ejemplo, las autoridades nos confinaron y aterrorizaron so pretexto de "preservarnos la vida".
Ahora nos liberan con decisiones tan ambiguas como dejar ingresar extranjeros al país sin exigirles examen de covid, so pretexto de “preservarnos la vida". Un mensaje ininteligible, con consecuencias devastadoras. Entre el primer momento de la pandemia y este, la idea que subyace y que se lee entre líneas, pareciera ser la de dejar contagiar y morir una parte de la población mundial y que se inmunice el resto del rebaño. El que logre aguantar. Parecen vencidos. ¿Por quién? ¿Por el virus o por la economía? ¿Por la impotencia?
Es una oportunidad desafiante para encontrarse a uno mismo. Todo se hace nuevo. Es la posibilidad de dejar emerger lo mejor del ser humano. De reconciliarnos con la naturaleza, con nuestro entorno, desde una mirada auténtica, libre y ubicada en el presente.