“Lo que se ve venir para Colombia no es nada halagüeño”
Las últimas noticias de Venezuela muestran que el régimen encabezado por Maduro le está ganando el pulso a la oposición de los venezolanos que con ingentes sacrificios marcharon por semanas. La plenipotenciaria asamblea constituyente -no “nacional” puesto que está integrada solo por oficialistas- acaba de anunciar por boca de su presidenta que debatirá una ley de amnistía que podría beneficiar a dirigentes opositores encarcelados. Si al anuncio anterior, ambientando la utilización de presos políticos como fichas de negociación, se suma el del presidente Maduro hace un par de semanas en Rusia, declarando que están “a un 95 por ciento” de alcanzar un primer acuerdo en la mesa de negociación con la oposición (lo que esta desmiente) la conclusión es la de que el régimen Maduro está recuperando la iniciativa político-estratégica para afianzarse en el poder.
Es que mientras que la oposición ha jugado parqués maniobrando bajo el paradigma democrático liberal (estado de derecho, protestas en las calles, presión internacional, etc), el régimen Maduro con el organismo de inteligencia cubano hablándole al oído y “garantizando la lealtad de sus generales”, ha venido jugando ajedrez aplicando la fórmula característica de los regímenes socialistas radicales: la dominación por empobrecimiento colectivo.
Por lo anterior y otros aspectos, no se puede dejar de lado el análisis que hace Hernando Gómez Buendía en reciente columna donde sostiene que en el país hermano “las opciones de salida de la crisis están prácticamente limitadas a la guerra civil o a otra Cuba”, y que “las consecuencias para Colombia serán más y más graves: crisis humanitaria y social en las fronteras; migración masiva de venezolanos; exportaciones perdidas; criminalidad binacional rampante; narcorrutas hacia Estados Unidos que revivan los carteles colombianos; apoyo militar al Eln o apoyo financiero al populo-chavismo colombiano; escaramuzas militares… e incluso guerra por el golfo como recurso final de un dictador acorralado (así pasó con Galtieri en Argentina)”.
En fin, lo que por dicha crisis se ve venir para Colombia no es nada halagüeño y amerita la concepción de una gran estrategia estatal, que, entre otros, debería incluir objetivos como los siguientes: 1) Desarrollar una política social sostenible a mediano plazo para los colombianos que vuelvan, los cuales probablemente pasarán a decenas de miles en los próximos años. 2) Reformular la política de seguridad en las fronteras dando la importancia que merece a la inclusión social y territorial como escudo protector contra la ilegalidad en sus distintas expresiones.3) Incluir la crisis venezolana en el marco del proceso de implementación de los acuerdos con la Farc y de negociación con el Eln, con el fin de que estas organizaciones le muestren al país si en su proyecto político pesa más el traslape de su ideología con la de Maduro, que el tomar distancia de ese régimen para de esta manera privilegiar su reconciliación con la nación colombiana.