¿Por qué Lula tiene difícil repetir éxito económico? | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Jueves, 29 de Diciembre de 2022
Redacción internacional con Europa Press

SIN el apoyo político de casi medio país, el recelo de los mercados, la desconfianza inversionista por sus ideas ‘más izquierdistas’ y la expectativa internacional por su promesa de salvar la Amazonía, el líder del Partido de los Trabajadores (PT) inicia este domingo su tercer mandato presidencial en Brasil.

Rehabilitado políticamente por un juez del Tribunal Supremo de Brasil que le anuló no sólo su condena de nueve años y medio de prisión por uno de los tres casos de corrupción por los que fue investigado sino todos éstos con la justificación de irregularidades procesales, Lula da Silva se enfrentó en las urnas al conservador Jair Bolsonaro, a quien logró imponerse en la segunda vuelta presidencial por un 1.8% de la votación.

Así, a sus 77 años, el ícono de la izquierda brasileña y latinoamericana resucitó como un “ave fénix” y este domingo vuelve al poder para un tercer mandato, cuatro años después de su encarcelamiento por la obtención de un lujoso apartamento de una constructora a cambio de contratos públicos, aunque siempre proclamó su inocencia.

Si bien esa fue la condena, Lula ha estado investigado por presunta corrupción desde que ganó su reelección en 2006, cuando fue vinculado al caso “Mensalao”, una millonaria contabilidad ilegal montada por el Partido de los Trabajadores (PT), que Lula cofundó en 1980, para comprar el apoyo de congresistas.

Terminó igualmente envuelto en el "Lava Jato", la mayor operación anticorrupción de la historia del país, enfocada en una gigantesca red de sobornos en torno a la petrolera estatal Petrobras y, en 2017 fue condenado por el caso arriba mencionado.

Al ser excarcelado se definió como un “Lulinha paz y amor", tras asegurar que “me quedé tranquilo, reparándome como Mandela se preparó durante 27 años, como Ghandi se preparó toda su vida, para salir de prisión sin rabia".

Desde el pasado 3 de octubre, con el triunfo en la mano, el electo mandatario izquierdista inició un trabajo de filigrana política para ‘satisfacer’ las demandas programáticas y burocráticas de la coalición que lo apoyó, integrada por 14 partidos.

Así, su primera medida fue aumentar su gabinete en un 60%, lo que obviamente fue de mal recibo no sólo por la oposición, sino por la ciudadanía en general, ante el aumento de costos que ello representa. El gobierno que asume este 1 de enero por cuatro años tendrá 37 ministerios (eran 23), cuyos titulares fueron completados ayer y que según fuentes cercanas al mandatario izquierdista fue un complejo ajedrez por los intereses partidistas, sectoriales y personales que estaban en juego.



Once mujeres, de ellas ocho en carteras calificadas por el propio Lula como “muy importantes” están en el gabinete: la ecologista Marina Silva en Ambiente, la líder indígena Sonia Guajajara al frente de la inédita cartera de Pueblos Originarios, la senadora centrista y tercera en la pasada contienda presidencial, Simone Tebet, en Planeación; a economista Esther Dweck en el recién creado ministerio de Gestión;  Luciana Santos, en Ciencia y Tecnología; Cida Gonçalves, en el de la Mujer,  Anielle Franco al frente de Igualdad Racial, Nísia Trindade, en Salud y otras dos al frente de Turismo y Deportes.

"Estoy feliz porque nunca antes en la historia de Brasil hubo tantas mujeres ministras, y nunca tuvimos una indígena ministra de los Pueblos Originarios", dijo Lula este jueves en Brasilia al informar que había completado su gabinete.

Uno de los roles más importantes en este tercer mandado del dirigente izquierdista lo tendrá el excandidato presidencial y economista Fernando Hadad, un nombramiento que fue tomado con reservas por mercados e inversionistas porque, como lo expresó el economista jefe de Banco Alfa, Luis Otavio Leal, “no muestra claramente el camino fiscal que tomará el nuevo gobierno”

Rui Acosta, al frente de la Casa Civil –funciones de primer ministro- confirmó semanas atrás que los titulares de otras carteras: José Múcio Monteiro (Defensa), Flávio Dino (Justicia y Seguridad Pública) y Mauro Vieria (Relaciones Exteriores).

Con este vasto equipo, un primer apoyo –aunque condicionado solo a un año- del Congreso que le aprobó USD 28.000 millones de gastos excepcionales para sus anunciados planes sociales y un positivo acercamiento con las cabezas de los poderes legislativos y judiciales, Lula da Silva inicia su nuevo mandato que tiene como gran desafío reconciliar a una sociedad extremadamente polarizada, al punto que se prevé que el día de su posesión se vuelvan a registrar multitudinarias protestas ciudadanas que temen un retroceso nacional con la izquierda en el poder.

Los recursos permitirán a la nueva administración mantener una asistencia de 600 reales (unos 115 dólares) a familias vulnerables, una suma entregada desde agosto por el gobierno del mandatario saliente Jair Bolsonaro. Los beneficiarios con hijos menores de seis años recibirán además 150 reales (alrededor de USD 29), según la promesa electoral de Lula, quien devolverá al programa “Auxilio Brasil” su nombre original: “Bolsa Familia”.

El veterano político, que insistentemente recuerda sus orígenes humildes en el empobrecido nordeste de Brasil, espera repetir el mayor logro de su primera presidencia: sacar de la pobreza a millones de ciudadanos.  Pero para ello, asegura, “el país precisa diálogo y normalidad", porque solo así “se puede recuperar la armonía entre los poderes públicos y la población”.

Positivo legado

Lula se granjeó hace más de dos décadas un enorme prestigio internacional como piloto del "milagro" económico brasileño, empujado por los altos precios de las materias primas. Sin embargo, para este tercer tiempo no tendrá esa bonanza y si bien heredará una economía con señales de mejoría, crecimiento, menos inflación y más empleo, está lejos de la prosperidad de los años 2000.

Expertos económicos han destacado las "sólidas" perspectivas económicas que tiene Brasil a corto plazo, pero advierten de la necesidad de estar atentos al avance de sus ideas "más izquierdistas", que podrían pesar sobre el actual anclaje fiscal del país y aumentar su riesgo fiscal.

Así, en opinión de Mabrouk Chetouane y Nicolas Malagardis, estrategas globales de mercado de Natixis IM Solutions, el "estrecho" margen de victoria de Lula -de menos de dos puntos porcentuales- le dificultará aplicar sus medidas más hostiles en relación al mercado.

Sin embargo, consideran que el buen historial de Lula en materia de política económica y el hecho de contar con un vicepresidente (Gerardo Geraldo Alckmin), "favorable a las empresas" da alguna confianza a los mercados financieros.

A su favor juegan también la evolución de la inflación, que tocó techo en abril, un superávit por cuenta corriente o una deuda pública que casi ha vuelto a los niveles anteriores a la pandemia. Con todo, los expertos de Natixis han puesto el foco en su idea de avanzar en la eliminación del tope de gasto, que "sin duda" afectaría a la política fiscal brasileña.

"Lula tiene difícil repetir su éxito económico pasado", mencionaron los expertos. Durante sus dos primeros mandatos, en 2002-2006 y 2006-2010, el MSCI Brasil -el principal índice bursátil del país carioca- se disparó un 562% y un 91%, respectivamente, mientras que el real brasileño se fortaleció un 510% frente al dólar estadounidense durante esos ocho años.

En relación a este crecimiento, los expertos han recordado que el contexto internacional era muy distinto al actual, ya que el auge de las materias primas y el gran diferencial de tipos de interés experimentado entonces le permitieron atraer capital extranjero y gastar fuertemente en programas de bienestar, que impulsaron el PIB per cápita y redujeron el desempleo a la mitad y la pobreza general. "En un momento como el actual, en el que las perspectivas económicas mundiales no son tan alentadoras, tendrá difícil repetir este éxito".

Por su parte, Fitch Ratings, en un webinar titulado 'Puntos de interés poselectorales para Petrobras', ha señalado que todavía se desconocen las líneas principales de la política económica de Lula da Silva y, aunque la economía brasileña va "mejor de lo esperado", el contexto va a ser muy difícil en el próximo año.

En lo que se refiere a Petrobras, los expertos señalaron que los cambios vendrán cuando se conozca quiénes ocupan el consejo directivo, en donde el Gobierno Federal puede incluir nuevos nombres.

Sobre esta cuestión el codirector de Fitch Ratings en la delegación de América, Todd Martínez, indicó que si bien ha señalado que "no habrá cambios materiales en la empresa", la línea de actuación podría cambiar mucho en función de quien ocupe los puestos directivos.

"Sabemos que Lula no está a favor de privatizar Petrobras, pero todavía no conocemos su línea económica con claridad. Promete prudencia fiscal al mismo tiempo que busca aumentar el gasto social, veremos cómo gestiona este asunto", ha explicado el director sénior de Fitch, Saverio Minervini.

Además, consideró que "existe poca justificación económica para intervenir en Petrobras", pero hacerlo genera "beneficios políticos considerables", como la creación de empleos y la influencia en las políticas públicas".

En este contexto, el Fondo Monetario Internacional (FMI) alertó de una caída en el crecimiento de los países de Latinoamérica, con Brasil en una tasa del 2,8% para el 2023. /Redacción internacional con Europa Press