¿Jesús o Santa? | El Nuevo Siglo
Lunes, 19 de Diciembre de 2022

En todas partes se suele festejar el nacimiento de una persona: su cumpleaños. No sabemos exactamente cuando nació Jesús. Ciertamente no fue el año uno de nuestra era determinado por Dionisio el Exiguo, sino probablemente el año dos a.C. pero no interesa. Lo que interesa es que Jesús es el personaje más importante de la historia. La Iglesia lo celebra en un día relacionado con el solsticio de invierno y las fiestas Saturnales, en honor al dios de la agricultura, que los romanos festejaban a la luz de antorchas entre el 17 y el 23 de diciembre y con el nacimiento el 25 del Sol Invictus, para animar con un festejo las largas noches de invierno. El 25 de diciembre fue pues, originalmente, una fiesta pagana que luego se cristianizó. Los católicos debemos celebrarla como corresponde: recibiendo y festejando al Rey de Reyes en nuestro corazón. 

Fue San Francisco de Asís quien introdujo el pesebre, una representación del nacimiento de Jesús. Era una manera de que los cristianos recordaran la venida al mundo del Hijo de Dios y se celebraba en familia, como familia era la de Jesús con la Virgen y San José. Los pastores, las ovejas, los angelitos y la estrella completaban la representación. 

Cuando yo era pequeño, por estos días se hablaba de Papá Noël, como se llamó desde épocas muy tempranas a San Nicolás de Bari, un santo obispo cuya fiesta se celebra el 6 de diciembre --aniversario de su muerte--, quien heredó una cuantiosa fortuna y la repartió, como lo ordena el Evangelio, entre los pobres. De ahí la tradición de darles regalos a los niños, tal como lo hacen holandeses y belgas en la fiesta de Sinterklaas, que se puede traducir como Santa Claus, que es la abreviatura de Nikolaus. Cuando los holandeses fundaron Nueva Amsterdam (1624, hoy Nueva York), llevaron consigo a Sinterklaas. En 1809 Washington Irving publicó una Historia de Nueva York, escrita según el propio Irving por un tal Dietrich Knickerbocker que menciona como tradición a San Nicolás. En 1822, Clement Clarke Moore publicó The Night Before Christmas, un poema en el que San Nicolás es un personaje gordo que hace regalos a los niños llena sus medias, está lleno de ceniza de las chimeneas y vuela. El dibujo de 1863 de Thomas Nast en el Harper’s Weekly que muestra un Santa más o menos como lo conocemos hoy, ya no tiene nada que ver con San Nicolás. 

En 1931 Coca Cola dio vida al personaje con sus características actuales. Desde entonces se ha ido extendiendo por el mundo como herramienta publicitaria y sustituyendo al Niño Dios, de manera que hoy nadie habla de la Natividad de Jesús sino de Santa, porque el Claus también tiende a desaparecer. 

El árbol de Navidad también es una tradición de origen pagano: se trata de un árbol con el que celebraban el nacimiento de Frey, dios del Sol y la Fertilidad. Se dice que San Bonifacio -evangelizador de Alemania en el siglo VIII- cortó un árbol consagrado a Thor o a Ydrassil -un fresno perenne que simbolizaba el árbol de la vida en la mitología nórdica-y en su lugar plantó un pino que, por ser perenne, simbolizaba el amor de Dios o el brote del Árbol de Jesé, que es Jesús. 

A mí me duele que los niños ya no escriban cartas al Niño Dios, como lo hicieron mis hijos no hace tantos años, sino a Santa. 

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Por vacaciones del autor, esta columna reaparecerá el 10 de enero 2023. ¡Feliz Navidad!