Inauguración del Mundial de fútbol | El Nuevo Siglo
Jueves, 24 de Noviembre de 2022

La ceremonia de apertura de la Copa Mundial de fútbol Catar 2022 intentó, por encima de muchas controversias, enviar un mensaje de unidad, en especial con dos escenas, cuando todas las naciones se inspiran a través de este deporte insignia como en una pausa donde esta ilusión se hace realidad por un momento.

La primera de las escenas y la más impactante fue el diálogo entre el actor estadounidense, Morgan Freeman, de 85 años -quien fuera Dios en la película Todopoderoso- con el joven catarí o qatarí, Ghanim Al Muftah, de 20 años, quien, en situación de discapacidad congénita, se apoyaba sentado en el piso sobre su tronco -como acostumbra a hacerlo- ya que por efectos del síndrome de Regresión Caudal nació sin piernas. Su disposición fue de plena naturalidad y simpatía. Ghanim ha sido emprendedor y tiene cerca de 3.7 millones de seguidores en Instagram y más de 800 mil en Youtube, cuya gracia es igual en sus videos y charlas.

La segunda escena fue la muestra de varias de las mascotas del Mundial como de las canciones distintivas en sus diferentes épocas, como identificación de la unidad de todas las culturas entorno a los mundiales de fútbol.

Bajo una metáfora similar a la llamada Casa Común que alude el papa Francisco, Ghanim respondía a Freeman aludiendo que la tierra es la “tienda en la que todos vivimos”, algo así como en las que se reúnen los beduinos en el desierto, llamadas bayt al sha’ar, símbolo también de hogar y bienvenida o de tribu.

Varios símbolos se vieron entre líneas. Una, la fe en la posibilidad de acompañar la vida de Ghanim y de desarrollar sus capacidades, antes que pensar en abortarlo. Dijeron sus padres: yo seré su pierna derecha, la madre y yo la izquierda, el padre.

No había que sentarse en un sofá, ni en una silla de ruedas, bastó con hacerlo en el piso. Así entablaron sus palabras Ghanim y Freeman además en una escena en la que sus manos se expresan en parecida expresión a la de la creación del hombre de Miguel Ángel, o como el índice de ET, para cuando Ghanim, luego de varias reflexiones, dijera que “juntos podían hacer el llamado a la unidad”. Es más relevante si se tiene en cuenta un guante en la mano izquierda de Freeman, que lo usa luego de ser víctima de un accidente para facilitar su irrigación, como otro símbolo, en este diálogo, de la fragilidad humana.

Cuenta Freeman que tras constatar un mundo “que se siente más distante y dividido como tantos países e idiomas y culturas tiene”, no es con el acceso a los dispositivos que se puede alcanzar la unidad, si no a través de la tolerancia y el respeto, como responde Ghanim.

Cierra el diálogo Freeman diciendo que “debemos entender y apreciar las emociones que nos conectan” como somos capaces de hacerlo a través del deporte y especial con el frenético mundial de fútbol.

A La’eeb, la mascota de este Mundial, muy seguramente despediremos con nostalgia a su cierre. A pesar de las diferencias, guerras y conflictos, viviremos, por veintiocho días, la unidad real que propicia el mundial del futbol, en contraste con los estadios solitarios que vimos recientemente a raíz del covid-19. Quedará en nuestras mentes, de la mano de Qatar: el diálogo y las reflexiones que nos brindaron Freeman y Ghanim.

*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI

atisbosmariaelisa@gmail.com