Tramitomanía es lo que frena la productividad empresarial | El Nuevo Siglo
Ana Fernanda Maiguashca explica que la competitividad también pasa por una cultura del cuidado y la equidad de género.
Cortesía Confecámaras
Lunes, 12 de Septiembre de 2022
Redacción Economía

La presidenta del Consejo Privado de Competitividad, Ana Fernanda Maiguashca, estuvo en el congreso de Confecámaras y habló acerca de los retos fiscales y sociales del país. En declaraciones a EL NUEVO SIGLO la economista se refirió a la situación de la competitividad del país y por qué es tan difícil ser más productivos.

EL NUEVO SIGLO: ¿Cómo está la competitividad del país? Algunos empresarios dicen que no llegamos ni al 20% de lo que podría hacer un país desarrollado.

ANA FERNANDA MAIGUASHCA: Tenemos varias maneras de mirarlo. El último índice que nos compara internacionalmente nos deja en un puesto no muy favorable, el número 57 dentro de 63 países.

En efecto la productividad laboral de Colombia es algo así como el 26% de la productividad laboral de un país como Estados Unidos y 36% de un país promedio de la OCDE.

Tenemos un enorme problema en términos de “lo que nos rinde”. En últimas la productividad a lo que apunta es a qué tanto nos rinde todo el esfuerzo que hacemos, el esfuerzo en términos de trabajo y de inversión, y no nos rinde mucho. Y eso hace que sea claramente difícil que generemos más oportunidades para todas las personas que viven en este país.

Los cuellos de botella

ENS: ¿Cuáles son esos cuellos de botella que no nos permiten ser más productivos, ser más competitivos frente a otros países?

AFM: Cuando uno contesta esa pregunta necesariamente está haciendo escogencias y renuncias, porque en realidad la competitividad es un concepto un tanto etéreo que se compone de muchos elementos.

Importa cómo educas a tu población, importan los servicios de salud que le provee, cada vez más importa la salud mental o cómo apoyas la salud mental de tu población, su infraestructura, su conectividad. Realmente pensar que hay un solo elemento no es realista. Sin embargo, si me pusieran a escoger, nosotros estamos muy preocupados por la altísima informalidad en la que vivimos, porque esa informalidad se relaciona mucho con la improductividad y con la pobreza.

ENS: ¿Cómo afecta esa informalidad?

AFM: Cuando se vive en informalidad hay una gran cantidad de ventajas que no tienen y lo hacen más improductivo, impiden crecer, porque cuando quisieran crecer se enfrentan con las barreras de la formalidad.

Entonces, la formalidad en lugar de ser una invitación es una barrera; es como esas discotecas en las que para entrar lo hacen sentir a uno que está mal vestido, lo miran mal, le preguntan que si tiene boleta, que quién lo invitó; en lugar de hacer una fiesta en la que le digan que por favor siga adelante. Y hasta que no cambiemos esa forma en la que implementamos muchas políticas públicas, a pesar de que todas tienen la intención de mejorar la vida de las personas, vamos a seguir llegando al mismo resultado. Porque no ha sido un problema de intención, ha sido un problema de los instrumentos que hemos usado; de alguna manera tenemos que decir: “algo tenemos que hacer distinto”.

Complejidad tributaria

ENS: ¿Cuáles son las barreras que impiden el acceso a la formalidad de las empresas?

AFM: Es muy complejo, la respuesta corta es: todas las anteriores. Son barreras de todo tipo, son barreras en la normatividad que se debe cumplir para poder ser formal. De alguna manera, muchas veces en el diseño de las normas, incluyendo las privadas, porque esto no es solamente un asunto del Gobierno sino también de las regulaciones, debe haber pasado que de repente en los formularios piden unas cosas que uno dice: “¿por qué me están preguntando esto?” o “¿por qué me están pidiendo esos papeles?”. Todos estos son costos de la formalidad, todas esas son personas en la entrada de la puerta de la fiesta a las que les están diciendo: “usted no pertenece, no se atreva a entrar”.

Un poco de estas barreras a las empresas tiene que ver con la complejidad tributaria, no solamente el costo, sino la complejidad de hacer los trámites. Las empresas en Colombia, contrario a lo que creemos, a lo que tenemos en nuestra imaginación, son en su mayoría, más del 90%, empresas muy pequeñas, de entre uno y tres empleados. Cuando empieza uno a pensar si esas empresas realmente pueden asumir la carga de complejidad del trámite tributario, dedicarles recursos a eso, no solamente los de pagar el impuesto, sino los de hacer toda la declaración y esa complejidad, pues es enredado.



Hemos transitado hacia mejores equilibrios, el régimen simple es una buena idea, pero tenemos que seguir trabajando en él, tenemos que pensar qué le falta, porque no tiene más adopción, porque no hemos logrado más adeptos.

La formalidad, como tantas otras cosas cuando tratamos con seres humanos, no va a llegar porque la obliguemos, va a llegar porque la atraemos y tenemos que pensar cómo es que metemos esos incentivos, y con incentivos no estoy pensando que le regalamos nada a nadie, sino que se la hagamos fácil.

Tramitomanía

ENS: El director de la DIAN, Luis Carlos Reyes, ha manifestado que una de las quejas más frecuentes de los usuarios es justamente esa tramitomanía y que pretende facilitar los procesos, ¿cómo se podría hacer más simple la formalización?

AFM: Eso sería deseable, pero eso depende en buena medida de, por ejemplo, inversiones en tecnologías que permitan que se le pida menos al ciudadano y que se asuma más juntar información. Hay muchísima información que tiene el Estado colombiano sobre las personas. A mí me da un poco de tristeza ver que estamos dejando pasar la oportunidad, aunque entiendo que es una discusión muy compleja, de tener una declaración de renta universal. No que todo el mundo la pague, sino que la declaremos para que el Estado sepa más cosas de nosotros y pueda integrar todo ese conocimiento, porque allí podría preguntar la cédula y saber cómo muchos reciben esas declaraciones tentativas, porque el Estado sabe cosas de nosotros.

Y en la medida en que el Estado use la información que tiene por millones de fuentes de inteligencia artificial y herramientas tecnológicas, hace que la relación se cargue menos en el ciudadano.

Ese tipo de cosas facilitan la vida, pero tenemos que querer transitar hacia allá, tenemos que querer facilitar el tránsito de las empresas, que no son nada más que conjuntos de personas haciendo cosas para poder crecer.

No sé en qué momento la palabra crecimiento se volvió algo malo, cuando en realidad lo que queremos es que esas empresas entre uno y tres empleados tengan cinco, tengan siete, tengan 20, tengan 50, tengan 1.000, y mañana sean empresarios exitosos como nos los imaginamos, pero que estamos lejos de que sea el grueso del empresariado colombiano.

La equidad de género

ENS: La equidad de género es justamente uno de los factores que genera más competitividad, ¿cómo está Colombia en ese tema?

AFM: Hace falta mucho apoyo en la infraestructura de cuidado. Claro que se necesitaban y se necesitan muchas cosas, al igual que en la competitividad, para lograr la equidad de género, pero una fundamental es que entendamos que este no es un tema de las mujeres, es de los hombres, las cosas en las que los hombres están perdiendo derechos y ni siquiera los protestan.

Cuidar a las personas que quieren es un derecho que los hombres también tienen y sin embargo no los vemos participando en la discusión de cómo logramos que los ambientes laborales abran espacio para que todas las personas cuidemos a quienes queremos, no solo las mujeres. De manera tal que ese espacio laboral de verdad permita que estemos incluidos.

Cuando decimos que el espacio laboral es excluyente y todo el mundo piensa en las mujeres, es porque nos acostumbramos a que la carga del cuidado sea nuestra, pero eso no tiene por qué ser así, y no es buena cosa para los hombres que eso sea así tampoco.