Regiones, motor económico | El Nuevo Siglo
Martes, 28 de Junio de 2022

* El peso específico de Bogotá

* Acompasar indicadores sociales

 

 

La economía colombiana pasa, sin duda, por uno de sus mejores momentos. Haber crecido a un inédito 10,7% el año pasado y mantener un muy positivo 8,5% en el primer trimestre pone al país a la vanguardia no solo continental sino incluso global en la materia. Precisamente por ello es que las apuestas sobre este 2022 siguen apuntado a más de un 6% del Producto Interno Bruto (PIB) a diciembre, evidenciándose que el ritmo de la reactivación productiva y social sigue con buen viento de cola, pese a las turbulencias derivadas del pico inflacionario global, el aumento desaforado de la demanda de materias primas y el cuello de botella en el comercio internacional con que cerró 2021, así como la disparada de los precios de los hidrocarburos y la carestía de alimentos y agroinsumos de los últimos cuatro meses por cuenta de la invasión rusa a Ucrania.

Uno de los elementos más importantes de este repunte productivo es el relativo a que las regiones son protagonistas de primer orden en la recuperación pospandemia. Prueba de ello son los resultados del informe sobre las cuentas departamentales del PIB del año pasado revelado ayer por el DANE, según el cual la economía nacional alcanzó un valor de 1.177 billones de pesos, un incremento sustancial frente a la descolgada de 2020 (998 billones), cuando las cuarentenas y la parálisis del sistema productivo fueron drásticas debido al plan de choque para enfrentar la crisis sanitaria. De hecho, el año pasado se sobrepasó el índice prepandemia, ya que en 2019 este rubro había cerrado en 1.060 billones de pesos.

De igual manera, el informe confirmó que los nodos de Bogotá, Antioquia y Valle del Cauca continúan siendo no solo las primeras tres economías regionales del país, sino que aportan la mitad del PIB nacional. De hecho, la capital del país representa la cuarta parte de los 1.777 billones de pesos, reafirmando que la ciudad-región es el principal nicho productivo, tributario, de negocios, comercial y poblacional de Colombia.

Otro dato a destacar es que once departamentos presentaron un PIB superior al histórico 10,7% nacional. Sorprenden para bien casos como los de La Guajira (32,5%), San Andrés, Providencia y Santa Catalina (26,6%), Antioquia (13,7%), Atlántico (12,4%) y Cundinamarca (11,6%). La capital registró un positivo 10,6%, pero prendieron alarmas regiones como el Valle del Cauca (9,8%), Santander (9,5%) o Meta, con un bajísimo 2,4%.

Es claro que todo ese dinamismo económico tiene que verse reflejado en el PIB nacional por habitante. De acuerdo con el DANE, el índice per cápita fue de 23,1 millones de pesos el año pasado, superior a los 19,9 millones de 2020 y los 21,4 millones de 2019.

De otro lado, no sorprendió, ya que el indicador nacional así lo revelaba, que el comercio y la industria manufacturera, que a su vez tienen relación directa con la capacidad de consumo de los hogares, resultaran los mayores motores de las economías regionales.

Obviamente se trata de cifras positivas. Lo importante, como lo hemos reiterado en estas páginas, es que las mismas también jalonen una recuperación más rápida de los indicadores sociales impactados por la pandemia. Está claro, que el año pasado disminuyeron los índices de pobreza multidimensional y monetaria, pero aún no se regresa a los rubros anteriores a la crisis por el covid-19. El desempleo ha bajado, eso es innegable, pero no solo se mantiene por encima de los dos dígitos sino que la brecha entre lo urbano y lo rural así como entre porcentajes de ocupación de hombres y mujeres continúa siendo muy alta. Igual debe tenerse en cuenta que la vigencia de muchos subsidios y transferencias directas a personas y empresas que se activaron en medio de la pandemia ya está en vías de terminarse o ajustarse. Y a ello habría que sumar el duro impacto en el nivel adquisitivo de las familias por la escalada inflacionaria de los últimos meses.

Todos esos son elementos que el gobierno electo debe sopesar en momentos en que está planteando las bases de las reformas económicas, políticas, sociales e institucionales con que piensa arrancar su mandato. Es evidente que recibe una economía pujante y si bien hay muchos aspectos por ajustar para combatir la pobreza, el desempleo y la exclusión poblacional, es claro que siempre es mejor corregir con los números en negro, que hacerlo con las cuentas deficitarias y en rojo.