Automatización vs. Sistematización, un dilema | El Nuevo Siglo
Lunes, 3 de Febrero de 2020

“Hay que aprovechar proceso de transformación”

Mi abuelo no conoció ningún computador, sin embargo, era un aventajado usuario de la sistematización, ya que cada uno de sus libros, alguno de ellos con más de diecisiete ediciones, los iba actualizando a través de dos métodos: anotar nuevos hechos relevantes o citas en la última versión publicada de su obra y, guardando papelitos del almanaque, que, escrito por detrás y a mano, estaban llenos de valiosa información para la nueva edición y para usarlos en sus clases.

Sin embargo, hoy en día, la sistematización ha perdido valor, por el desorden con el cual vive la gente en relación con sus archivos y documentos, ya que confían más que de su propio cerebro, del cerebro electrónico de su computador o celular y, ¡plop!, en cualquier momento tienen un Accidente Cerebro Vascular – ACV electrónico y quedan con la memoria en blanco, tanto la propia, por falta de sistematización, como la de su asistente electrónico, por sobrecarga de automatización. Por esa razón, la experta Julia Harper, habla de la necesidad de trabajar en la neuroplasticidad, que es enfocar nuestros esfuerzos en trabajar nuestras conexiones cerebrales para el aprendizaje.

Si bien el mundo se transforma y la revolución tecnológica reta a las empresas, a los gobiernos, a los modelos productivos y, particularmente a las universidades y a sus facultades de educación a actualizarse, para estar a la altura, o por lo menos al nivel de los estudiantes que recibirán luego en las aulas. Todos tenemos el desafío de adaptarnos a esas nuevas exigencias y más los jóvenes de la región, ese grupo inmenso de personas entre los 15 y los 29 años de edad, que deben contar con la oportunidad de ser más competentes con una adecuada capacitación, no necesariamente en profesiones, sino en habilidades y certificaciones, o las “microcredenciales”, que son una serie de certificaciones entrelazadas, que en suma pueden generar una especialización para su propietario. Para eso, las universidades tradicionales tienen que incluir en sus planes de desarrollo la tarea de adaptarse al nuevo entorno, entre otras con la tecnología de Cadena de Bloques (en inglés Block Chain), que tiene sus orígenes en 1991, cuando Stuart Haber y W. Scott Stornetta describieron el registro único, consensuado y distribuido en varios nodos de una red, que poseen una cantidad de registros o transacciones válidas, información referente a ese bloque y, un código único que sería como la huella digital del bloque, que se enlaza para crear la cadena.

En gran parte, el futuro de la educación en el país dependerá del aprovechamiento de este proceso de transformación y de transición hacia lo que se comienza a denominar el “ecosistema digital”, que será un nuevo idioma común, algo así como el “esperanto” de la tecnología, que incluye acceso más amplio a tecnologías móviles y redes sociales.

Otra tarea importante de las universidades tradicionales, es la creación de centros de emprendimiento en las regiones, con incubadoras y ecosistemas de innovación empresarial a través de la participación, incluso con un porcentaje de propiedad, de las empresas de nueva creación (StarUps por su nombre en inglés), que se dedican a la comercialización productos y/o servicios a través del uso intensivo y actualizado de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC’s), cuyos lapsos de obsolescencia son cada vez más cortos, pero necesarias como herramientas fundamentales de mediación educativa y del aprendizaje autónomo.

Finalmente, la sistematización y automatización de la educación, requiere potenciar a los estudiantes en el mercadeo de su carrera, para saber vender sus habilidades y obtener así mayores niveles de bienestar y estabilidad.

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