Cuando una de las principales preocupaciones de los colombianos es hoy la inflación, el costo de vida, el Banco de la República en sus perspectivas del Índice de Precios al Consumidor (IPC) ha señalado que este indicador empezará a ceder en el primer trimestre.

Esta proyección es una de las noticias positivas para las familias, sobre todo porque en diciembre la inflación total llegó a 13,1 % y el promedio de las medidas de inflación básica (10,3 %) continuaron con su tendencia creciente, con registros superiores a los estimados por el equipo técnico del Banco y por el promedio del mercado.

Durante el último mes todos los grandes grupos del índice de precios al consumidor (IPC) registraron incrementos superiores a los estimados y los indicadores de difusión continúan mostrando aumentos generalizados de precios.

Considera el Emisor que las presiones cambiarias acumuladas sobre los precios, la indexación a tasas altas de inflación y algunos choques particulares de oferta de alimentos explicarían, en parte, la aceleración de la inflación.

Todo esto también presionado por el contexto de excesos de demanda importantes, de un mercado laboral ajustado, y de unas expectativas de inflación a distintos plazos que superan la meta del 3 %.

Proyecciones

Frente al Informe de octubre, el sendero de pronóstico de la inflación total y básica (sin alimentos ni regulados: SAR) aumentó, como reflejo de mayores presiones cambiarias acumuladas, de una indexación de los precios a una tasa de inflación más elevada (IPC e índice de precios al productor: IPP) y del aumento en los costos laborales debido a un ajuste del salario mínimo mayor que el estimado.

No obstante, se espera que a partir de febrero la inflación total comience a ceder, aunque desde un nivel más alto que el estimado en octubre. Lo anterior estaría sustentado inicialmente en la desaceleración proyectada del IPC de alimentos, debido a una base de comparación en niveles elevados, a la disolución esperada de los choques que han afectado a los precios de estos productos y a la mejora estimada en la oferta externa e interna en este sector.

Por su parte, el deterioro del ingreso real de las familias por la alta inflación, el agotamiento de los efectos de una demanda represada y unas condiciones financieras externas e internas más apretadas contribuirían a diluir los excesos de demanda en 2023 y a reducir la inflación.

De allí que el banco central estima que para finales de 2023 tanto la inflación total como la básica alcanzarían el 8,7 %, y a diciembre de 2024 se situaría en el 3,5 % y 3,8 %, respectivamente.

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Incertidumbre

Sin embargo, los investigadores de la entidad sostienen que estos pronósticos tienen una incertidumbre elevada, relacionada en especial con el comportamiento futuro de las condiciones financieras internacionales, la evolución de la tasa de cambio, el ritmo de ajuste de la demanda interna, el grado de indexación de los contratos nominales y las decisiones que se tomen en cuanto al precio interno de los combustibles y de la energía eléctrica.

Pero además, el Banco de la República dice que también se deben tener en cuenta los efectos acumulados de los créditos externos e internos más apretados, entre otras razones.

Estas estimaciones continúan sujetas a un alto grado de incertidumbre, asociado, entre otros factores, con las tensiones políticas globales, el cambio de las tasas de interés internacionales y sus efectos sobre la demanda externa, la aversión global al riesgo, los efectos de la reforma tributaria aprobada, los posibles impactos de las reformas anunciadas para este año (pensional, salud, laboral, entre otras) y las medidas futuras en materia de producción de hidrocarburos.