La anorexia y la bulimia son solo algunos de los principales tipos de trastornos alimenticios que aunque son más comunes entre los adolescentes y los adultos jóvenes, afectan también a personas de todas las edades, incluso a personas mayores.
La doctora Bethanne Keen, psicóloga de Mayo Clinic en Scottsdale, Arizona, en respuesta de la pregunta de un paciente sobre la posibilidad de que una persona de 50 años tenga un trastorno alimenticio, brinda a continuación todos los detalles de este padecimiento.
Los trastornos alimenticios son afecciones serias que se relacionan con conductas alimenticias persistentes y afectan la salud, las emociones y la capacidad de funcionar en áreas importantes de la vida.
La mayoría de los trastornos de la alimentación se caracterizan por fijar excesivamente la atención en el peso, la figura corporal y la comida, lo que causa conductas alimentarias peligrosas. Estas conductas pueden tener una repercusión considerable en la capacidad del cuerpo para obtener la nutrición adecuada. Los trastornos de la alimentación pueden causar daños en el corazón, el aparato digestivo, los huesos, los dientes y la boca, y derivar en otras enfermedades.
Los tres tipos más comunes de trastornos alimenticios son la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno de alimentación compulsiva. Otros conocidos son el trastorno de rumiación y el trastorno por evitación o restricción en la ingesta de alimentos.
La anorexia nerviosa se define por un intenso temor al aumento de peso y una percepción distorsionada del peso o la forma del cuerpo. Las personas con anorexia pueden limitar excesivamente las calorías que consumen o recurrir a otros métodos para perder peso, como hacer ejercicio en extremo y tomar laxantes o pastillas para adelgazar. Estas personas pueden llegar a tener un peso corporal anormalmente bajo. El temor a aumentar de peso también puede acompañarse de vergüenza por ingerir calorías, lo cual se alivia induciendo al vómito o mediante laxantes.
En la bulimia, las personas normalmente ingieren gran cantidad de comida de una sola vez (alimentación compulsiva). Luego, impulsadas por la vergüenza, se deshacen de las calorías adicionales de forma poco sana, por ejemplo, mediante vómitos.
El trastorno de alimentación compulsiva está marcado por la ingesta de una cantidad excesiva de alimento impulsivamente, la persona siente que no tiene control sobre su forma de comer. Sin embargo, a diferencia de la anorexia o la bulimia, no compensa ese comportamiento. Se cree que el trastorno de comer compulsivamente es el más prevalente entre las personas mayores, quienes tienen las mismas inquietudes respecto a su imagen corporal que los jóvenes.
Un estudio grande descubrió que el nivel de insatisfacción con el cuerpo es constante entre las mujeres de toda edad y otro estudio observó que hasta las mujeres con peso sano dicen estar insatisfechas con su cuerpo y que “se sienten gordas”. La presión social por ser delgado se vincula con trastornos alimenticios en las personas mayores, igual que ocurre en los adolescentes y los jóvenes. Esos sentimientos pueden sumarse a factores como estrés excesivo, problemas con la menopausia y temor ante los cambios que la edad hace en la apariencia física personal.
Existe el concepto erróneo de que un trastorno alimenticio es simplemente un estilo de vida elegido, pero los estudios muestran que estos trastornos derivan de una compleja interacción entre genética, biología, comportamiento, psicología y factores sociales. En particular, las alteraciones en los circuitos cerebrales de personas con trastornos alimenticios pueden complicar la recuperación y aumentar la probabilidad de recaer.
El trastorno alimenticio generalmente se controla con un trabajo en equipo que incluye la perspectiva de los médicos de familia, entre ellos, los profesionales de la salud mental y los dietistas. Si bien el tratamiento depende del tipo de trastorno, por lo general, implica enseñar sobre la nutrición, dar asesoría y volver a alimentar a la persona. Además, se podría recomendar un medicamento, sobre todo en los casos de trastorno de alimentación compulsiva.
La mayor parte del tratamiento se puede hacer en consulta externa. No obstante, las personas con casos graves de mala nutrición debido a anorexia o con problemas de salud serios por comer compulsivamente pueden requerir ingresar al hospital o a un programa especializado para trastornos alimenticios.
Si duda de algunos comportamientos propios respecto a la alimentación o con sentimientos acerca de su cuerpo, pida apoyo. Al buscar tratamiento, evitará varias complicaciones de salud graves y, en última instancia, prolongará su vida. De igual manera, si es algún ser querido quien parece mostrar señales de uno de estos problemas, motívelo a hablar con un profesional de la salud. Al expresar su inquietud y deseo de escuchar, posiblemente usted esté abriendo una puerta para que esa persona acepte la ayuda.