Bajo fuerte presión del presidente Donald Trump, el Senado de Estados Unidos aprobó finalmente este martes la apertura del debate sobre la derogación de la reforma sanitaria de Barack Obama. Pero falta mucho para ganar el partido.
El Senado, de mayoría republicana, votó por estrecho margen por una simple moción de procedimiento que permite 20 horas de discusiones y varias votaciones sobre las enmiendas.
Es un logro parcial para Trump, feroz opositor del Obamacare, que había convocado a los senadores republicanos a zanjar sus diferencias y avanzar en este tema estancado durante meses.
"Éste fue un gran paso", dijo Trump poco después de la votación al felicitar al Senado en una conferencia de prensa en la Casa Blanca, definiendo esta reforma de su predecesor como "un desastre para el pueblo estadounidense".
La mayoría republicana había tirado la toalla la semana pasada frente a las divisiones internas. Trump, determinado a cumplir con esta vieja promesa de campaña, lanzó entonces veladas amenazas de represalias a los senadores republicanos que no lo apoyaran.
Al votar, de 52 senadores republicanos sólo dos se atrevieron a pronunciarse en contra: Susan Collins (Maine) y Lisa Murkowski (Alaska).
El resultado fue de 51 votos contra 50, con el desempate del vicepresidente Mike Pence que permite la Constitución en caso de igualdad.
Como muestra de la fragilidad de la votación, el senador John McCain, que regresó expresamente desde Arizona, donde fue diagnosticado la semana pasada de cáncer cerebral, optó por el sí, pero advirtió que en últimas votará en contra si el texto final no es satisfactorio.
Ovacionado por sus colegas al ingresar al recinto, McCain pidió una cooperación más bipartidista en los próximos días: "¿Por qué no intentamos la vieja manera de legislar en el Senado?", dijo.
A pesar de aparecer sonriente como antes de su operación, bromeó que regresaba "un poco estropeado". Una cicatriz sobre su ojo izquierdo revela la craniectomía con la que le extirparon tejidos cancerosos hace diez días.
¿Derogación a la fuerza?
Poco antes, unas veinte personas en las galerías públicas del Senado trataron de interrumpir la votación, al grito de "¡Maten a la reforma, no a nosotros!" y "¡Vergüenza!", antes de ser desalojados por la policía del Capitolio.
Los republicanos moderados aceptaron finalmente permitir la apertura del debate.
Shelley Moore Capito, que representa a Virginia Occidental, uno de los estados más pobres de Estados Unidos, advirtió la semana pasada que no había sido elegida para "hacerle daño a la gente", pero justificó su voto diciendo que continuaría "luchando por políticas que permitan bajar el coste de la atención."
Desde hace meses, los republicanos están divididos sobre este tema.
Esto es la cuadratura del círculo entre los conservadores que presionan por la derogación del Obamacare, y los moderados que se niegan a recortar el presupuesto de salud para no afectar a los estadounidenses más pobres.
Los primeros buscan desregular el mercado de los seguros y reducir el presupuesto federal para la salud; los segundos no quieren restringir el presupuesto de Medicare, el seguro de salud que tienen los pobres estadounidenses y que cubre a uno de cada cinco.
"Aunque existen desacuerdos sobre la mejor forma de derogar y sustituir el Obamacare, una cosa es cierta: los estadounidenses esperan que mantengamos nuestras promesas", dijo el conservador Ted Cruz.
John Boehner, expresidente republicano de la Cámara de Representantes, predijo recientemente que el Obamacare no se derogará, ni reemplazará completamente. En última instancia, solo se cambiarán algunos aspectos de la reforma, dijo.
La oposición demócrata no se fía sin embargo de los "trucos" de la mayoría. Teme que, por maniobras parlamentarias, la derogación salga a la fuerza. El veredicto se conocerá en días.
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