En menos de doce meses Naciones Unidas escuchó dos versiones de paz y narcotráfico en Colombia muy contradictorias
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¿Qué tanto puede cambiar Colombia en doce meses? Esa es la pregunta que muchos embajadores y gobiernos se pueden estar haciendo esta semana, luego de escuchar en menos de doce meses dos versiones muy distintas sobre los acuerdos y negociaciones de paz, así como en cuanto al narcotráfico y la manera de enfrentarlo.
A nivel interno ya existe un alto grado de certeza sobre las falencias que aquejan al proceso de implementación del pacto de paz con las Farc y del ‘campo minado’ por el que atraviesa la negociación con el Eln, de suyo congelada en un pulso de condicionamientos y cruce de acusaciones entre las partes. También está claro que hay un pico narcotraficante sin precedentes.
Sin embargo, a nivel externo no hay mucha claridad sobre lo que está pasando en el país, más aún luego de operarse el cambio de gobierno.
Quizá por lo mismo fue que el presidente de la República, Iván Duque, aprovechó esta semana el escenario de la asamblea anual de Naciones Unidas, y sobre todo su intervención -el miércoles- ante la plenaria, para hacer una preocupante radiografía de las crisis en ambos frentes.
Y lo hizo a sabiendas que existe una gran expectativa entre la comunidad internacional sobre cuál será la postura de un gobierno que proviene del partido que lideró la oposición al proceso de paz que adelantó durante ocho años el presidente Juan Manuel Santos. Aquel que este convirtió en su principal bandera y fue el motivo por el que en repetidas ocasiones recibió resonantes aplausos en la plenaria de la ONU.
Es más, se recuerda que el año pasado, durante su última intervención ante el organismo multilateral - y ya con el Premio Nobel de Paz a bordo- Santos recibió una gran ovación cuando proclamó el fin de la guerra en Colombia y reportó “misión cumplida” al respecto.
“Hoy vengo a decirles que el proceso de paz con las Farc no solo culminó con un acuerdo sino con algo más grande, más importante: ¡miles y miles de vidas humanas salvadas! … Y esa queremos que sea la noticia en el mundo entero. Si en Colombia pudimos terminar un conflicto armado que nos dejó cientos de miles de muertos y millones de víctimas y desplazados, ¡hay esperanza para los conflictos que aún subsisten en el planeta! No fue fácil. Terminar una guerra, superar los odios, vencer los temores, implica un proceso complejo de diálogos y concesiones… “, precisó Santos.
Incluso trajo a colación que dejaba andando la negociación con el Eln y que Naciones Unidas verificaría el cumplimiento del cese al fuego y de hostilidades temporal que iniciaría en octubre.
En cuanto al tema del narcotráfico, Santos sostuvo ante el pleno de la ONU que “… He dicho muchas veces que la guerra contra las drogas no se ha ganado ni se está ganando; que requerimos de nuevos enfoques y nuevas estrategias… La paz nos ha permitido –por primera vez– iniciar procesos de sustitución voluntaria de los cultivos de coca. Esos procesos, acompañados de la erradicación forzosa que venimos adelantando –y de las incautaciones, que hemos incrementado a niveles sin precedentes–, nos permiten alcanzar resultados aún más contundentes y de largo plazo”.
La otra cara
Sin embargo, un año después, el presidente Duque llegó el miércoles pasado al escenario de la ONU y en su primera intervención dio un diagnóstico muy distinto al de Santos doce meses atrás.
“La paz es un objetivo de todos los colombianos y todos, absolutamente todos, vamos a trabajar decididamente por ella. Pero la paz requiere ser construida con el imperio de la ley, que combina los bienes públicos de seguridad y justicia. Nuestro Gobierno va a trabajar para que el proceso de desmovilización, desarme y reinserción adelantado en los últimos años salga adelante con éxito. Les brindaremos a quienes han apostado por una genuina reincorporación a la legalidad, sujeta a los principios de verdad, justicia, reparación y no repetición, las debidas oportunidades de progreso y de protección”, precisó Duque.
Pero a renglón seguido el Presidente prendió las alarmas. “La propia Misión de las Naciones Unidas en Colombia, al igual que nuestros órganos de control, saben que nuestro Gobierno recibió un proceso frágil en varios frentes. Primero, está la fragilidad presupuestal: Se realizaron muchos compromisos sin destinar suficientes recursos. Y segundo, está la fragilidad institucional: se creó una dispersa y compleja arquitectura que ha sido hasta ahora incapaz de avanzar eficazmente en lograr todos los objetivos”, recalcó.
Luego pasó a las advertencias, sabedor de que la comunidad internacional estaba expectante frente al tema de los ajustes prometidos en campaña y que fueron determinantes para su triunfo electoral.
“Pero así como les cumpliremos a quienes se sujeten a las normas, también es nuestro deber aplicar la ley de manera ejemplarizante a quienes persistan en el camino de la criminalidad. No vamos a aceptar que exista repetición y más violencia. Quienes sigan en el mundo del delito y pretendan burlarse de las víctimas y la generosidad del pueblo colombiano, recibirán todo el peso de la justicia”, sostuvo el Presidente.
Y acto seguido, Duque –como Santos un año atrás- se enfocó en el narcotráfico. “… Si queremos que Colombia brille y que brille la paz, es necesario que derrotemos el narcotráfico. En materia de cultivos ilícitos, hace pocas semanas recibimos una situación alarmante. La tendencia incremental de los últimos cinco años no puede continuar, ya que estas siembras se han convertido en el combustible y el aliciente para que surjan peligrosos grupos armados organizados”.
Sostuvo que Colombia está comprometida “en desarticular esas redes del crimen trasnacional con una agenda integral. El narcotráfico, excelencias, es una amenaza global. Es cierto que debemos hacer más en materia de prevención y atención a los adictos desde un enfoque de salud pública. Esa es una verdad incontrovertible. Pero no es menos cierto que el narcotráfico en Colombia es un depredador del medio ambiente, un destructor de instituciones y, ante todo, un corruptor social”, sostuvo.
¿Cuál país es el más real para la ONU: el expuesto por Santos un año atrás, o el diagnosticado por Duque esta semana? Esa es la pregunta que queda sobre el tapete al ver como en cuestión de doce meses dos jefes de Estado de un mismo país presentan dos realidades muy distintas.