Delegados del gobierno de Colombia y el Estado Mayor Central de la disidencias de las Farc se reúnen desde este jueves y hasta el domingo en las montañas del suroeste del país "para avanzar hacia la instalación de la Mesa de Conversaciones de Paz", informó el gobierno.
El encuentro en el departamento del Cauca "tendrá carácter cerrado y confidencial" y servirá para acordar la "agenda de temas" previos a la negociación como "protocolos de respeto a la población civil y de cese de fuego", indicó la Oficina del Alto Comisionado para la Paz en un boletín.
Los diálogos tendrán como objetivo desmovilizar al Estado Mayor Central (EMC), el principal grupo escindido de la guerrilla Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que se negó a firmar el acuerdo de paz de 2016.
Vestido de civil y rodeado de una decena de hombres de fusil y uniforme camuflado, el jefe negociador del EMC conocido como Andrey Avendaño confirmó el miércoles el inicio de estos nuevos acercamientos con el gobierno de Gustavo Petro.
Desde una zona rural del Cauca, alias Andrey condicionó las negociaciones a un acuerdo de cese al fuego.
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"No tiene lógica que mientras unos conversamos otros en la selva estamos enfrentados", dijo a periodistas Andrey, de cabello largo, gafas de sol y joyas.
Aunque las partes ya habían dado pasos en el avance hacia un diálogo, las negociaciones se enfriaron tras acusaciones mutuas de ataques e incumplimientos a lo acordado.
El primer presidente de izquierda en la historia de Colombia intenta una salida dialogada a seis décadas de conflicto armado, por medio de negociaciones de paz con todas las organizaciones ilegales.
La víspera de Año Nuevo, Petro anunció un cese al fuego bilateral de seis meses con los principales grupos, incluido el EMC.
Pero la tregua se suspendió en mayo en cuatro regiones del país por orden del gobierno tras el asesinato de cuatro menores indígenas a manos de los disidentes. Desde entonces el conflicto se endureció en departamentos como Cauca con asesinatos y atentados con explosivos.
Con unos 3.500 combatientes, el EMC se disputa a sangre y fuego con otros grupos armados el negocio de la minería ilegal y narcotráfico, en el país que más produce cocaína en el mundo.
Rebeldes, narcos, paramilitares y agentes estatales se enfrentan desde hace más de medio siglo en una guerra que deja más de nueve millones de víctimas.